La despenalización del cannabis en Tailandia ha deleitado a sus fanáticos, alarmado a algunos expertos en salud, y decepcionado cada vez más a los agricultores que se han visto socavados por las importaciones ilegales, lo que hace que la promesa de una nueva bonanza se convierta en humo.
Y la marihuana también se ha convertido en Tailandia en un tema electoral, con la oposición criticando a la coalición gobernante pro militar, de cara a las elecciones del 14 de mayo, por apresurarse a aprobar la despenalización el año pasado, en lo que dicen es en detrimento de la sociedad, en particular de los jóvenes.
En el país han surgido miles de tiendas y negocios de cannabis, especialmente en Bangkok y otros lugares turísticos, desde que Tailandia se convirtió en el primer estado del sudeste asiático en despenalizar la droga. Pero el marco legal nunca se ha establecido claramente y la legislación prometida durante mucho tiempo no logró ser aprobada en el parlamento en febrero, dejando al país sin una ley general para regular su uso.
Aparte del limbo legislativo, los beneficios de un nuevo cultivo comercial para los agricultores, pregonado por el ministro de Salud Anutin Charnvirakul, quien encabezó el esfuerzo de despenalización, no se han materializado según miembros de la industria, incluidos agricultores y minoristas. Eso podría agravar las quejas sobre el gobierno, ya que su principal rival, el Partido Pheu Thai, leal al depuesto primer ministro y ex magnate de las telecomunicaciones Thaksin Shinawatra, proclama su oposición a la marihuana.
Kajkanit Sakdisubha, directora ejecutiva y fundadora de Taratera, que opera granjas y tiendas de cannabis, culpa a muchos agricultores de la decepción que sienten por las importaciones ilegales que comenzaron cuando el auge inicial provocó que se agotaran los suministros nacionales. “Entonces empezaron a llegar las flores importadas”, marcó Kajkanit, refiriéndose a los cogollos preferidos por los fumadores.
Una avalancha de marihuana contrabandeada desde el extranjero ha inundado Tailandia, lo que ha hecho bajar los precios al por mayor y ha perjudicado a los cultivadores, dijeron los miembros de la industria.
El ministro de Salud Anutin, cuyo sitio web de la campaña de 2019 de su partido mostraba plantas de marihuana de las que brotaban monedas de oro, dijo que la importación de cualquier parte de la planta sin permiso estaba prohibida y debería detenerse. “Es ilegal”, insistió. “Si están importando ilegalmente, tendremos que usar la aplicación de la ley”.
Pero no comentó sobre la escala del cannabis de contrabando en el mercado o su impacto en los agricultores. La Cámara de Comercio de Tailandia ha estimado que el sector, que incluye productos medicinales, podría tener un valor de US$ 1,2 mil millones para 2025, pero el productor Srapathum Natthapong, de 37 años, que invirtió una parte de los ahorros de su vida para ingresar a la industria, dijo que él había visto disminuir sus rendimientos.
“Al principio, podía vender un kilo por entre 350 000 y 400 000 baht (entre 10 200 y 11 600 dólares)”, dijo Srapathum, que dirige tres granjas bajo techo. En mayo Srapathum espera que el precio se hayan desplomado a 200.000 baht (5.800 dólares) por kilogramo. “Las cosas de contrabando nos están dañando”, agregó. Al igual que con la ley que rige la industria, los datos son difíciles de precisar, pero 1,1 millones de personas en Tailandia se han registrado ante el gobierno para cultivar cannabis.
No está claro si todos lo están haciendo o cuántas personas lo cultivan sin registrarse. En Khaosan Road, un lugar frecuentado por turistas en Bangkok, los puestos de venta de cannabis se alinean en la calle y a nadie parece importarle que la marihuana importada sea oficialmente ilegal. Algunas tiendas destacan sus suministros extranjeros.
Al menos la mitad del cannabis que se vende en Tailandia se introduce de contrabando, aseguran miembros de la industria,. El activista pro-cannabis y minorista Chokwan "Kitty" Chopaka señala a Estados Unidos como la principal fuente de la marihuana que ha inundado Tailandia, especialmente en sus centros turísticos. “Una gran cantidad de cannabis que ingresa de los EE.UU. va a los dispensarios en Bangkok, Phuket o Pattaya”, señala.
Pornchai Padmindra, de la Asociación de Comercio de Cáñamo Industrial de Tailandia, que tiene unos 300 miembros, apunta que ante la reducción de los márgenes de beneficio, muchos productores estaban considerando abandonar la industria. “La gente está luchando”, dijo. “Las cosas se están poniendo difíciles.
Tailandia ha tenido la reputación de ser dura con las drogas y la figura de la oposición, Thaksin, supervisó una sangrienta represión cuando era primer ministro a principios de la década de 2000. Su hija, Paetongtarn Shinawatra, con la esperanza de llevar al partido a la victoria en mayo, ha condenado la marihuana como una amenaza para la sociedad, especialmente para los jóvenes.
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por R.N.
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