Miguel Ángel Pichetto es un adelantado. Antes de que la gran mayoría de los políticos largue con la campaña, el ex candidato a vicepresidente de Mauricio Macri ya empezó a girar por el país. No lo hace como candidato, sino como líder de un nuevo espacio que busca arrastrar votantes justicialistas desencantados a Juntos por el Cambio. Aunque no solo es eso, porque de ilusiones está hecha la vida: cuando le preguntan si se imagina peleando por el sillón de Rivadavia en dos años, no se esconde: “Así como el PRO pondrá uno y el radicalismo dice que también llevará el suyo, también tendremos candidato a presidente”. Tiene grandes planes para su flamante Peronismo Republicano.
No son todas flores. Algunos pejotistas que quedaron deambulando por Juntos por el Cambio desconfían de sus intenciones. No lo ven como un armado autónomo que busca más electores para la coalición, sino como un apéndice del macrismo: “Miguel está con un problema de posicionamiento, no encuentra su identidad. Hoy para muchos Macri es hasta una mala palabra y a él, en su acto, lo elogió mucho. Ningún peronista se va a acercar si está pintado de amarillo”, asegura un ex funcionario.
Hay una cuestión indudable: el ex candidato a vice vio el hueco cuando su ex compañero de fórmula responsabilizó del fracaso de su gestión a los dos justicialistas más reconocidos del espacio: “Nunca debí haber delegado la negociación política y yo la delegué en los filoperonistas, tanto en la Cámara de Diputados y los gobernadores”, dijo en referencia a Emilio Monzó y Rogelio Frigerio. Ahí está el negocio de Pichetto: en el río revuelto que genera el fuego amigo entre Macri y estos dos dirigentes, él sacó su caña e intenta pescar referentes de distintos distritos.
Gira de Macri
El 11 de marzo, Pichetto encabezó un acto en el club San Miguel Rugby, ubicado en esa localidad bonaerense. La mesa chica, que lo acompañó en el escenario, la integran el ex intendente de San Miguel, Joaquín De la Torre; la dirigente peronista, Claudia Rucci; y el senador nacional por Salta, Juan Carlos Romero. Dentro del espacio también agradecen el apoyo de dirigentes de la vieja camada como Eduardo Menem, Carlos Corach o Miguel Ángel Toma. Todos lejos de los K.
El discurso estuvo concentrado en la provincia de Buenos Aires, objetivo principal del espacio. Y marca otro quiebre en la carrera política de Pichetto: de consolidarse de cara a las legislativas, sería la primera vez que se candidatee por el distrito donde nació, ya que siempre que fue electo diputado o senador lo hizo representando a Río Negro.
En paralelo, Pichetto ya empezó a moverse por el país: desembarcó en Mendoza, primero, y luego en Entre Ríos, distrito en el que está trabajando Rogelio Frigerio.
En el entorno de ambos dirigentes dicen que hay un diálogo fluido y que se tienen cierta estima. Como muestra de esa buena relación, recuerdan que a Pichetto lo convenció Frigerio de ser candidato a vice de Macri.
La gira continúa: tendrá un viaje a Santa Fe y ya distribuyen un flyer con un acto para el 22 de abril en Florencio Varela. “Lanzamiento nacional”, dice la publicidad, aunque ya se hayan acumulado las presentaciones. Y una curiosidad más: nombra el espacio como Alternancia Republicana Federal, en vez de Peronismo Republicano, la denominación con la que se dio a conocer hace menos de un mes.
Los desencantados del macrismo
Para lograr su objetivo, Pichetto y De La Torre tendrán que hacer mucho equilibrio. Quieren atraer a los peronistas que se fueron bajando del barco del Frente de Todos, que no han sido pocos en esta primera etapa de gestión de Alberto Fernández. Pero la figura Pichetto en el lanzamiento de la corriente que comparte con De la Torre y Claudia Rucci. Lo apoyan viejas caras como Eduardo Menem, Corach y Toma. Peronismo no K de Macri, que apadrina el espacio, los limita.
La oferta es amplia para el votante del PJ. Puede elegir al oficialismo o sumarse a la oposición por la pata peronista de Juntos por el Cambio. Aunque algunos dirigentes estarían pensando en una tercera vía: una encuesta de Giacobbe y Asociados, que se publicó a fines de febrero, trajo a la escena un nombre que había quedado en el olvido. El ex ministro del Interior, Florencio Randazzo, reapareció con un 11,6% de imagen positiva: nada mal para alguien que se había alejado tanto de la escena política.
Esa es la pelea que se viene dentro del justicialismo: ver quién logra captar los votos de los que se bajaron del barco de Alberto Fernández, un Presidente con una caída de imagen cada vez más pronunciada.
Dirigentes históricos del PJ están mostrando los dientes. Como el ex secretario de Comercio, Guillermo Moreno, que dice que el Presidente “usurpó” el partido y llamó a una “desafiliación masiva”.
Bajo ese panorama de desencanto, Pichetto quiere traer agua para su molino. Sería la forma de contribuir con Juntos por el Cambio, pero también de revalorizarse y posicionarse nuevamente como un actor clave en el armado político.
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