No es fácil avizorar el devenir peronista, con el escenario electoral aún incierto. Todo indicaría que el FDT se encamina hacia una derrota de cierta magnitud, tras lo cual podría ocurrir una dispersión mayúscula de sus fuerzas junto al advenimiento de un gobierno mucho más a la derecha. En estos 40 años de democracia, ya sin Perón (el único “naturalmente” legitimado para superar los costos de los fracasos), de cada gran revés en las elecciones presidenciales, el justicialismo, que suele escapar a las figuras o estructuras perdidosas en su seno, se reconstituyó en torno a la emergencia de nuevos liderazgos: los “renovadores” Cafiero y, sobre todo, Menem, proyectados tras el inédito traspié de 1983; los del kirchnerismo, tras la salida del menemismo en 1999 y su frustrado intento de retornar en 2003. Cristina pudo sortear ese destino tras la derrota en 2015, aduciendo que el que iba en la boleta era Scioli, y luego siendo beneficiada por la comparación con la pésima posterior administración macrista.
Despegarse del fracasado gobierno de Alberto Fernández que ella misma diseñó, intentar contener los daños del declive y mostrar que aún conserva restos de poder e influencia (sobre todo, si mantiene la provincia con Kicillof) para liderar la oposición a una probable futura gestión de JxC serán algunas de las escasas herramientas de Cristina en el horizonte cercano. No le será fácil, por la profundidad de la crisis que aún promete arreciar hasta diciembre y los costos que el peronismo no kirchnerista le intentará hacer pagar a la Cámpora y sus aliados. Quizás asistamos al inicio de un ciclo terminal del kirchnerismo, con reconstitución de algunas de sus facciones y bases electorales yendo en otras direcciones, al tiempo que un nuevo salto en el proceso de fragmentación del peronismo tradicional, refugiado en las administraciones provinciales y locales, el aparato sindical y algunos movimientos sociales, todos bajo el “peligro” de ser tentados a las cooptaciones de un futuro poder cambiemita.
Estos meses le mellarán muchas posibilidades al peronismo de mostrarse como opositor genuino al evidente ajuste derechista por venir desde 2024, pues este ya ocurre desde ahora por vía inflacionaria. Eso afecta las expectativas de los Wado, Massa y Máximo. Pero algún nuevo liderazgo desde aquel posicionamiento es probable que ocurra.
*Hernán Camarero es historiador y profesor de la UBA.
por Hernán Camarero
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