El furor por la dieta protéica, que se basa en el consumo casi exclusivo de proteínas, volvió a generar polémica, esta vez a nivel internacional. El fin de semana del 25 de octubre la Reina Máxima de Holanda, se encontraba en medio de una visita oficial a la República Popular China cuando sufrió una descompensación. Y si bien los médicos no lo confirmaron, no son pocos los que vinculan este problema de salud con el plan alimenticio de la Reina, cuestionado por los especialistas por las consecuencias en la salud a largo plazo, particularmente en el sistema renal.
Máxima fue rápidamente atendida por su médico personal, quien le diagnosticó una nefritis. 48 horas después, la familia real se vio obligada a cancelar su viaje y, ni bien tocaron suelo holandés, la Reina ingresó en el hospital con un cuadro de mareos, vómitos y fiebre.
En la Argentina, Eugenia "la China" Suárez encaró éste régimen para encarnar a una chica con problemas alimenticios en la película "Abzurdah". Por otro lado, Amado Boudou, Nancy Duplaá y Adrián Suar han adoptado los mismos hábitos alimenticios hiperprotéicos por cuestiones estéticas, aunque sin problemas a la vista.
Sin embargo, Máxima de Holanda, de 44 años, sería una de las víctimas de las consecuencias que acarrean las dietas que aseguran gran pérdida de peso en escaso tiempo –de hecho, bajó 10 kilos en 6 meses– pero que resultan incompletas y poco saludables. Por lo general, el plan alimenticio está compuesto únicamente por proteínas y practicamente suprime la ingesta de carbohidratos: sólo se consumen lácteos, carnes rojas magras, pescados, mariscos y aves. De esta manera el cuerpo produce el efecto cetosis: se queman las reservas de grasa para crear energía. El peligro a largo plazo radica en que se necesita acompañar este proceso con un consumo de agua muy superior al habitual para poder eliminar correctamente la grasa sin dañar los riñones.
Tal como detalla a NOTICIAS el médico Diego Lowenstein, director del Centro Diagnóstico Bioimágenes de Lanús, el consumo de proteínas promedio recomendado es de 0.8 gramos por kilo de peso en la población en general. Esta regla tiene por excepción a los deportistas, quienes requieren un consumo mayor de 1 a 1.2 gramos por kilo, aunque, explica el especialista, no deja de ser normal.
Pero en una dieta hiperprotéica, la ingesta de proteínas es mayor del 35%. Esto, explica Lowenstein, genera “un aumento del volumen de agua, lo que ocasiona un aumento de presión en los glomerulos renales y, en consecuencia, un aumento de las funciones del riñón". El especialista añadió que "la urea, el producto de desecho de las proteínas, también debe ser expulsada por los riñones, ocasionando una sobrecarga renal y el daño de los mismos”.
Lowenstein también advierte sobre otras consecuencias que pueden acarrear este tipo de planes alimenticios a largo plazo, las cuales incluyen una mayor predisposición a padecer cálculos renales y la alteración de los minerales de la sangre. Por eso es que se recomienda el estricto control de un médico durante el tratamiento.
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