Si una persona se siente atraída por alguien del sexo opuesto, es denominada heterosexual. Si la atracción se produce con alguien del mismo sexo, se lo llama homosexual. Si, en cambio, alguien gusta tanto de hombres como de mujeres, la etiqueta con la que puede sentirse identificado es con la de la bisexualidad. ¿Qué pasa, entonces, cuando alguien puede enamorarse o gustar de otro más allá de que sea hombre, mujer, travesti o transexual?, ¿qué pasa cuando el deseo se modifica a lo largo de la vida y las categorías más conocidas no logran describir a las identidades y orientaciones sexuales? Aquí es donde aparece un nuevo concepto: el de la pansexualidad. Y, aunque el término aún no está del todo extendido, cada vez son más los que se animan a vivir el amor y la sexualidad más allá de la genitalidad.
“A mí me gustan las personas”. Esta es la frase que repiten, casi sin variaciones, todos aquellos que no quieren encasillarse dentro de una orientación sexual. Este fenómeno empezó a cobrar notoriedad en los últimos años, cuando estrellas internacionales como Miley Cyrus o Kirsten Stewart confesaron que, para ellas, el género del otro no es un límite a la hora de sentir atracción. Porque ni siquiera ellas se clasifican en función de un género.
Esta forma desprejuiciada de entender las relaciones llegó a la farándula nacional de la mano de las declaraciones de famosas como Violeta Urtizberea, Melina Lezcano, Andrea Rincón y la cantante Miss Bolivia. Aunque sus experiencias de vida fueron diferentes, todas coinciden en un punto crucial para los pansexuales: desde su perspectiva, el deseo puede mutar a lo largo de los años y, en consecuencia, están abiertas a la posibilidad de sentirse atraídas por cualidades que van más allá del sexo y del género. Es decir, por la persona misma.
Aunque en el ámbito académico todavía hay debates a la hora de crear definiciones sobre la pansexualidad, en los hechos, cada vez son más los que viven de esta forma y se animan a contarlo. A nivel mundial, las organizaciones que trabajan con temas de diversidad sexual ya los reconocen como un colectivo con características particulares, y hasta tienen una bandera propia para diferenciarse (con tres franjas horizontales: una fucsia, otra amarilla y la de abajo celeste).
Mujeres al frente. En Argentina, al igual que en el resto del mundo, las primeras en hablar de este tipo de relaciones fueron las mujeres. A pesar de ser un colectivo que no distingue sexos, los movimientos femeninos de Occidente crearon contextos propicios para que sean ellas las que se animaran en público a contar que las categorías sexuales tradicionales no eran suficientes para describir qué les pasaba.
Para la psicóloga y sexóloga Viviana Caruso, miembro de la comisión directiva de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana, que sean ellas las que rompan los límites es lógico: “La mujer ha tenido un logro en el terreno de lo sexual en los últimos 60 años. Esa lucha e insistencia por el ejercicio libre de su placer, llevó a que la pansexualidad esté tan asociada a las mujeres”, afirmó a NOTICIAS.
En la misma línea se expresó la Belén Toriacio, coordinadora del equipo de Psicología y Salud Mental de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (FALGBT): “Todo el movimiento de mujeres ayudó a muchas a levantar la voz y, una vez que empezás a romper algunas barreras, seguís rompiendo otras. Es más difícil para un varón, que como género, tiene un modelo de masculinidad que es tiránico, casi inalcanzable”, aseguró a NOTICIAS. Para la experta, definir a la pansexualidad como una orientación sexual (ver recuadro) sirve para visibilizar formas de vida diferentes a las tradicionales.
Una de las primeras en hablar de esto en Argentina había sido Miss Bolivia, que además de cantante es psicóloga y desde siempre se vinculó con el activismo y la diversidad sexual. De hecho, hace unos meses se animó a llevar el tema a la mesa de Mirtha Legrand: "Me casé hace tres meses exactamente. Durante muchos años tuve novias, parejas, convivientes, concubinas y hace un par de años me enamoré de un hombre", dijo y agregó: ““No sostengo el amor y el deseo como de una vez y para siempre”.
