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SOCIEDAD | 30-04-2016 07:06

Cirugías estéticas: el negocio de los rellenos truchos

Productos más baratos, mal utilizados e ilegales que se aplican en distintas partes del cuerpo. Lo que destapó el escándalo de Lotocki.

"No tengo idea qué me puso. Aparentemente es un metacrilato que lo haría de forma casera, mezclado con un polímero", cuenta la modelo Pamela Sosa a NOTICIAS, y describe así las causas de los 10 granulomas que tiene en su cuerpo, y su diabetes, como consecuencia de una cirugía estética en los glúteos a cargo de su ex pareja, el polémico cirujano Aníbal Lotocki. Sosa es otra de las tantas famosas operadas por Lotocki que apunta contra el metacrilato u otros rellenos truchos como los posibles elementos que ocasionan estragos en su salud. El metacrilato, en su versión para medicina estética, es caro. Los expertos, entonces, denuncian que en la Argentina existe un mercado paralelo con una oferta mucho más económica y letal: metacrilato industrial, silicona líquida y hasta cemento quirúrgico forman parte de esta industria de la medicina estética clase B.

El polimetilmetacrilato (PMMA o Metacrilato a secas) es un compuesto acrílico con una amplitud de usos que va desde la estética hasta la odontología. Sin embargo, en su forma líquida, su utilización en el cuerpo humano se encuentra limitado a las arrugas frontales, contorno facial, dorso y punta de nariz, aumento peneano y de labios vaginales, y poceado celulítico. O sea, el relleno de glúteos no está autorizado. En la Argentina sólo hay dos representantes que lo venden, la empresa “Distribuciones Médicas S.A.” y el Laboratorio Futerman, en Santa Fe. El valor de mercado es similar: una caja con 10 jeringas de un centímetro cúbico cada una cuesta unos $400 dólares. Sosa tiene 1,800 kilogramos de materia extraña. Un peso que, tal como indica su hoy cirujana plástica Mónica Milito equivaldría aproximadamente a unas 40 cajas de metacrilato. Es decir, si Lotocki hubiera rellenado los glúteos de su ex con este material, habría gastado unos 16.000 dólares, frente a los 7.500 dólares que es el precio promedio de esta cirugía. “Implicaría un gasto excesivo. Por lo tanto, no se está usando el metacrilato aprobado. Sabemos que hay profesionales que utilizan productos no autorizados en grandes volúmenes”, explica Milito.

Mercado paralelo. Existe una medicina estética clase B, la que trabaja con productos más baratos, mal utilizados, e incluso, prohibidos para la medicina. La mayoría de ellos se importa de países como Brasil y Ecuador, y se puede comprar a través de algunas páginas web. Como el caso de “Dr. Glúteos”, una silicona líquida de verdadero uso industrial cuyo medio litro se podía conseguir a 200 dólares, hasta que la página fue dada de baja hace unos meses. “También se utilizan productos legales pero para otros fines, como el “Subiton”, un cemento quirúrgico utilizado para la vertebroplastía, el precio es de 800 pesos los 50 centímetros cúbicos”, detalla Adriana Ponti, médica asesora en la distribuidora “Distribuiciones Médicas S.A.” Quien, además, se queja de que Lotocki complicó su negocio: “Gracias a él no puedo llegar a vender ni 10 cajas al mes. Mi esposo está decidido a cerrar todo”.

Un tercer elemento sería el metacrilato odontológico, cuyo medio kilo se consigue a unos 500 pesos. Y que debido al tamaño de sus microparticulas, no puede ser absorbido por las células del sistema inmune que se encargan de “limpiar” el material extraño en el cuerpo, cuando se inyecta el material.

De esta forma, se producen las distintas alteraciones en el cuerpo, que van desde una simple inflamación e infección, pasando por la hipercalcemia, enfermedades autoinmunes como la diabetes y el lupus, hasta la misma muerte.

En la Argentina, las hermanas Xipolitakis también denunciaron hace unos años que Lotocki utilizó otro material al operarlas, y en una biopsia, a Stefy le encontraron “Subiton”, tal como cuenta un allegado. Gabriela Trenchi, también es otra víctima de Lotocki: “Sospechamos que no es metacrilato. Estamos en pleno proceso para tener certeza”, relata su abogado Mariano Lizardo.

Dicen que la belleza duele, pero ni Sosa, ni las otras tantas chicas que hoy denuncian a Lotocki, habían imaginado que podría llegar a doler tanto. Hoy esperan que sea la Justicia la que les devuelva la posibilidad de volver a estar bien.

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