** Cuando debutó en la pantalla de Telefe, a mediados de 2015, “El gran bartender” se propuso como un reality cuyo objetivo era encontrar, entre dieciocho participantes de todo el país, elegidos en un multitudinario casting, quien era el mejor en preparar tragos. En aquel momento, el codiciado premio consistía en 100.000 pesos en efectivo y un paseo por exclusivas tabernas londinenses.
Para evaluarlos, se convocó a un experimentado jurado integrado por Bobby Flores, popular musicalizador, disc jockey, conductor, escritor y empresario de rock, conocedor de los mejores bares internacionales; Inés de los Santos, entre las primeras bartenders mujeres de Argentina, y jefa de barra de reconocidos establecimientos gastronómicos porteños; y Federico Cuco, una de las caras más reconocibles de la coctelería autóctona.
En esa primera y exitosa temporada, el programa fue presentado por la solvente periodista Martina Soto Pose que, a lo largo del ciclo, explicaba muy bien los múltiples desafíos en torno a las diferentes bebidas, ingredientes y técnicas, que ponían a prueba la destreza, creatividad y actitud de cada competidor.
Un público ávido de contenidos y productos asociados a la buena vida, y el disfrute y la experiencia que brinda saborear una bebida, o la combinación de varias de ellas, con los más diversos ingredientes, acompañó el envío. Por eso, al año siguiente, se estrenó su segunda temporada, pero con la conducción de la bella y dúctil Agustina Casanova.
En 2018, el programa se convirtió en una coproducción argentino-chilena para buscar al mejor barman de Chile, Argentina y Uruguay. Nuevamente contó con la guía de Casanova, acompañada por el locutor y presentador trasandino Karol Lucero y se exhibió en ambos países.
Estos antecedentes impulsaron su regreso adaptado a la realidad mundial que impone la pandemia del Covid-19, con distanciamiento social y protocolo sanitario; por lo cual, se decidió concurrir al domicilio de un famoso, donde Inés de los Santos, le enseña a preparar un trago. Algo que resulta curioso dada la prolongación de la cuarentena.
El resultado del nuevo formato no es igual y se nota demasiado. Por empezar, de los Santos, aunque sabe muchísimo de su metier, carece del ritmo vital para llevar adelante un envío televisivo. Entonces, todo queda librado al timing del anfitrión que, en el caso del humorista Freddy Villarreal, lo hizo más ameno. Sin embargo, la sensación final es como beber un aperitivo muy liviano, en vez de una bebida espirituosa.
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