Friday 26 de April, 2024

POLíTICA | 06-03-2020 17:02

Los planes de Julio De Vido libre

Quiere recuperar protagonismo en el PJ. Su vieja enemistad con Alberto. Visita a Boudou. Planes de Cristina para liberar a Milagro Sala.

Exaltado y con pocas horas de sueño, Julio Miguel De Vido baja las escaleras de Comodoro Py y levanta las manos con los dedos en “V”. Con una leve sonrisa se encamina al auto que lo espera en la rambla de los tribunales federales, los mismos que Alberto Fernández pretende desmantelar. Viene de contestar preguntas de los periodistas que lo abordaron en los pasillos del edificio, pero tiene tantas ganas de hablar que esquiva el vehículo y se acerca a los móviles de radio y TV que lo esperan con una frase fallida: “El odio va a triunfar siempre sobre el amor”, lanza el ex ministro de Planificación K, que acaba de firmar el acta de liberación.

El “preso político”, según el kirchnerismo duro, “detenido arbitrariamente”, para el moderado albertismo, se corrige rápidamente, invierte la frase y antes de retirarse lanza dardos contra la Justicia, el macrismo y los “mentecatos y temerosos” que lo dejaron solo por miedo a las tapas de los diarios. “Cagones”, les dirá más tarde.

Es jueves 5 de marzo por la mañana. Hace menos de 24 horas que De Vido se enteró del fallo exprés que consiguió su abogado, Maximiliano Rusconi, en la causa por desvío de fondos en la mina de Río Turbio que lo tiene detenido desde el 25 de octubre de 2017, con domiciliaria desde noviembre pasado. Cuando recibió la noticia de que por fin podría traspasar la tranquera de su casa en un country de Zárate, meterse a la pileta sin riesgo de activar la tobillera electrónica, visitar a sus compañeros en el penal de Ezeiza y volver a la escena pública como aliado de Cristina Kirchner pero opositor al Presidente, terminaba de comer un asado con dirigentes porteños de ATE.

Era la hora del café y la charla ya había pasado por la actualidad política del país y las notas que De Vido había dado en los últimos días, cuando recibió el llamado de su abogado que le confirmó la libertad. Su esposa, Alessandra “Lali” Minnicelli, fue la más eufórica y la pareja se fundió en un abrazo de celebración que se interrumpió cuando el teléfono empezó a sonar con saludos.

Ni Alberto ni Cristina marcaron su número en ese momento. El arquitecto sobre el que pesan una decena de causas por corrupción y una condena sin confirmar por la tragedia de Once, tampoco esperaba sus llamados. Mucho menos de parte del Presidente, con quien arrastra una pésima relación desde los tiempos de Néstor y a quien cruzó por Twitter cuando dijo que en Argentina no hay presos políticos, sino detenciones arbitrarias. “Escuche a su presidenta y mentora”, “lea el Nunca Más”, “lea la investigación de Ramos Padilla, usted es penalista y entenderá rápidamente que las instrucciones de todas nuestras causas fueron políticamente armadas, lawfare le llaman”, lo increpó con respecto, pero sin piedad. Intentando dejarlo en ridículo.

Aunque recuperó la libertad en los primeros 90 días del nuevo gobierno peronista, De Vido no siente que tenga que agradecerle. En su primer día libre quiso dejarlo en claro: “Mi libertad no es por el gobierno de Alberto, es porque Macri no está más. Mi libertad es producto de la voluntad popular”.

Agenda. Ahora que dejó las cuatro paredes de su casa por decisión del Tribunal Oral en lo Criminal Federal 1, De Vido tiene una prioridad y una lista de objetivos políticos. Lo primero será visitar en la cárcel de Ezeiza a Amado Boudou y Luis D’Elía, quienes junto a Milagro Sala integran el grupo de “presos políticos oficiales”. Al secretario José López, el hombre de los bolsos en el convento, lo considera “del otro lado de la grieta, parte del odio, de la traición y del macrismo”.

