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CULTURA | 11-03-2017 00:00

Donald Trump: ¿De qué nos reímos?

¿Por qué burlarse todo el tiempo del presidente de los Estados Unidos puede ser un error? Aquí, el análisis de un especialista en humor político.

Fue difícil hacer chistes o reírse de Barack Obama pues se trataba de una persona mesurada, culta, respetable, sobria y calma. No sucedió lo mismo con Donald Trump, un personaje –de acuerdo con el psicólogo Dan P. Adams en “The Mind of Donald Trump”– desmesurado, rudo, exuberante, narcisista, arrogante, desagradable, extrovertido, implacable, enojadizo, agresivo, grosero, enérgico, duro, tenaz, amenazante, autoritario y… carismático. No está de más aclarar que la palabra “trump”, en inglés, significa triunfo, éxito, ganancia; mientras que “trump up” es falsificar. Algunos chistes:

¿Por qué Donald Trump prefiere a ET por sobre los inmigrantes ilegales? Porque ET eventualmente regresa a casa.

¿Cuál es la nación favorita de Donald Trump? Discrimi-nación.

¿Cómo es posible que cada vez que digo algo malo me meto en problemas mientras que cada vez que Donald Trump dice algo malo obtiene más seguidores?

Hubo muchos chistes y bromas sobre él antes de que fuese presidente de los Estados Unidos. En la cena anual de 2011 con los corresponsales de la Casa Blanca, Barack Obama bromeaba diciendo que Trump “ciertamente traería algunos cambios en la Casa Blanca” mientras podía verse en la pantalla una imagen del “Trump White House Resort and Casino” lleno de columnas doradas y carteles de neón púrpura.

Los chistes sobre Trump se han convertido en una realidad pero, al decir de un europeo desconcertado, el resto del mundo ya no se ríe como antes, ahora siente temor. Judd Apatow, productor y comediante, tuiteó en la noche de la elección: “si hay algo que no quiero ver ahora, es algo gracioso. Por lo aterrador y decepcionante que es todo esto”. Lo cierto es que la gente temerosa de Trump, olvida que se trata de un país que eligió a George W. Bush dos veces, y eso tampoco es gracioso.

Material de humor

Trump dará lugar a muchos chistes, no sólo por sus posturas ideológicas extremas sino también por los errores y equivocaciones que cometa, algo que ningún político puede evitar, y mucho menos si se trata de un fanfarrón sin experiencia. Pero satirizar a Donald Trump en espectáculos televisivos fue un asunto controvertido, ya que la fusión de entretenimiento, burla, humor y política fueron parte de lo que permitió su impresionante ascenso político.

Programas como “Saturday Night Live” (SNL) lo tuvieron como invitado mientras el humorista Jimmy Fallon jugaba tontamente con su cabellera. Esto hizo de Trump un personaje nada peligroso, por el contrario, lo convirtió en alguien querible y aceptable; lo cual no es bueno, pues el humor debe ser un importante medio de crítica, cuestionamiento y resistencia.

Burlarse de Trump durante la campaña pudo haber sido una gran equivocación, lo mismo que tratar de avergonzar a los estadounidenses que lo votaron, como sucedió en la Argentina menemista (“nadie lo votó” en la segunda elección). Quienes votaron al rubio con extraño peinado rechazaron a la “clase política” (“¡que se vayan todos!”) y eligieron a un outsider, a un no-político multimillonario.

La sátira es un arma poderosa y no les gusta a los que están en la cima, como escribió Bertold Brecht: “No se debe combatir a los dictadores, hay que ridiculizarlos”. En enero de este año, Alec Baldwin hizo una impecable y muy graciosa imitación de Trump en SNL, mofándose de sus dichos y personalidad de bobo irascible, dando detalles de cómo sería su ceremonia de inauguración el 20 de enero, y dijo: “Quiero empezar por contestar lo que está en la cabeza de todos: sí, esto es real, esto realmente está pasando”. Esta imitación fue muy convincente al punto de que el diario dominicano “El Nacional” publicó una foto del artista confundiéndolo con el presidente. A Trump no le gustó la sátira, provocó su irritación y escribió un tuit: “SNL es lo peor de NBC. No son graciosos, el elenco es terrible… ¡Realmente mala televisión!”. El disgusto de Trump por la prensa es generalizado.El poeta Juvenal, autor de las “Sátiras”, se preguntaba “¿Quién vigilará a los vigilantes?” La respuesta tácita era “los satíricos”. Y así debe ser, la función de los humoristas (así como la de los académicos, intelectuales, periodistas y otros) es esa: vigilar para evitar la pérdida de libertades o, peor aún, la caída en extremos como los vividos en el siglo XX.

