Publicada regularmente desde la década de los ´80, la Guía de Directrices Alimentarias de los Estados Unidos trata de reflejar los consensos alcanzados en las investigaciones sobre nutrición, área donde los cambios se suceden de manera permanente. El documento tiene influencia en la industria alimentaria de todo el mundo, e induce a adoptar o a descartar patrones de alimentación.
En su octava edición, dada a conocer recientemente, hace una recomendación de gran impacto: el consumo de azúcar que se adiciona libremente a los alimentos, o que viene oculto en las bebidas artificiales, no debe ser mayor al 10% de las calorías ingeridas a diario. Esta es la primera vez que el azúcar agregado por la industria es motivo de un alerta, y puede llegar a tener consecuencias como el cambio de rotulado y etiquetado de los productos.
Si el azúcar oculto o adicionado es el villano de esta edición de la Guía, el colesterol resulta absuelto. Las investigaciones más recientes sobre el tema muestran que apenas el 15% del colesterol presente en la sangre proviene de alimentos ricos en esa sustancia, como huevos o camarones. Al no haber ya evidencia directa de la relación entre ingesta de comida y niveles peligrosos de colesterol en sangre, el límite de 300 miligramos diarios que aconsejaban los expertos en la versión anterior de la Guía, desaparece.
En su lugar se incluye la recomendación de restringir el consumo de grasas saturadas que, ellas sí, son un ingrediente que los estudios científicos han verificado aumentan el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y obesidad. Ese tipo de lípidos, presente en las carnes grasosas y en la comida rápida que incluye quesos y carnes, debe conformar como máximo el 10% de las calorías diarias. Actualmente, solo el 29% de la población respeta ese límite.
También hubo un cambio de abordaje en torno al consumo de sal. Hace cinco años, la guía estadounidense propuso establecer un límite diario de sodio de 1,5 gramos diarios para las personas adultas que tuvieran más de 50 años. La media de ingestión se mantuvo en 3,4 gramos.
Por eso, las nuevas reglas son más pragmáticas: 2,3 gramos como límite máximo para todos los adultos. Esto lleva a una reducción en los riesgos de padecer problemas de salud debido a un consumo elevado de sal, como la hipertensión y los trastornos renales. Los especialistas agregaron una excepción: quienes tengan predisposición a padecer males cardiovasculares deberían seguir consumiendo no más de 1,5 gramos de sal al día.
Volviendo al azúcar, las recomendaciones de consumo diario llevados a la práctica son: una lata de gaseosa al día (si no es light) o dos unidades de yogurt griego, lo que suma 50 gramos de azúcares agregados.
Las razones: la disminución de alimentos como jugos procesados y galletitas dulces disminuye el riesgo de dolencias cardiovasculares, diabetes tipo 2 y algunos cánceres, además de mejorar la salud bucal.
por Rita Loiola
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