Hay quienes siguen creyendo, en pleno Siglo XXI, que mejor no hablar de ciertas cosas. Que la verdad en sí no importa demasiado, porque habría verdades inconvenientes. ¿Inconvenientes para quién?
Hay quienes sostienen que saber el número exacto de desaparecidos durante la dictadura es un sacrilegio. Porque fueron 30.000 y punto, basta, chito la boca, por más que, chequeados, tengamos "sólo" 9.000, como si 9.000 almas en pena fuesen pocas.
Hay quienes creen que hablar de la brutal represión iniciada durante el último gobierno de Perón es "antipopular", "gorila" y "vendepatria", tal vez porque creen en serio que 1.000 desaparecidos no son nada, pavaditas de la política y nada más.
Resulta más que curioso el hecho de que, con 33 años de democracia encima, casi 25 de los cuales transcurrieron bajo gobiernos peronistas de distinto cuño, sea justo la etapa peronista de la represión, la violencia del Estado y el exterminio la que no se relató. Cuéntenme la diferencia entre los textuales de Perón que recupera la nota de Marcelo Larraquy publicada en la edición de Noticias de esta semana y otros dichos, tristemente célebres, de Videla o Massera. Hay quienes sólo les importa el mal en manos ajenas. "Nunca más" para ustedes, giles de cuarta.
Hay quienes creen que contar la "historia completa" sería equiparar la violencia política con el terrorismo de Estado, porque "muertos hubo de los dos lados". Pasan por alto que a aquellos 9.000 desaparecidos y otros tantos muertos civiles se los "juzgó" fuera de la ley, sin juicios, enterrándolos vivos, tirándolos de aviones al río, robándoles a sus hijos con identidades y todo. Hay diferencias abismales entre homicidio y genocidio. De todos modos, reconstruir el copamiento de Azul o el asesinato de Rucci no son actos "de derecha". La verdad no tendría por qué molestarnos, lo que no tiene es remedio. Mejor dicho, sí lo tiene: mirarla de frente y no repetirla a lo pavotes.
Hay quienes creen que considerar el beneficio político del macrismo al revisar la violencia peronista es una estupidez. Yo creo que la estupidez es negar eso, como todo lo otro. La verdad es, también. una commoditie política. Un arma.
Pero les digo más: también creo que abrir el debate sobre la represión pre 1976 también beneficia al kirchnerismo, así como antes el recorte kirchnerista de la verdad le abrió paso al anti kirchnerismo con el macrismo a la cabeza.
En este espacio se ha dicho decenas de veces ya: kirchnerismo y macrismo han sido, hasta ahora, las puntas de lanzas para la reconstrucción de un sistema de representación política que había estallado en el 2001.
El kirchnerismo ha sido el peronismo más antiperonista que conocimos. Así como el macrismo se presenta como el antiperonismo más properonista posible.
Lo que se está construyendo en medio de tanto ruido y sin un plan preciso -arriesgo- es el posperonismo. Nadie sabe si eso será bueno o malo. Pero para que sea algo, si llega a ser, primero se debe saldar la discusión sobre la violencia, caiga quien caiga.
*Jefe de Redacción de NOTICIAS
Twitter: @zuninoticias
por Edi Zunino*
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