Por estas horas, el presidente Alberto Fernández define la agenda y la comitiva que lo acompañará en su gira asiática, y en los encuentros con Vladimir Putin en Moscú, y con Xi Jinping en el marco de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno en Beijing.
Dos de los máximos referentes políticos mundiales, sin duda alguna, pero también de los más denunciados. Putin llegará a la reunión con Alberto Fernández probablemente en uno de sus peores momentos de su imagen internacional, al borde de la guerra con Ucrania (si no sucede antes), y enfrentado a la OTAN y Estados Unidos.
En ese contexto, el “respaldo” del gobierno argentino, que pondera a Putin como socio en temas de salud y ciencia, seguramente intente ser puesto en valor por la diplomacia argentina, comandada por Santiago Cafiero, que hace solo una semana viajó a Washington para aceitar la relación con la Casa Blanca y conseguir ese apoyo en la renegociación con el FMI.
"Los encuentros en estos tiempos de pandemia son excepcionales, por lo que se pone de manifiesto la importancia que le da Rusia a la relación con Argentina. Descuento que vamos a tener el apoyo de ellos dentro del FMI", aseguró Eduardo Zuain, embajador argentino en Rusia.
Las conversaciones entre Fernández y Putin girarán seguramente en torno a las vacunas Sputnik V: Argentina pidió a la OMS que apruebe la vacuna rusa, todo un gesto que Moscú debería valorar. Además Argentina fue el primer país en aplicarla, y también la produce localmente con la intención de venderla a vecinos con menos acceso a vacunas.
Desde lo económico, se buscará pasar la gorra y poner sobre la mesa una lista de posibles inversiones. Según Zuain existe una "predisposición positiva" de Rusia hacia "todo planteo argentino", no solo en las negociaciones con el FMI. “Rusia va a examinar las posibilidades de alguna ayuda financiera porque es un país sólido en materia económica y tiene todas las posibilidades”, se entusiasman.
Las bases para ese diálogo se cerraron el pasado 7 de diciembre, en un almuerzo en Casa Rosada, donde Alberto Fernández recibió a autoridades del Fondo Ruso de Inversión Directa, ejecutivos de empresas y representantes de bancos rusos para avanzar en asociaciones sobre diversos sectores estratégicos.
En China
Xi Jinping sufre en tanto el boicot de varias naciones a los Juegos Olímpicos, en respuesta a las denuncias de organismos internacionales por violaciones a los derechos humanos y abusos contra los uigures: Estados Unidos empujó la sanción diplomático a la que se sumaron Australia, el Reino Unido y Canadá.
Jen Psaki, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, explicó que la decisión respondía a “genocidio y crímenes de lesa humanidad en Sinkiang”, una región en el noroeste de China: el gobierno de Xi Jinping ha arremetido con dureza contra los uigures y otras minorías étnicas, buena parte de ellas musulmanas, en esa región; en las que realizó detenciones masivas y esterilizaciones.
Acusaciones que el gobierno de Xi Jinping silencia por la fuerza, aplicando una dura censura a medios de comunicación locales y redes sociales, para marcar los límites de la discusión dentro de su propio territorio: si el gobierno alguna vez intentó apaciguar a sus críticos para que los juegos fueran un éxito, hoy los desafía.
“Pekín 2022 no solo mejorará nuestra confianza al hacer realidad el gran rejuvenecimiento de la nación china. Mostrará una buena imagen de nuestro país y demostrará el compromiso de nuestra nación al construir una comunidad con un futuro compartido para la humanidad”, marcó Xi, preparado para adjudicarse un tercer mandato como líder.
En contraste con la imagen del régimen represor que populariza occidente, China quiere proclamar la visión arrolladora de una nación próspera (como lo hizo Putin con el Mundial de fútbol en 2018) y más segura bajo el mando de Xi, el líder más poderoso del país desde Mao Zedong.
Por eso, la asistencia de Alberto Fernández el 4 de febrero a la inauguración de los XXIV Juegos Olímpicos de Invierno, que se extenderán hasta el 20 del mes próximo en la capital Beijing y en Zhangjiakou, es un guiño que se busca no pase inadvertido en este contexto: “Tenemos una comisión de tratamiento binacional respecto a temas comerciales”, enfatizan desde Cancillería.
La idea del Gobierno es “robustecer la presencia" de China en la Argentina, donde el gigante asiático ya posee “el 7,5% de la matriz energética”, un porcentaje que la gestión de Fernández “tiene intenciones de aumentar en base a la cooperación”.
Y se firmaría el convenio Conuar (Combustibles Nucleares Argentinos) y habría anuncios que involucrarían a la mendocina Industrias Metalúrgicas Pescarmona (Impsa). Conuar e Impsa “están en conversaciones para el mantenimiento en suelo chino de centrales de tipo Candu”, que utilizan uranio no enriquecido y se refrigeran con agua pesada, tecnología en la Argentina es referente mundial.
Hace algunos días, Xi Jinping, le comunicó por carta a Alberto Fernández, que su país estaba dispuesto a encarar "una asociación más estrecha y dispuesto a fondear iniciativas de beneficio mutuo", y a "trabajar con Argentina para promover la cooperación de alta calidad".
Desde la Cancillería local y el ministerio de Economía, que dirige Martín Guzmán, aspirarían a 16 líneas de créditos blandos para infraestructura y el pago de deudas. Cheques que podrían dar oxígeno a la economía argentina si se complica el acuerdo con el FMI, o justamente para saldar una parte de esa deuda que apacigüe al organismo internacional de crédito.
Comentarios