Dos primas, la narradora (que gusta de espiar trepada a un árbol) y Teresa, se reencuentran, y recuerdan de muy distinta manera, sin que lo que parece sólido lo sea del todo, ni los espacios vacíos de cada una coincidan con los de la otra. El relato las va arrastrando como las aguas del río, con remolinos que incluyen cadáveres, y una familia tensionada, con un tío que construye un avión casero. Las dos mujeres a veces parecen confundirse en las dos caras (buena y mala) de una sola, rozando el tema del doble. El estilo es a la vez denso y aéreo, móvil. En una obra que incluye poemas, cuentos y otra novela, Siscar ha encontrado aquí la mayor temperatura y sugerencia de su lenguaje.
por Elvio E. Gandolfo
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