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SOCIEDAD | 29-04-2017 03:29

El Sultán: Volver a la televisión machista

Por qué tiene éxito esta tira políticamente incorrecta, en tiempos del “Ni una menos”.

El lunes 24 arrancó por Telefe “El Sultán”, la novela turca con la que el canal de las pelotas le dará pelea a Marcelo Tinelli. Y fue lo más visto del día: 15,2 puntos. “Si estaba entre 11 y 13 puntos cumplía, si hacía 10 era un arranque regular y nos dejaba segundos. Si metía menos de 10 puntos era un fracaso y en dos semanas había que buscarle otro horario”, explican en Telefe.

Las expectativas eran altas. El regreso a la pantalla chica de Halit Ergenç, el "Onur" de "Las mil y una noches", había sido orquestado en el canal con tiempo. Tras haber sufrido los 20 puntos de rating que hacía la novela turca en El Trece en 2015, iniciaron las negociaciones por “El Sultán” (que arrancó en Turquía en 2011 y va por la cuarta temporada). “Una operación de compra dura un mes y medio. Pero con los turcos lleva un año. Te regatean mucho”, explican. El contrato se cerró a fines de 2016, pero Telefe aguantó la novela hasta ahora, cuando la pantalla se pone caliente.

Millones. Con un costo de 500 mil dólares por capítulo, “El Sultán” es una lata cara. Pero el empuje en el raiting le permitió a Telefe aumentar las tarifas publicitarias en el prime time: el segundo pasó de 33 mil pesos a 37 mil. “Las novelas históricas y religiosas están de moda”, explican en Telefe, que hace el tándem con “Josué”, la ficción bíblica que hoy es lo segundo más visto del canal.

“El Sultán” está basada en la vida de Suleimán el Magnífico, mandamás del Imperio Otomano entre 1520 y 1566, y su relación con Hürrem (originalmente Aleksandra), una esclava cristiana que se convierte al islam para ser “primera Haseki”, la concubina favorita. Máxima ganadora en 2012 y 2014 de los Golden Butterfly Awards, los Martín Fierro de la tele turca, la serie fue repudiada en su país por los conservadores. Hasta el presidente Recep Tayyip Erdogan mostró su descontento: “Delante de mi Nación, condeno tanto el director de esta serie y al propietario de la estación de televisión. Ya hemos alertado a las autoridades, y estamos a la espera de una decisión judicial”.

Críticas. “Una esclava cristiana teje su venganza y trepa hasta eregirse en Sultana, convirtiendo a Suleimán en súbdito de su belleza e intrigas”, se lee en las reseñas turcas de derecha. Pero en el resto del mundo (¡la serie ya se exhibió en más de 60 países!), por el contrario, lo que enoja de “El Sultán” es su machismo exacerbado. "Tiene la calidad de una telenovela brasileña, pero con el contenido de una mexicana de los '50. Me parece penoso que sea tan conservadora, refuerza la imagen de una mujer que depende del hombre", expresa el guionista Eduardo Adrianzén.

Aleksandra (Meryem Uzerli, actriz turca de madre alemana, de la que heredó los ojos celestes que enamoran al Sultán) es una jóven ucraniana que añora un amor del pasado que murió a manos de los tártaros, como su madre, padre y hermanos. Esclava en la cocina del palacio de Crimea, cae prisionera del ejército turco, que la vende como esclava vip al palacio otomano. Golpeada y humillada, pero con espíritu rebelde, aterriza en el harem del Sultán, donde las concubinas se matan por llegar a los aposentos del príncipe. “Educate, cierra la boca y comportate”, le advierte la que será su suegra. “Si satisfaces al Sultán, y le das un hijo, serás la concubina principal”, le marca el camino otra de las meretrices. Y ya sabemos qué va a pasar.

“El peligroso 'el amor es así', es tan así que en Turquía pasa lo mismo que con la vecina del séptimo piso, a quien a veces escuchamos gritar, pero a la mañana saludamos sin preguntarle nada para que no se sienta mal”, advierte Liliana Hendel, psicóloga y autora de “Violencias de género. Las mentiras del patriarcado” (Paidós).

Machista. Aleksandra traza su vertiginoso ascenso en el harem. “Debes vengarnos”, le reclaman en sueños sus parientes muertos. Pero a ella la seducen los lujos del palacio y el poder del Sultán. “El olvido es mi libertad”, le dice a María, su compañera cristiana de cautiverio. Y Aleksandra traiciona familia y fé por una noche con el príncipe. ¿Cómo resistirse? El décimo sultán del imperio otomano, “el león del islam”, “el Alejandro Magno de la época”, es el hombre más poderoso de Oriente. Y en el palacio todos hacen su voluntad y le temen: en cuestión de minutos decapita a un general; reta a su madre por alentar a su esposa a reclamarle amor; despacha insatisfecho a una de sus concubinas; y amenaza de muerte a su mejor amigo por no mandarle la mujer correcta. Claro, como en “Las mil y una noches”, Halit Ergenç (que como Onur tenía con Sherazade una relación de sometimiento: su primer encuentro sexual había sido por dinero), tiene deslices de ternura que ablandan a la platea femenina: abraza diez segundos a su hijo Mustafá y le pregunta cariñoso a Aleksandra por su pasado, después de una noche entera de sexo. Inmediatamente aplastará el recuerdo y le dará otro nombre: Hürrem (en turco, "la que trae alegría"). Un dulce de leche.

“El problema no es un sultán que llega para contarnos historias de amor. Lo preocupante es la grilla de la tele. No hay debate donde 10 personas gritan y se interrumpen, como no hay amor donde hay celos, posesión o golpes”, sintetiza Hendel.

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