Los cielos de Madrid son únicos. No es casual que al levantar la vista se hable de los cielos “velazqueños”, porque fue el genial pintor barroco Diego Velázquez el que mejor retrató esos cielos enmarañados de la capital española donde el azul y el gris juegan como en un lienzo. Y podemos disfrutarlos picando una tapa en alguno de los restaurantes de moda que se abrieron en las azoteas de edificios históricos, escuchando un concierto al aire libre, o simplemente tomando una cerveza en alguna plaza de la ciudad.
Madrid descubrió sus azoteas hace unos años y desde entonces los bares y restaurantes en los últimos pisos no paran de inaugurarse.
Uno de los imperdibles es la Azotea del Circulo de Bellas Artes (Calle de Alcalá, 42) ubicada en el último piso del edificio histórico ubicado a pasos de la Gran Vía. Hay que pagar una entrada (alrededor de 5 euros) pero créame que vale la pena, porque a los pocos minutos estará tomando un gin-tonic rodeado por una vista panorámica de 360 grados de Madrid, en una terraza con todo el estilo que incluye una estatua gigantesca de la diosa Minerva. Varios hoteles se sumaron a la tendencia de azoteas para disfrutar, como el hermoso Hotel de Las Letras (Gran Vía 11), el Meliá de Reina Victoria (Plaza de Santa Ana, 14), el ático del elegante NH Casa Suecia (Marqués de Riera, 4), y hasta hostels sin pretensiones pero con mucha onda como The Hat (Calle Imperial, 9) a pocos metros de Puerta del Sol.
Otra de las atracciones del verano son las actividades del programa Veranos de la Villa (www.veranosdelavilla.com) que el Ayuntamiento de Madrid organiza en distintos espacios abiertos de la ciudad.
Parques, plazas, piscinas, auditorios, centros culturales y hasta cementerios se convierten en escenarios artísticos a medida que cae el sol. Durante más de diez semanas se suceden los eventos que van desde el homenaje a Camarón de la Isla, de quien se cumplen 25 años de su muerte; a un concierto experimental de 8 horas donde se puede ir con una reposera para dormir sin culpa, una maratón de Dj’s en las piletas de Casa de Campo, o asistir a un espectáculo de danza contemporánea de Dimitris Papaioannou, considerado por los críticos como el sucesor de la genial Pina Bausch. Sin olvidarnos de las proyecciones de cine al aire libre que se convirtieron en uno de los programas preferidos de los vecinos de la ciudad.
Para terminar la noche, lo mejor es sentarse en alguna de las plazas a tomar una caña y dejar el tiempo pasar. Puede ser en la Cervecería Alemana (Plaza de Santa Ana, 6) uno de los bares preferidos del escritor Ernest Hemingway, quien se quedaba horas mientras escribía sus apuntes para los artículos la revista Life. Porque si bien Hemingway hizo famoso aquello de que París era una fiesta, lo cierto es que el corazón del escritor estaba en Madrid. Una ciudad fascinante que en verano se convierte en una celebración, en la que todos somos bienvenidos.
*Escritor. Autor de la "Guía Mapa de Madrid".
por Julián De Dios*
Comentarios