Estamos en un momento difícil de la política internacional y particularmente difícil en América latina. Diría un acérrimo enemigo nuestro desde el fondo de la historia: “Pasaron cosas”. Pasaron cosas.
Cuando hay temas picantes en los que se vulneran políticas estratégicas del gobierno argentino, del movimiento nacional y popular, todo el mundo se manda a guardar. Los que opinamos somos poquitos. Los demás espían atrás del poste, ¿por qué? Porque no es bueno opinar de estas cosas, más vale callar y pasar desapercibido. Porque son estas cosas las que después te dejan afuera de las listas, afuera de los gobiernos, y lo que es peor aún te abren la puerta de la cárcel.
Cómo no me va a doler el voto de Solá en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Cómo no me va a doler acompañar estratégica y tácticamente al grupo Lima, un grupo absolutamente subordinado a la política exterior norteamericana que tiene bloqueada a Venezuela en todos los bancos del mundo, que es la responsable de que vivamos una tragedia con el querido pueblo bolivariano y de cualquier aventura militar que pueda ocurrir por estas horas.
Repudio ese voto, cómo no lo voy a repudiar. Me duele, me violenta, yo que pude ver a Néstor Kirchner y a Hugo Chávez construir los más fabulosos escenarios antiimperialistas con los que hayamos soñado jamás.
Ahora, lo tengo que poner en el contexto adecuado, porque si no nos vamos a equivocar y le vamos a hacer el juego a lo peor de la derecha reaccionaria que quieren que nos rompamos para que ellos puedan predominar electoralmente el año que viene y hacer de nuevo un desembarco cruel, porque les aseguro que el peor de los nuestros es infinitamente superior al mejor de ellos.
Alberto Fernández la semana que viene está firmando un acuerdo extraordinario con China, que nos ata de alguna manera a esta estrategia del mundo. Está apoyando decididamente al grupo político de Rafael Correa en Ecuador. Yáñez acaba de acusar a Alberto Fernández de inmiscuirse a favor de Evo Morales en la elección boliviana. Es importante que el grupo de Correa gane, que el grupo de Morales gane y que se restablezcan espacios de poder en la región.
Comprendo el silencio de Cristina por estas horas. Toda la derecha reaccionaria quiere ver a Alberto romper con Cristina. Es más, quiere ver a Cristina en la cárcel. Entonces les pido como si fuera un técnico de futbol: saquémonos el balde de la cabeza y veamos toda la cancha.
Sepamos ver que esa declaración errónea, equivocada, que le hace el juego a lo peor de la derecha latinoamericana, en definitiva es un episodio que lo va a rectificar la historia. Y la historia inmediata. Si nos dividimos vienen ellos, y vienen con todo. Vienen por el plan Cóndor 2.0 para llenar América de miseria en nombre de la libertad.
Quiero obrar con responsabilidad y que ojalá un llamado de Alberto con Maduro ayude a ordenar las cosas. En definitiva esa condena en el Consejo de DDHH tiene solamente un valor simbólico desde lo político, que no es menor, pero es simbólico.
por Luis D'Elía
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