Después, quiere enfocarse en volver a influir en el PJ y buscar penas para quienes lo pusieron tras las rejas. “Julio ahora va a caminar por las calles y se va a encontrar con el liderazgo pendiente que heredó de Néstor, se va a poder tomar un café con Cristina, cruzarse con Alberto, ir a la Casa de Gobierno y a los ministerios”, anticipó con desmedido optimismo Santiago Cúneo, el candidato a gobernador de De Vido en las últimas elecciones, cuando quiso competir desde prisión para volver a ser diputado. Entonces, su boleta logró 16 mil votos y no consiguió superar el piso de las PASO para competir en octubre.

El ex ministro acusado de ser “el cajero de Kirchner” desde que gobernaba Santa Cruz, postula a Gildo Insfrán para conducir el PJ y sostiene que hoy el peronismo “está en default” dentro del Frente de Todos. Sus principales blancos son el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, el canciller Felipe Solá, el embajador en Estados Unidos, Jorge Argüello, y el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz. Al grupo de fieles de Fernández lo considera parte del “pseudo-peronismo de Capital”.

Los únicos a los que valora del Gobierno (y con quienes tiene relación) son el secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla, y el secretario de Justicia, Juan Martín Mena. Ambos con línea directa a CFK y Oscar Parrilli.

“Yo no soy parte del oficialismo, tengo mucha fe en el liderazgo de Cristina, pero en el conjunto del Frente de Todos, no”, lanzó De Vido mientras el Gobierno mantenía un incómodo silencio. Ante la pregunta de NOTICIAS, Cafiero sólo contestó con formalismos: “No comentamos los fallos judiciales, así que hagan su trabajo con independencia”.

Las principales críticas que sincera De Vido pasan por la política económica y el tratamiento de Fernández a la deuda externa. A la reforma judicial anunciada no la ataca ni la defiende: considera que es positiva, pero “no cauteriza las heridas que dejó el macrismo en la Justicia”. Y en eso coincide con los asesores judiciales más cercanos a Cristina.

De Vido cree que no hace falta ninguna reforma para avanzar contra los jueces, fiscales, peritos y hasta el Poder Legislativo que lo puso tras las rejas. ¿También contra sus compañeros de bancada que se ausentaron el día que se aprobó su desafuero? No, ese destrato ya quedó en el pasado.

“No voy a pedirles cuentas a los compañeros que no tuvieron el coraje de bajar y defenderme, sino al Congreso como institución”, repite el diputado que fue despojado de sus privilegios en 2017. Aunque no le tiembla la voz para calificarlos de “entregadores”.

Alineado. Aunque Cristina Kirchner nunca lo visitó en la cárcel, evitó saludarlo en la sala del juicio que compartieron por la causa Vialidad y no le dirige la palabra, De Vido se sigue sintiendo su soldado. La considera la principal perseguida política, su conductora y la impulsora del proyecto que avanza en el Senado para intervenir la Justicia de Jujuy.

“Cristina, desde el Senado, está generando la posibilidad de intervenir la Justicia de Jujuy ante las irregularidades contra Milagro Sala”, fueron las palabras de De Vido que hasta ahora nadie pronunció con tanta claridad. Se refiere al proyecto del senador kirchnerista jujeño Guillermo Snopek, hermano de Tulia Snopek, con quien el gobernador radical Gerardo Morales se casó a fines de 2018, en una llamativa boda indígena.

Al grito de “no vamos a permitir esta intromisión”, Morales encabezó el miércoles 4 una marcha multitudinaria contra el proyecto de su cuñado. Lo hizo a pocas horas de visitar la Casa Rosada y tras despegar al Presidente de la iniciativa. “Yo le creo, él no avala la intervención”, aseguró Morales y apuntó a una “campaña de desprestigio montada por los sectores más radicalizados del kirchnerismo”.
Ese mismo día, De Vido recuperó la libertad y volvió a pedir por la líder tupamara. Si todo sale como planean, pronto volverán a caminar juntos por la calle. 

 

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Daniela Gian

Daniela Gian

Periodista de política.

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