El PRO atraviesa una situación desconocida. En su informalidad y su verticalismo, se parece más al peronismo que a la UCR. Sin un liderazgo centralizado se presenta como un partido desordenado. En el contexto de la competencia por la sucesión del líder nadie tiene la última palabra. Por eso Larreta y Bullrich, las dos figuras en competencia, pueden reivindicar distintas maneras de tomar decisiones y saldar conflictos. Las tensiones antes de las PASO funcionan como mini explosiones a cielo abierto. Se resuelven de modo provisorio, pero acumulan animadversión entre líderes y activistas de cada facción. Por ahora, los incentivos para no incendiar el campamento común permiten que el PRO se contorsione pero no se rompa.
Como mostramos en “El sueño intacto de la centroderecha”, tras su paso por el poder, dentro del PRO hubo dos diagnósticos de la derrota y, a partir de ellos, dos estrategias para retomar las reformas que no habían conseguido si lograban volver al poder. Para unos, faltó ampliar la base política, garantizar más fuerza en distintas provincias y votos aliados en el Congreso para hacer sustentables las decisiones de fondo. Más “consensos”, en términos de Larreta. Para otros, el problema fue no haber ido más rápido, doblegar los obstáculos que de todos modos siempre iban a presentarse. “Salir del clóset”, según Bullrich.
Hoy la estrategia “dura” avanza con ímpetu. La mala performance del Frente de Todos hace improbable que alguien defienda la moderación con que el gobierno de Fernández inició su camino. Nadie quiere parecerse a un experimento fallido. El auge de la extrema derecha también tracciona hacia una mayor nitidez ideológica. El sueño del gobierno de consenso sufre en esta Argentina tensionada. Los partidarios de la radicalidad creen que ahora sí hay terreno fértil para avanzar en la senda reformista. Pero unos y otros, en su puja desprolija, debilitan a ese bien común que los mantiene unidos. Y hacen que sus candidatos se vean, ante los ojos de una sociedad agobiada, como parte del problema más que de la solución. En medio del hartazgo y el sentimiento antiestablishment que habilita la persistencia de la crisis argentina, mientras dirime su interna el PRO tiene el desafío de no quedar del lado de “la casta”. Algo impensado para un partido nacido para representar “lo nuevo”.
* Mariana Gené y Gabriel Vommaro son sociólogos, autores de “El sueño intacto de la centroderecha” (Siglo XXI).
por Mariana Gené y Gabriel Vommaro
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