Nueva York continúa siendo la ciudad que nunca duerme. Pero por estos días, no es por la atrapante oferta teatral de Broadway o las enceguecedoras luces de Times Square. Nueva York no duerme porque tiene miedo, porque está alerta y luchando. Con casi 20.000 muertes por coronavirus, es la ciudad más golpeada de Estados Unidos, el país más castigado por la pandemia. Los paisajes que supieron ser postales del epicentro cosmopolita, hoy muestran a una urbe azotada por la enfermedad. Camiones frigoríficos ofician de morgues móviles; las catedrales y el Central Park se convirtieron en centros de salud de emergencia; los trabajadores de la salud, héroes de ambo, aplaudidos mientras se emocionan, y luchan largas jornadas contra el enemigo invisible que no da tregua: la pandemia del Covid-19 ya dejó más víctimas que el atentado terrorista a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001. Por momentos se cree ver la luz al final del túnel: los días que no se pasa la barrera de los 700 muertos son celebrados como pequeñas victorias en una batalla que no se sabe cuándo terminará.
por R.N.
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