Con Israel dirigiéndose a su cuarta elección en dos años -programada para el 23 de marzo- después del colapso de su gobierno, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, lucha nuevamente por su supervivencia política. Las últimas tres votaciones terminaron de manera inconclusa, sin ningún candidato capaz de reunir la mayoría parlamentaria necesaria para formar gobierno. Pero el estancamiento permitió a Netanyahu, del conservador partido Likud, persuadir a su principal rival, Benny Gantz, del partido centrista Azul y Blanco, de unir fuerzas en una incómoda coalición.
La unión le aseguraba a Gantz hacerse cargo del ejecutivo a fines del 2021, pero el acuerdo duró solo siete meses. Netanyahu ahora se encuentra otra vez en la cornisa, mientras avanza el juicio en su contra por sobornos, fraude y abuso de confianza, todo en medio de la pandemia de coronavirus que ha devastado la economía israelí.
Imagen. Los analistas coinciden en que la única alternativa para evitar una condena, es que Netanyahu pueda retener su cargo. Y el primer ministro está dispuesto a llevar al país a una nueva elección para aferrarse al poder, confiado en su historial: es el primer ministro israelí que más tiempo ha ocupado el cargo. Con cinco mandatos consecutivos desde 2009 (renovó por última vez en mayo de este año), Netanyahu apuesta a poder formar un gobierno “más comprensivo” que pueda otorgarle inmunidad judicial: su juicio por corrupción está programado para pasar a una etapa probatoria intensiva a principios del 2021, cuando el país será testigo del espectáculo de su comparecencia ante el tribunal.
Frente a ese escenario, el primer ministro culpa a Gantz de no querer aprobar el presupuesto estatal antes de la fecha límite legal, en violación de su acuerdo. Pero las encuestas de opinión indican que la mayoría de los israelíes culpan a Netanyahu y festejan que los Azul y Blanco frenaran el intento de Netanyahu de querer manipular la justicia mediante una serie de nombramientos.
"Esto no terminará hasta que Netanyahu sea reemplazado, o encuentre la manera de poner su juicio en pausa, o suspenderlo por completo, mediante legislación y maniobras políticas", explica Yohanan Plesner, presidente del Instituto de Democracia de Israel, grupo de investigación no partidista. “Por el momento hay mucho humo”, agrega.
Cuarta. A pesar de detentar el récord israelí en el cargo, Netanyahu es también el único primer ministro de la historia del país en ser imputado por corrupción mientras aún ejerce el poder. Mancha que lo ha puesto a tambalear en los últimos dos años, con tres votaciones sucesivas para retener su oficina, tras no poder cumplimentar la mayoría necesaria en el parlamento.
El rival de esos últimos tres comicios es Gantz, un exjefe del ejército que se incorporó a la política hace dos años. Los dos bloques terminaron en empates crónicos que llevaron a Gantz a aceptar la propuesta sugerida por Reuvén Rivlin, presidente de Israel (perteneciente al Likud de Netanyahu): dos años de gobierno para el actual primer ministro y un pase de mando en noviembre de 2021. Fecha que Netanyahu veía como el fin de su libertad, ante el resonar entre los Azul y Blanco de Gantz de cumplir con “el imperio de la ley”.
La diferencia en estas cuartas elecciones es la aparición de un tercer contendiente: el conservador, Gideon Saar, que desertó del Likud hace un año para armar su propia fuerza: Nueva Esperanza. Saar crece en las encuestas y promete reajustar el mapa electoral, compitiendo por los votantes de base de Netanyahu.
Escenario. Hay allí una esperanza para Gantz, que ve a Netanyahu circunscripto a sus electores de derecha y ultraortodoxos, apostando a las posiciones irreconciliables de Saar y su ex líder, que lo tildó de “traidor”. Sin embargo, Gantz perdió su credibilidad al unir fuerzas con Netanyahu, habiendo hecho previamente la promesa electoral de no hacerlo, y tiene una dura batalla en el frente interno, con el partido Azul y Blanco ahora desintegrándose.
Las encuestas realizadas por distintas consultoras indican que ninguno de los tres líderes tiene un camino fácil para formar un gobierno: si ningún candidato obtiene una mayoría de 61 escaños en el Parlamento -de 120-, la crisis política de Israel podría continuar.
Gantz apuesta a revertir su caída con apoyos internacionales, como Netanyahu supo lograr el respaldo de Donald Trump (cerró acuerdos para establecer relaciones diplomáticas con cuatro países árabes anteriormente hostiles), algo no menor dadas las tensiones permanentes en la región. Si logra un acercamiento con la administración Biden, después de que el demócrata asuma el poder en enero, Gantz podría darle un giro a la elección.
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