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POLíTICA | 11-09-2017 18:00

El día que una amiga del Papa le salvó la vida a la montonera Bullrich

En 1982, la actual ministra de Seguridad quiso regresar de su exilio pero la detuvieron en Migraciones. Alicia Oliveira, íntima de Francisco, la rescató. La otra vida de Patricia.

La siguiente escena hay que imaginarla como si fuera una recién estrenada película de Hollywood. Es 1982, la Argentina de los militares está en guerra con Inglaterra, y Patricia Bullrich tiene 26 años, es montonera, íntima de Rodolfo Galimberti -uno de los líderes de “la Orga”-, y, sobre todo, profundamente revolucionaria. Tan transgesora es que, a pesar de las opiniones de casi todos sus conocidos, decidió dejar el exilio en Brasil y regresar al país que la vio nacer. Esa jugada arriesgada puede salir mal: dos meses antes de la peligrosa aventura dos mujeres habían intentado hacer lo mismo y nunca más se las volvió a ver. Pero la rebelde “Pato” no escucha a nadie y se embarca. El avión toca el suelo, la actual ministra de Seguridad se ubica en la fila de Migraciones, y, con los dientes apretados, se hace un chequeo en un aparato que se llamaban “Discom” y que buscaba antedecentes. La chicharra suena y se prenden las alarmas. La Prefectura, que hoy comanda, la encierra.

“¿Vos qué sos? ¿Drogadicta? ¿Traficante? Yo estaba muda. Me llevaron al Departamento de Policía y de ahí a Orden Político”, contó la actual ministra de Seguridad en una entrevista a fines de los 90' a La Nación. Julieta Luro Pueyrredón, la madre, se desespera y mueve cielo y tierra por su hija. Se acerca al primero: Alicia Oliveira, la fallecida amiga del Papa Francisco y abogada defensora de los derechos humanos, se compromete con la situación y, junto a uno de los fundadores del CELS, Augusto Conte, interceden a tiempo. “Rodearon el lugar donde estaba detenida y armaron un despiole bárbaro”, contó Bullrich sobre el accionar de Oliveira y los suyos. La maniobra funcionó: “Entre Alicia y Lucila Larrandart (abogada, otra de las fundadoras del CELS), redactaron un hábeas corpus, y la tuvieron que soltar”, cuenta alguien que siguió el caso en aquellos años. Bullrich, liberada al fin, se vio forzada a volver a Brasil. Sin embargo, no pudo mucho con su genio: “Al llegar allá pensé: me vuelvo a la Argentina, si ya me pasó todo esto, no me va a volver a pasar. Me recomendaron esperar hasta que vuelva la democracia, pero no aguanté y volví en agosto”.

Si bien pudo entrar al país en ese segundo intento, Bullrich no dejó de tentar a su suerte. Como documentan dos diarios mexicanos, en septiembre de 1982 quiso viajar a Montevideo y otra vez la volvieron a detener. De nuevo, Conte y los suyos le salvaron la vida. El peligro, a la actual funcionaria que quedó en el ojo de la tormenta por el caso Maldonado, no le quitaba el sueño.

Con la vuelta de la democracia, la ex montonera se acercaría a Oliveira: juntas trabajarían en el Centro de Estudios para la Democracia Argentina (Cenda), donde también participarían Eugenio Zaffaroni, Pablo Unamuno, Guillermo O'Donnell, y Roberto Digón.

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