Corría el mes de abril cuando la calma de una tarde de sol, en un campo de la provincia de Buenos Aires, muy cerano a Mercedes, se vio interrumpida por la hélice de un helicóptero que aterrizaba en el verde césped. Los ocupantes de la aeronave eran el líder del Frente Renovador, Sergio Massa, y el empresario de medios Daniel Vila. Los anfitriones eran el diputado Eduardo “Wado” De Pedro, dueño del campo, y Máximo Kirchner.
Era la primera vez que Massa y Máximo se reunían a solas tras el cambio de Gobierno. No se veían desde hacía muchos años. Casi desde que jugaban al fútbol en la quinta de Olivos, cuando vivía Néstor.
La reunión fue confirmada a NOTICIAS por cinco fuentes, tres del kirchnerismo y dos del massismo. En un primer chequeo, desde el massismo negaron la información, pero ante la cantidad de detalles con que respondió esta revisa confirmaron el encuentro. En un principio se hablaba de un asado de noche, pero una fuente confiable del entorno de Sergio Massa corrigió el error: “Fue de día”, confesó.
El único que negó el encuentro fue el empresario Daniel Vila. Hasta el cierre de esta edición, desde una playa de Miami, seguía diciendo que él no estuvo allí.
Pacto de Mercedes. El contenido de la reunión estuvo enfocado en la agenda parlamentaria del segundo semestre. Massa les adelantó qué posición tendría su bloque en relación a diferentes proyectos. “Hasta ahora cumplió con todo lo que dijo”, afirman los kirchneristas sin dar mayores precisiones. La última coincidencia fue oponerse al tarifazo del PRO. Diferenciarse cada vez más de Macri en materia social es otra promesa del tigrense.
Luego de ese primer encuentro, los diálogos continuaron por Blackberry Messenger y a través de intermediarios. En aquel primer almuerzo, hubo una frase que tranquilizó a los anfitriones. “Yo soy el mejor alumno de Néstor”, cuentan que dijo Massa, ex jefe de Gabinete de Cristina. Máximo sonrió.
El hijo de la ex presidenta tiene otro motivo ajeno a la política para festejar: será padre por segunda vez a fines de octubre o principios de noviembre. Esta vez, su esposa, Rocío García está embarazada de una nena.
El acercamiento entre estos dos actores inquieta a ambas fuerzas. No todos dentro del kirchnerismo quieren aliarse con Massa, a quien consideran un traidor. Y lo mismo sucede en el Frente Renovador, que tiene como principal aliada a Margarita Stolbizer. Al cierre de esta edición, la diputada no estaba al tanto de esos encuentros, pero al ser una de las principales denunciantes de la familia Kirchner, un posible acuerdo con Massa la dejaría en una posición incómoda.
Incómodos. La filtración de esta reunión es una de las comidillas en las tertulias peronistas. Quienes están al tanto de este encuentro, que hasta ahora se mantenía en secreto, culpan a “Wado” De Pedro por haber liberado la información. Sostienen que en el contexto actual, donde se ven a ex funcionarios K esconder bolsos repletos de dólares en el interior de un monasterio, los kirchneristas quedaron aislados. Mostrarse dialoguistas con fuerzas que se desprenden del peronismo los mantiene con vida. Hace un mes, estaba previsto que el peronismo se fracture en la Cámara de Diputados, donde el bloque se llama PJ-FPV. Estaba previsto que en el Consejo Nacional del PJ se anuncie el desguace, pero un llamado de CFK desactivó el operativo. “¿Vos vas a ser el presidente del partido que anuncie la división del peronismo?”, interpeló la ex presidenta a José Luis Gioja. La pregunta rebotó en la cabeza del senador y se decidió posponer la reunión por 15 días. Fue el 29 de junio. Ya pasó un mes y todavía no se volvieron a juntar. La estrategia del cristinismo es clara, demorar lo más posible la división del partido para poder salvar su propio cuello. Aunque en lo formal, el FPV sigue siendo parte del peronismo, en lo práctico hoy el espectro justicialista está dividido en tres partes: el Frente Renovador, el Frente Para la Victoria y el PJ.
Grieta. La fragmentación también caló hondo dentro de la estructura dura del kirchnerismo. Los seguidores de la ex presidenta quedaron divididos en cuatro sectores, por lo menos. La agrupación La Cámpora tiene sus propias divisiones internas. El sector de Andrés “Cuervo” Larroque no suele compartir las estrategias de “Wado” De Pedro y viceversa. El dirigente Luis D’Elía y su agrupación Miles también comenzó a movilizarse por su cuenta: en las últimas semanas sumó a Amado Boudou, Gabriel Mariotto y al ex montonero Fernando Vaca Narvaja, ex consuegro de CFK.
El Movimiento Evita también se abrió por su cuenta y en las últimas semanas decidió apoyar a Florencio Randazzo. Todos caminan hacia el 2017, pero el destino final son las presidenciales del 2019.
Desconfianza. Los movimientos de Sergio Massa tienen inquieto al oficialismo. El ex intendente de Tigre se mueve rápido y busca aliados en cada esquina. Ya se reunió con el jefe de la bancada peronista en el Senado, Miguel Ángel Pichetto; con el también senador Juan Manuel Abal Medina; con el presidente del PJ, José Luis Gioja; con “Pepe” Scioli; con el diputado y ex ministro de Economía K, Axel Kicillof, y con intendentes de la provincia de Buenos Aires. Las legislativas del 2017 en ese distrito serán clave en la estrategia electoral de todo el ecosistema político. Si Cambiemos pierde, les será muy difícil gobernar. En el PRO consideran que una victoria les dará el aire suficiente para planificar una posible reelección de Mauricio Macri.
El encargado de llevar al Gobierno al siguiente nivel será el neurólogo Facundo Manes, quien ya comenzó a colaborar con la gobernadora María Eugenia Vidal. En este contexto, el Gobierno ve con buenos ojos el encuentro entre Massa y Máximo K porque consideran que la mala imagen del kirchnerismo repercute sobre sus aliados. Incluso desde el mismo Frente Renovador sostienen que para los próximos meses, cuando la contienda electoral tome más temperatura, el PRO será más duro con Massa, a quien Macri apodó “Ventajita”.
Hoy Massa mide bien en las encuestas gracias a su alianza con Margarita Stolbizer y el Gobierno apunta a romper ese vínculo. Ahora habrá que ver qué piensa Stolbizer de las reuniones de su socio político.
por Rodis Recalt
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