Wednesday 8 de May, 2024

MUNDO | 08-10-2023 10:01

Otra tragedia armenia

La caída de Nagorno Karabaj tras el ataque azerí realizado ante la indiferencia de Rusia y de Europa, inició un nuevo éxodo.

Otro éxodo ensombrece la historia de la humanidad. Otro capítulo trágico en la historia de los armenios.
Entre las postales que dejará el 2023, están las de los camiones, micros y autos abarrotados de personas que abandonan con lo que pueden llevar consigo sus tierras ancestrales. Por el corredor de Lachin intentan llegar a la República de Armenia, empujados por la limpieza étnica.

Otro territorio queda vaciado de armenios. Primero fue Anatolia. Después Najicheván. Ahora Nagorno Karabaj. El siglo XX concluyó con las postales del éxodo de los albaneses de Kosovo, un pueblo ilirio y musulmán expulsado de sus tierras por el gobierno de la mayoría eslava y cristiano-ortodoxa que imperaba en Serbia. El siglo XXI comenzó con el éxodo de los venezolanos que huyeron del hambre y el autoritarismo en su rico y desventurado país. Las siguientes décadas vieron éxodos de latinoamericanos hacia Estados Unidos y desde Medio Oriente y África hacia Europa.

Completa el álbum la limpieza étnica que Azerbaiyán impuso a los habitantes de Nagorno Karabaj ni bien terminó de aplastar la resistencia armenia con un ataque fulminante. El autócrata azerí Ilhan Aliyev y quien lo empujó a dar estos pasos, el presidente turco Recep Erdogán, entendieron que era el momento oportuno.

Cuando en julio del 2022, Ursula von Der Leyen llegó a Bakú a firmar acuerdos para que cuatro mil millones de metros cúbicos extras de gas azerí recorran los 3.500 kilómetros del gasoducto que va desde el Mar Caspio hasta Europa, pasando por Turquía, para compensar la reducción de importaciones de gas a Rusia, el líder azerí supo que Bruselas no se interpondría si Azerbaiyán lanzaba el ataque final contra los armenios de Nagorno Karabaj.

Nikol Pashinián

Goethe llamó “impulsos oscuros de la historia” a los momentos que engendran liderazgos brutales con designios exterminadores. El judaísmo askenazí padeció esos “impulsos” con Catalina II empujándolos hacia las fronteras occidentales de Rusia y prohibiéndoles habitar las ciudades. También con el nazismo industrializando el aniquilamiento en los campos de concentración.

Dos genocidios acompañados de limpiezas étnicas habían antecedido al exterminio de los judíos en Europa. En 1904, las tropas alemanas del general Lothar von Trotha masacraron 70 mil miembros de dos etnias bantúes de Namibia: los hereros y los namas.
El segundo fue el genocidio armenio de 1915. La misma nación que sufre ahora la expulsión de Nagorno Karabaj, tras dos fulminantes ofensivas militares lanzadas, una vez más, con el respaldo en armamentos y asesoramiento táctico y estratégico de Turquía.

La guerra en Ucrania y el problema en el abastecimiento de gas y petróleo que ese conflicto generó a Europa, crearon las condiciones para que Azerbaiyán pueda atacar sin presiones ni trabas externas. A  renglón seguido, Bakú anunció la disolución del estado armenio que existió, de hecho, en las últimas tres décadas.

La Primera Guerra Mundial fue la cortina detrás de la cual el régimen de los Jóvenes Turcos perpetró el genocidio armenio, que había comenzado por goteo a fines del siglo XIX con las “masacres hamidianas”, que se perpetraron a la sombra del sultán Abdulhamid II.
Los pocos que se asomaron desde Occidente a la ejecución brutal de los designios panturánicos fueron antisemitas alemanes, que tomaban nota porque ya incubaban planes de exterminio.

Soldados en Nagorno Karabaj

Las masacres y deportaciones de hereros y namas en el sudoeste de África, fueron el primer genocidio del siglo 20. Pero la sistematización del aniquilamiento en masa y la limpieza étnica que, en 1915, erradicó a los armenios del mapa de Anatolia, implicó una escala inmensamente mayor.

Al comienzo del siglo XX, sólo los británicos ayudaron a los armenios a defender sus territorios transcaucásicos de las embestidas otomanas. No obstante, Lenin entregó Najicheván a los turcos-azeríes y, en la década del 20, con masacres y deportaciones en masa, Azerbaiyán ya había vaciado de armenios ese territorio que se extiende al este de las montañas de Zangezur. Stalin terminó de poner Nagorno Karabaj bajo soberanía azerí. Pero mientras armenios y azerbaiyanos estuvieron dentro de la Unión Soviética, los riesgos de limpiezas étnicas eran bajos. Por eso los armenios de ese enclave montañoso lucharon por la secesión cuando el estado soviético empezó a mostrar signos de extinción.

Sin el paraguas de la URSS, quedar bajo un Estado túrquico y musulmán inquietaba a la etnia cristiana que había sido exterminada en Anatolia y expulsada de Najicheván.A la primera guerra entre armenios y azeríes, que se extendió entre 1988 y 1994, la ganaron los armenios. Pero la pandemia de covid fue la pantalla que Turquía y Azerbaiyán utilizaron para lanzar en 2020 la gran ofensiva militar sobre Nagorno Karabaj.

Con una economía vigorosa y con el ejército reforzado con armamento enviado por Turquía, Azerbaiyán luchó con ventajas y derrotó a las defensas de la proclamada República de Artsaj, recuperando los siete distritos que los armenios habían conquistado en los alrededores del enclave durante la guerra anterior, y ocupando parte del territorio, incluida Shusha, la segunda ciudad más poblada.
Resultaba crucial que Rusia jugara el rol de velar por los armenios.

Fotogaleria El presidente ruso Vladimir Putin gesticula mientras asiste a una conferencia de prensa tras una reunión del Consejo de Estado sobre la aplicación de la política de juventud

Moscú siempre valoró que haya etnias cristianas en Transcaucásica, donde están las tierras que los armenios habitan desde los remotos tiempos del imperio aqueménida. El enclave en el que habían proclamado la ya extinta Artsaj, fue parte del antiguo reino armenio hasta su caída, en el primer siglo de la era cristiana.Pero Rusia volvió a abandonarlos, como en el 2020, cuando el eje Ankara-Bakú entendió que la guerra en Ucrania distrae a Moscú y es la pantalla ideal para completar la conquista territorial iniciada hace tres años.

La inacción de Rusia y Europa ante el bloqueo azerí al corredor de Lachin, única vía terrestre por donde llegaban al enclave alimentos, medicamentos y combustible, fue la carta blanca a la operación militar que demolió lo que quedaba de la resistencia. El bloqueo del corredor asfixiaba a la población de Stepanakert, con Rusia concentrada en Ucrania y con Europa urgida a obtener de Azerbaiyán el gas que dejó de comprarle a Moscú.

El ataque final aplastó la resistencia armenia velozmente. La pregunta ahora es si habrá reacción internacional para frenar la limpieza étnica que ya ha comenzado en el sur del Cáucaso.  Najicheván no fue el último capítulo trágico de la historia armenia. Ahora, los armenios de Artsaj miran la tierra que habitaban por el espejo retrovisor de los autos, micros y camiones en los que emprenden el éxodo.

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Claudio Fantini

Claudio Fantini

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