El rechazo hacia Matías Morla por parte de Claudia Villafañe y de Dalma y Gianinna Maradona era tal que apenas se supo que el DT debía ser operado de un edema subdural, sus hijas pusieron el grito en el cielo: no querían que el neurocirujano Leopoldo Luque, que hoy está en la mira de la Justicia por su desempeño médico, estuviera al frente de la intervención. Desconfiaban de cualquier persona que hubiera llegado al entorno a través del abogado y el médico era uno de ellos.
En medio de la crisis, horas antes de la operación, el polémico abogado y amigo de la familia Víctor Stinfale se comunicó con su Morla:
Stinfale: ¿Quién pone a Luque?, ¿Cómo llega?
Morla: Mío no es. Yo no lo puse. ¡No sé, Víctor!
Stinfale no le creyó, cuentan sus allegados y la charla terminó en una pelea y con la decisión del histórico abogado y empresario de la noche de hacerse cargo de la situación. Stinfale llamó a Luque y le dio las órdenes: “Pibe, vamos a hacer esto. Vos a Diego no lo tocás. Vas a estar ahí, pero opera otro. Después salís, te ponés el camisolín y decís en la conferencia que tu equipo lo operó”, cuentan las mismas fuentes. Claudia y Gianinna le agradecieron el gesto. Habían corrido a Morla de un plumazo.
Esta situación hoy, de alguna forma, lo beneficia. La Justicia investiga por estos días si se cometió un homicidio culposo ya que se puso en la mira los cuidados durante el postoperatorio y, en particular, sobre Luque y la psiquiatra Cecilia Cosachov. Morla se defiende y asegura que él apenas vio a Maradona en las semanas previas a su muerte, aunque sí reconoce que fue el nexo entre el cirujano y el jugador: “El doctor llegó a la vida de Diego después de un contacto que generó con un familiar de Matías”, dicen fuentes cercanas al abogado.
La noticia de la muerte fue un shock para Morla. Pidió asistir al velatorio y no lo dejaron así que decidió apagar televisores y teléfonos para no ver nada. Después de haber sido el hombre de máxima confianza de Maradona, la versión de Dalma y Gianinna se instalaba en la opinión pública. En la Casa Rosada una mujer se paró frente al féretro y gritó: “Morla asesino”. Una decena de fanáticos la aplaudieron y la señora tuvo que ser retirada por la seguridad. El nivel de locura y enfrentamiento llega al punto de que los voceros de Morla sospechan que esa haya sido una escena “armada” por sus detractores.
Aunque Morla se mantuvo en silencio y apenas se limitó a difundir un comunicado para explicar por qué no se despidió de quien él consideraba “un hermano”, en las sombras siguió actuando. Fue el primero en denunciar y poner en duda los cuidados posteriores a la operación. Y en la causa que investiga la muerte, se presentó como querellante en representación de cuatro de las cinco hermanas de Diego. “Está desesperado por conocer el detalle del expediente porque sabe que lo que sigue es el tema del patrimonio”, cuenta un abogado penalista cercano a Fernando Burlando, el abogado que representa a Dalma, Gianinna y Jana.
por Giselle Leclercq y Agustín Gallardo
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