Thursday 2 de May, 2024

MUNDO | 09-01-2024 08:36

La guerra espectral

El ejército israelí parece encaminado a lograr una victoria en la Franja de Gaza que podría ser contraproducente.

El mundo se inundó de imágenes de muerte y destrucción. Sangre y lágrimas en ciudades reducidas a escombros desplazaron de las primeras planas a las masacres, violaciones y secuestro en masa perpetrado por Hamas en los kibutzim y las aldeas agrícolas del sur de Israel. En la retina del mundo están los miles de muertos civiles y la destrucción de hogares, escuelas y hospitales que las bombas israelíes causaron en la Franja de Gaza. Ese era, precisamente, el objetivo estratégico del pogromo sanguinario que ejecutó Hamas el 7 de octubre: que la respuesta israelí sea lo suficientemente letal y destructiva para instalar el estigma de “Estado criminal” que sus enemigos llevan décadas tallando.

Ese objetivo estratégico sirve también para reclutar las futuras generaciones de jihadistas. Las bombas israelíes inoculan en los niños y los adolescentes que hoy ven morir a sus padres, hermanos y amigos, el odio y el resentimiento que en las próximas décadas los convertirán en combatientes entregados a la causa de destruir Israel y “limpiar” de judíos “desde el río Jordán hasta el mar”.

El ejemplo está en el Líbano, donde la invasión que encabezó Ariel Sharon en 1982 y logró expulsar de Beirut a Túnez a la cúpula de la OLP, en lo inmediato pareció tener éxito porque cortó los ataques sobre la Alta Galilea. Pero lo que nació por aquella operación israelí fue Hezbolá. Hasta ese momento los chiitas libaneses tenían a la milicia Amal, que limitaba sus objetivos a la guerra civil iniciada en 1975. Pero en 1982, la operación israelí hizo nacer a Hizbolá, cuyo objetivo es destruir al Estado judío. Otro ejemplo está en 1987, cuando el éxito de la represión que sofocó la primera Intifada, tapó su consecuencia: una organización islamista de socorros mutuos se transformó en Hamás.

FotogaleriaLos combatientes del movimiento chiita libanés Hezbolá se despiden de los cuerpos de tres de sus camaradas que murieron en un ataque israelí en Quneitra, en el suroeste de Siria

Aunque lograra el objetivo de “eliminar a Hamas” que planteó Netanyahu, la destrucción en Gaza está creando los futuros ejércitos jihadistas que lanzarán misiles y pogromos en las próximas décadas.   En términos convencionales, el conflicto entre Israel y Hamas muestra en ventaja a los israelíes, porque su ejército va ganando terreno y consolidando posiciones. Pero que a meses de iniciada, la operación concluyera el 2023 sin haber capturado ni eliminado a Yahya Sinwar, líder político de la organización terrorista en ese territorio, ni ha Mohamed Deif, su comandante militar, muestra que el objetivo anunciado por Netanyahu está lejos de alcanzarse. Lo confirma que, con más de 20 mil muertos y la destrucción de grandes áreas urbanas, las milicias gazatíes todavía tengan capacidad de combate.

El ejército israelí no puede afirmar que haya reducido significativamente a las tropas del Ezedim al Qasem, brazo militar de Hamas, ni a Jihad Islámica Palestina, la principal milicia aliada.
En relación al precio que está pagando en bajas propias, los logros de Israel pueden parecer relevantes. Pero en absoluto lo son en relación al precio político que está pagando su imagen ante el mundo y su posición en el tablero internacional.

Lo logrado es poco en comparación a la ola de protestas, críticas y repudios que han generado a escala global las miles de muertes civiles y la devastación causadas en las ciudades de Gaza y Khan Yunis.A eso apunta la estrategia diseñada por Irán: estigmatizar a Israel y a los judíos como criminales. Los resultados se dan en el largo plazo, pero en lo inmediato se perciben las señales del efecto que tendrá.

Fotogaleria Esta fotografía muestra a soldados operando en la Franja de Gaza en medio de continuas batallas entre Israel y el grupo militante palestino Hamás.

La señal más clara es que el mundo lleva meses hablando, no de las masacres y violaciones perpetradas por Hamas en el sur de Israel, sino de la destrucción y las muertes que los israelíes están causando en la Franja de Gaza.Más allá del debate sobre las alternativas que había después del sanguinario pogromo del 7 de octubre, lo indudable es que Israel reaccionó como se preveía que lo haría.

Posiblemente, los terroristas de Hamas y sus ideólogos iraníes esperaban tener mayor control sobre la respuesta israelí a partir de los rehenes que escondió en Gaza. Pero daban por descontado que habría devastadores bombardeos con destrucción y muertes al por mayor.Incluso es difícil que Sinwar y Deif descontaran que Israel intentaría la eliminación total de Hamas y el aniquilamiento de sus cuadros dirigentes. Por eso lo que sucede estaba en los cálculos y planes de los terroristas que provocaron la guerra masacrando y secuestrando civiles israelíes.

El saldo con que este conflicto se proyecta sobre el 2024 no puede medirse como si fuera un conflicto convencional. No lo es, y en los términos en los que está planteado, Israel está lejos de una verdadera victoria.Al creador de Hamas, Ahmed Yassin, Israel lo eliminó en el 2004 con un proyectil lanzado desde un helicóptero artillado, sin causar víctimas civiles ni destrucción de edificios. Del mismo modo eliminó a su sucesor, Abdel-Aziz Rantisi.

Fotogaleria Un manifestante sostiene un cartel que dice

En cambio, habiendo destruido ciudades y causado decenas de miles de muertes civiles, esta ofensiva aún está lejos de acabar con Hamas.Aunque les falta repudiar a la organización terroristas por ofrecer a su propio pueblo como carne de cañón para estigmatizar a Israel y aislarlo internacionalmente, las protestas que realizan multitudes en muchas ciudades del mundo y las condenas y repudios a Israel que  presentan en foros internacionales decenas de países y de organizaciones de Derechos Humanos, tienen razón en lo referido a la devastación causada por el ejército israelí.

Es grave que esos cuestionamientos no vayan acompañados de repudios a la estrategia criminal de Hamas usando al pueblo gazatí como proyectil contra la imagen del Estado judío. Pero esa faltante grave no invalida el escozor por lo que está ocurriendo. En la modalidad de acción elegida por el gobierno que encabeza Netanyahu, destruir a Hamas es un objetivo cuya consecución, o no, determina el éxito o fracaso de la operación. Pero, hasta el momento, pagando un alto precio en el escenario internacional, ese objetivo no fue alcanzado. Y de alcanzarse, sería un triunfo contraproducente para Israel.

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Claudio Fantini

Claudio Fantini

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