Hay algunos campos y profesiones en los que las rachas cuentan. No solo en el fútbol, el deporte más famoso del país, en el que se entiende que una vez que entra un gol lo acompañan varios más. En la política esa realidad también se repite, y Horacio Rodríguez Larreta puede dar fe. Luego de trepar, pandemia mediante, a lo más alto de las encuestas de imagen, el viernes 12 ocurrió una inesperada situación que otra vez lo volvería a colocar en el centro de la escena. Aquel mediodía se vieron la cara por primera vez desde que dejaron la gestión, y luego de duros cruces, María Eugenia Vidal y Emilio Monzó. Ese encuentro, que se suponía secreto y en el que también participó Martín Lousteau, se viralizó luego de que a la ex gobernadora le diera positivo su test de Covid. A pesar de lo desafortunado de la situación, la imagen que trascendería en los medios, y que sobre todo pegaría en la dinámica interna de Juntos por el Cambio, sería la del jefe de Gobierno porteño como el cacique entre tantas figuras, en un momento en el que arde el debate por quién será el líder de la oposición. No hay mal que por bien no venga. Los días que siguieron al positivo de Vidal fueron frenéticos en la sede del Gobierno porteño. Se hisopó Larreta, todo su Gabinete y todos los que estuvieron en contacto con ellos. Aunque ahora pasó el tsunami, fueron momentos intensos: al cierre de esta edición cinco funcionarios de la Ciudad habían dado positivo, y se temió que esa ola alcanzara a varios más. De hecho, desde entonces la orden es reducir al mínimo la dotación de personas en la sede gubernamental de Parque Patricios, y son muchos los políticos que no pisan el lugar desde el caso de Vidal, el martes 18. Pero, aunque la pandemia los unió para aquel almuerzo, el tema de fondo es, siempre, la política. Aunque nadie lo planteó así en el encuentro, una de las dudas que flota en ese ambiente, y que supo dividir en el pasado a Vidal y a Monzó, es quién mandaría en la provincia de Buenos Aires. Desde Parque Patricios cuentan que, por ahora, el ex presidente de la Cámara de Diputados aceptó, luego de años de mantenerse en rebeldía, la preeminencia de la mujer sobre el terreno que viene de gobernar. Es que a nadie se le escapa algo que parece claro: Vidal se prepara para ser candidata a diputada bonaerense en 2021. Su centralidad mediática, luego del romance con Quique Sacco y de su flamante condición de paciente asintomática, está fuera de discusión. Queriéndolo o no, siempre se las arregla para ser noticia. Para la batalla siguiente a esa, la del 2023, falta tanto que lo único claro es que seguro habrá competencia: ni Monzó, ni Cristian Ritondo ni Jorge Macri planean bajarse de la pelea por la gobernación, y también viene pidiendo pista Diego Santilli. Igual, desde cerca de Vidal desestiman que intente repetir en la Provincia. “No sé si ella quiere, pero los ‘Mariu boys’ la quieren convencer para que se mande a la próxima presidencial”, cuenta un funcionario que la conoce bien. Por eso el encuentro era importante para limar asperezas y acercar posiciones, algo en lo que colaboró bastante Lousteau. El senador, que visita semanalmente a Larreta, ganó lugar en Juntos por el Cambio desde fines del año pasado y, además, aparece como un gran enigma: a la UCR, el partido al que formalmente responde, no le hizo ninguna gracia verlo tan compinche con Larreta, y en Parque Patricios juran desconocer las intenciones a futuro del breve ex ministro de Economía del kirchnerismo. Sin embargo, es todo un dato que de todos los rincones de Juntos por el Cambio repitan, al menos para las declaraciones, lo mismo: “Lo importante es mantenernos juntos”, y no termina de quedar claro si el ex presidente, que viene de reunirse con Larreta, está dentro o fuera de esa unidad. “No creo que Mauricio quiera ser candidato”, es otro mantra que se repite en el ala dialoguista de la oposición. ¿Deseo o información? Además, la bronca por la causa del espionaje empieza a crecer. En el larretismo pasaron de minimizar el tema a oscilar entre la preocupación y el enojo. Virus. Los días antes del anuncio de la nueva extensión de la cuarentena, fueron movidos en la Ciudad. No sólo porque se preparan para endurecer las medidas -aunque aclaran que no será igual a la fase 1-, sino porque, por ejemplo, cuentan que el lunes 22 Larreta tuvo que insistir para frenar a Axel Kicillof. Se habían juntado en Olivos, con Alberto Fernández, y el gobernador quería anunciar ahí mismo los nuevos controles. Larreta logró estirar la decisión unos días más pero el coronavirus, y la ocupación de camas de terapia intensiva que ya llegó al 52% en el AMBA, no dejan mucho margen. Pero, aunque la pandemia está por llegar a su punto más duro, hay cada vez más voces cerca de Larreta que piden que se acelere la distancia con el Gobierno.
POLíTICA | 01-07-2020 11:41
Vidal y el PRO: la interna del Coronavirus
La ex gobernadora resurge a partir de una desgracia. Larreta, Macri y los planes electorales para 2021 y 2023. Alarma e hisopados.
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