La información decía que el 16 de enero (de 1989) llegaba un transbordador que había salido unos días antes desde Puerto Argentino. El Indiana era el primer barco con bandera inglesa que partía de las islas hacia un puerto del continente. El horario estimado: cerca del mediodía.
Yo, por ese entonces, cubría temporada en Punta del Este para el diario Clarín y trabajaba con una fotógrafa, Bárbara Brown, que vivía en ese balneario. El pedido del diario para ese día: “Cubran la llegada del transbordador”.
Fuimos entonces hasta el Puerto de Montevideo y allí nos encontramos con algunos policías en el muelle donde iba a atracar el Indiana. El gobierno uruguayo había permitido el acceso al puerto por un tiempo limitado. Cerca de los policías había un grupo de jóvenes argentinos de la JP, encabezados (o por lo menos era la única que yo conocía de ese grupo) por Patricia Bullrich. No había otros periodistas en el lugar.
Cuando se divisó el barco inglés, Bullrich se me acercó y me dijo: “Estate atento que vamos a intentar subir al barco. Vamos a armar quilombo”.
Una vez atracado el ferry, y ya con la escalinata puesta, bajaron los pasajeros, unas cinco o seis personas, la mayoría malvinenses. Según el capitán del barco, un escocés grandote y de risa fácil y franca, cuatro kelpers habían viajado para testear la reacción argentina y del Uruguay, con la idea de hacer viajes regulares a Montevideo desde las islas (objetivo que no lograron por oposición del gobierno uruguayo). Fue en ese momento que Bullrich me dice al oído: “Ahora subimos”. Y ella y su grupo intentaron tomar la nave por la escalinata. Pero fueron parados por dos policías que no les permitieron abordar. Los marineros miraban la acción sin inmutarse, mientras el capitán observaba risueño.
Bárbara sacó las fotos del intento y una vez que el grupo argentino comprobó que habían sido fotografiados, terminaron la acción (que era para la foto) y se fueron sin lograr subir a la nave.
Con Bárbara, quien tenía pasaporte inglés, además de ser uruguaya, pedimos permiso y pudimos subir al barco. Un ferry pequeño, con algunos asientos en la sala principal y la permanente risotada del capitán cada vez que recordaba el intento de abordaje de la JP. “¿Los hubiera dejado subir?”, le pregunté en mi inglés rudimentario. “Of course not. I'm scotish” (“Por supuesto que no. Soy escocés”), me respondió golpeándose suavemente la cabeza con el puño, como señalando que era un cabeza dura. Tampoco parecía ser la idea de Bullrich y su grupo: no querían abordar el ferry, querían una foto.
* Editor jefe de revista Fortuna
por Mario Rodríguez Muñoz*
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