Un hombre de 53 años que cree que puede hablar con un perro muerto a través de una médium y que los clones que mandó a hacer de este animal le dan consejos sobre política y economía. Así resumido en apenas unas líneas parece el adelanto de una nueva película de ciencia ficción, de esas que a uno, después de verla, le queda la sensación de que al director se le fue la mano con la imaginación. Pero está lejos de ser eso. Es Argentina 2023, y esa persona es ni más ni menos que el próximo presidente. Es Javier Milei, un líder inestable en cuyas manos quedará el futuro de los 46 millones de ciudadanos.
La gran incógnita por estas horas, en la mente de todos los que habitan este país, es una: ¿Qué planea hacer Milei cuando llegue a la Casa Rosada? ¿Qué tanto cumplirá las promesas -muchas de ellas delirantes- que viene haciendo hace años?
Quien escribe estas líneas viene siguiendo al libertario desde hace años. Lo vio de cerca ya en su etapa de economista mediático, época en la que lo entrevistó varias veces -y donde fue testigo presencial de sus famosas rabietas- y luego estuvo desde la génesis de La Libertad Avanza cubriendo ese incipiente fenómeno. Fue un trabajo largo que se fue publicando semana a semana en la revista NOTICIAS, y que luego se plasmó en un libro de Editorial Planeta, hasta ahora la única biografía escrita sobre el próximo Presidente.
Aclarado ese dato -algunos medios del extranjero hasta se han animado a catalogar a este cronista como “el periodista que más sabe de Milei”-, la respuesta a las incógnitas puede parecer agridulce. Pero es la realidad: nadie sabe cómo gobernará el libertario. Nadie sabe si aplicará todo lo que dice que quiere hacer.
Y este no es un recurso periodístico para, como se dice en el barrio, tirarla al corner. Es que el corazón del fenómeno de Milei es justamente ese: lo desconocido. La primer capa del discurso del votante de La Libertad Avanza suele moverse de “es hora de probar algo nuevo” al tan mentado “es imposible una Argentina distinta con los mismos de siempre”. El hecho de que no haya experiencia histórica previa para compararlo es exactamente lo que lo hizo tan atractivo. Que prácticamente nadie -salvo algún economista muy estudioso- pueda documentar cómo funcionan las naciones donde desapareció la moneda nacional y se usa en cambio el dólar estadounidense, o que tal es eso de no tener un Banco Central -por nombrar sólo algunas de las medidas- es precisamente el motor de su ingeniería electoral.
Por eso es que el comentario es inevitable: nadie puede predecir con exactitud qué país se viene con el gobierno entrante. Esa es una realidad, además, exacerbada por la propia personalidad inestable de Milei, alguien que dice tomar decisiones en base a cosas como las charlas que tiene con los clones de su perro muerto.
Por lo tanto, todo es incertidumbre, salvo una cosa: el propio Milei. “El Loco”, como ya lo llamaban en sus años en el colegio Cardenal Copello, en Villa Devoto, es indomable. Tiene una furia, una fe mesiánica, en lo que cree que lo único que podría frenarlo es la propia realidad. Pero, como podrían atestiguar la mayoría de los actuales asesores del economista que una y otra vez le sugieren ideas o estrategias que él jamás escucha, nadie puede convencer a Milei de hacer lo contrario a lo que su cabeza le dicta. Y ese cerebro, un laberinto en el que conviven clones, brujos, médiums y Dios, sólo conoce una manera de estructurarse. Es la rígida Escuela Austríaca, que dicta que absolutamente todo lo que sucede en este mundo es un bien dispuesto a ser intercambiado (si el precio es correcto). Incluso un órgano. Incluso un niño.
¿Qué se puede esperar de un gobierno de Milei? Una cosa es segura: el hombre va a intentar hacer todo lo que su marco teórico, que para él es una manera de explicar la vida y no sólo la economía, le sugiere. Va a intentar hacer todo lo que prometió que iba a ser. Quizás después la propia realidad de este país inestable le ponga un freno, quizás lo haga la Constitución –y habría que repasar las palabras del Presidente de la Corte Suprema, Horacio Rosatti, en el evento por el aniversario de NOTICIAS-, quizá lo hagan los movimientos sociales o el sindicalismo.
Pero nada puede frenar a “El Loco”. Dios le pronosticó, piensa Milei, que tenía una “misión”, y que estaba destinado a ser presidente en el 2023. Eso se lo dijo en el 2020, tres años atrás. Nadie podrá bajarlo ahora de ese caballo.
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