"La danza es un amante cruel: si la dejás, te deja, pero una vez que se la conoce no hay vuelta atrás”, decía su maestra Olga Ferri. La alumna aprehendió. Después de un largo y arduo camino, la argentina Ludmila Pagliero llegó a ser una de las 16 étoiles del Ballet Ópera de París, compañía de prestigio internacional. Caso extraordinario para una bailarina extranjera que, además, no había estudiado en la escuela de la institución.
Es la primer latinoamericana en lograrlo. “Esa frase de Olga forma parte de mí. La danza es muy difícil, requiere mucha disciplina, mucho rigor y un trabajo diario e intenso. Aunque uno esté cansado o haya tenido función la noche anterior, hay que levantarse e ir a clase. La danza es una adicción”, sentencia.
En agosto pasado bailó por primera vez en Buenos Aires (sólo había participado en una gala por los 100 años del Colón). Fueron dos funciones junto a otras estrellas del Ballet Opera de París. Su trabajo- técnica impecable, sutileza y elegancia-, fue soberbio y su Cantadagio, con música de Mahler, conmovedor.
Noticias: Ferri le enseñó también a estar siempre lista.
Ludmila Pagliero: Sí, me decía: “Tenés que estar en las bambalinas con las puntas puestas, bien maquillada, bien peinada, lista para todo. Y si te preguntan si conocés ese rol, decís que sí. Tenés que aprender todo y cuando no estés bailando, tenés que observar”. Fue una gran enseñanza, porque esas cosas suceden. Ella me enseñó a ser trabajadora y humilde, la humildad es fundamental; y respetuosa con el arte, con mi cuerpo y con los maestros.
Noticias: ¿Por qué sostiene que el ballet es más que el baile?
Pagliero: Porque hay que conocer la técnica, los pasos, la postura, pero también las intenciones, el personaje, su estado emocional, la historia. La ejecución tiene que venir del sentimiento, hay que ponerse en la piel del personaje.
Noticias: ¿Qué pasa con sus sentimientos cuando baila?
Pagliero: Siempre es diferente. Uno nunca logra tener algo establecido, al día siguiente se levanta y tiene la impresión de que no aprendió nada, y después todo sale fácilmente y se lo disfruta al máximo. Antes de entrar a escena siento una emoción muy fuerte, la adrenalina que crece, el corazón que palpita, pequeñas dudas o miedos y, de repente, salgo al escenario y todo eso ya pasó. Entro en el personaje, en la historia, en el disfrute, en la comunicación con el partenaire, esa relación que se hace mirándose a los ojos, tocándose. Y cuando termino llega el sentimiento que produce el intercambio con el público.
Ludmila Pagliero parece frágil, pero dista de serlo. Delgada casi al extremo (mide 1,65 y pesa 48 kilos), la piel muy blanca, la mirada tranquila, la voz suave, habla español con marcado acento francés, gracias a los diez años que lleva en París. Su historia habla por sí sola “Mi familia era muy humilde, mi papá electricista y mi mamá una ama de casa que en algún momento trabajó por horas y ahora es masajista y reikista. No eran amantes de la música clásica ni de la danza, y no podían permitirse ir al Colón.
Lo descubrieron junto conmigo. El único artista era mi abuelo, asistente de dirección. Yo le decía a mamá que quería moverme y ella me mandó a danza jazz a los ocho años. La maestra me vio condiciones y sugirió que probara el clásico. Hice seis meses y después entré en la escuela del Colón, y a los 16 me contrataron del Ballet de Santiago de Chile”, recuerda.
Noticias: ¿Cómo es su rutina en la compañía?
Pagliero: Una clase de hora y media y después los ensayos, desde el mediodía hasta las 4 de la tarde, sin pausa, y de 4,30 a 7. Cuando hay función terminan a las 5,30 y tenemos dos horas para prepararnos y descansar. De 7,30 a 10 es la función. Tenemos un día de descanso, el domingo, por ejemplo. Pero si el lunes hay que bailar, la mayoría de los bailarines toma clase ese domingo porque el cuerpo necesita prepararse.
Noticias: La danza es una adicción, entonces.
Pagliero: Sí, lo bueno es que mi vida no pasa sólo por el baile. Necesito pensar y ver otras cosas, y relacionarme con otro tipo de gente.
Noticias: ¿Qué le gusta hacer?
Pagliero: Leer biografías de escritores, políticos, tenistas, artistas de rock. La danza es muy cerrada, una microsociedad que absorbe mucho. Entonces, me gusta ver otras realidades. Mi pareja es abogado, mis amigos son abogados, periodistas, otro mundo. También me encanta estar en contacto con la naturaleza y los animales y, aunque esté de vacaciones, sigo en movimiento. Hago trekking, ando en kayak, estoy por hacer cursos de escalada. Sueño con ser alpinista y subir el Aconcagua.
Fotos: Pablo Puente. Producción: Esteban Vedia. Peinó: Sebastián Gomez para Estilo Sebastián. Ropa: Vevû Prive; Square; Ona Saez. Agradecemos a Asia de Cuba.
por Cecilia Escola
Comentarios