Contracara

También existen chistes y caricaturas favorables a Donald Trump, como los siguientes:

“En el año 2021, después de cuatro años de gobierno de Trump, un padre y su hijo, paseando por Manhattan, llegan al monumento conmemorativo del World Trade Center.

—¿Qué es eso? —pregunta el hijo.

—Es el monumento conmemorativo del World Trade Center —responde el padre. Hace 20 años, unos tipos muy malos –terroristas islámicos– mataron aquí, chocando a dos aviones en los edificios, a unas 3.000 personas.

—Eso es horrible —dijo el hijo, que se quedó pensativo. Poco después le preguntó:

—Papá… ¿qué es un terrorista islámico?”.

Un libro editado por Carol Pogash, “Quotations From Chairman Trump”(New York: RosettaBooks, 2016) está inspirado en el “Libro Rojo de Mao” publicado en 1964, con citas y discursos de Mao Zedong. Se preservan en él las palabras de Trump (cuándo y dónde las dijo): sin filtros, sin resúmenes y sin poder creer algunas de sus afirmaciones. Ya no se trata de chistes o bromas sino de citas verdaderas de Donald Trump que más que risa causan temor. Todos los días, Trump encuentra a alguien de quien mofarse. Al recopilar sus dichos, él mismo se convierte en el blanco de su propia ridiculez.

Algunas citas textuales del libro:

“La Biblia significa mucho para mí, pero no quiero entrar en detalles”.

“El muro crecerá y México comenzará a comportarse bien”.

“Pedir disculpas es una gran cosa pero tienes que estar equivocado. Por supuesto que pediré disculpas en algún momento en un futuro distante si alguna vez me equivoco”.

“Soy una persona realmente inteligente”.

“No ha sido fácil para mí. Y ustedes lo saben, empecé en Brooklyn. Mi padre me dio un pequeño préstamo de un millón de dólares”.

El actor cómico Andy Borowitz dijo sobre Trump: “Digan lo que digan, no es un estúpido. Es lo suficientemente inteligente y con un profundo entendimiento de lo que quiere la gente estúpida”.

El libro "Assholes. Una teoría sobre Donald Trump” de Aaron James, doctor en filosofía por la Universidad de Harvard, fue traducido –¿cándidamente?– al español en un libro de reciente aparición como “Trump: ensayo sobre la imbecilidad”(Barcelona: Malpaso, 2106). El significado literal de “asshole” es “agujero del culo”; referido a una persona es un “hijo de puta” en el mal sentido del término: desagradable, arrogante, rudo, odioso, detestable, repugnante, vil, iracundo, beligerante, ventajero, inmune a las críticas, alguien que trasciende todas las formas de la inmoralidad. James hace una didáctica teoría sobre el “asshole” y su peligroso poder. Trump ha llegado a la presidencia porque millones de estadounidenses piensan exactamente igual que él. Los políticos mienten, pero Trump lo hace sinceramente; y todos están de acuerdo, incluso sus admiradores, en que es un “asshole”, y parecería que eso es lo que les gusta.

El escritor Stephen King es un acérrimo opositor a Trump y ha publicado decenas de tuits en su contra. En un tweet compara a Trump con Cthulhu, una deidad ficticia creada por el escritor H. P. Lovecraft: “Última hora: fuentes fiables revelan que Donald Trump es realmente Cthulhu. El absurdo peinado no es tan absurdo. Esconde los tentáculos”.

*Filósofo y doctor en Ciencias Sociales.

por Tomás Várnagy

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