Esa sola frase podría ser interpretada como la definición de alquien que se siente identificado con la bisexualidad. Sin embargo, la autora de “Tomate el palo”, rechaza que se la encasille en ese lugar: “¿Qué sos?, ¿bisexual, lesbiana arrepentida, hétero? ¿Sabés que soy? Una persona que repudia tu pregunta”, había tuiteado en enero del 2015.
Su posición fue similar a la de la actriz de la saga “Crepúsculo”, Kristen Stewart quien había declarado en 2015: “Si sentís que realmente te querés definir, y tenés la habilidad de articular esos parámetros que te definen, entonces hacelo. Pero yo soy una actriz. Vivo en la maldita ambigüedad de esta vida y me encanta. Creo en la fluidez de estar abierta a cualquier cosa que sea consentida”. Para ella, “en tres o cuatro años, va a haber mucha más gente que no necesite definir si sos gay o heterosexal. Es como, hacé lo que quieras. Realmente no me identifico con nada”.
Cuestión generacional. La “profecía” de la celebridad hollywoodense parece estar cumpliéndose y cada vez son más los que salen de este nuevo clóset. Porque esta forma de relacionarse, que también suele llamarse “pluriamor”, no es sólo un fenómeno del que hablan las mujeres sino que cada vez tiene más incidencia en los adolescentes.
“Son los jóvenes los que se empiezan a cuestionar y a desafiar lo heteronormativo binario. Se determina por el sentir, por la forma de ser, entonces tu género puede fluir. Esto es que una vez que salís de esa concepción, la persona puede ir y venir. La orientación no es acabada. A lo largo de la vida se puede pasar de un lado a otro. Es algo que se va atravesando”, aseguró Caruso y agregó: “A través de internet, las nuevas generaciones se sienten más cómodas para expresarse, gracias a, por ejemplo, famosos que también lo hacen”.
De hecho, la estrella pop referente de los adolescentes a nivel mundial, Miley Cyrus, fue una de las primeras en romper con todas las categorías: “Soy una persona muy abierta, soy pansexual”, dijo en la revista Elle en 2015 y agregó: “Estoy abierta a todo aquello que conlleve sentimiento”. La cantante, además dijo: “No me siento identificada como chico o chica y no necesito que mi pareja se identifique como chico o chica”, declaró.
Juan Pablo Ares es militante por la diversidad sexual, se reconoce a sí mismo como pansexual y, entre otras cosas, trabaja dictando talleres de capacitación en cuestiones de género en escuelas secundarias. “En las generaciones de 12 a 15 años es una identidad que está cada vez más presente”, contó a NOTICIAS.
Para Ares, la pansexualidad llegó a su vida como un término que le permitió comprender su propia orientación sexual y acercarse a otros que vivían y sentían de igual forma. Nació en una familia conservadora y, según asegura hoy, los prejuicios con los que se crió le impidieron ver sus propios deseos. Fue recién a los 30 años que se animó a definirse a sí mismo como bisexual y mucho después cuando comenzó a participar de foros en la web y a leer en profundidad sobre las diferentes identidades, llegó al término pansexual.
“La bisexualidad surgió como término cuando el género todavía se pensaba a partir de la división hombre mujer. Entonces, tus destinos de atracción eran los hombres y las mujeres. La pansexualidad apareció en los últimos años, desde que se entiende que los géneros no son sólo hombres y mujeres sino todo un espectro que tiene que ver con la vivencia”, subrayó Ares.
La razón por la que pocos hombres adultos se identifican con estas historias en público, para Ares, también tiene que ver con la presión que existe sobre la masculinidad aunque, insiste, eso está cambiando. “El proceso por el cual una persona me resulta atractiva es igual al de cualquier otra persona: me pueden gustar sus ojos, cómo habla, lo que dice, la música que escucha, su visión política de la vida o cualquier variable. Pero, para los que somos pansexuales, la variable que no importa es la identidad de género o la expresión del género de esa persona. Cuando digo que no importan me refiero a que no interfieren en el proceso de atracción”, insistió.
En esa misma línea de pensamiento se inscribió Violeta Urtizberea, que por estos días protagoniza la tira de El Trece “Las Estrellas”, donde interpreta a una chica que se enamoró de un hombre, estuvo a punto de casarse y ahora tiene una relación con otra mujer. Su personaje prendió con muchísima fuerza en el público adolescente, que en las redes sociales creó clubes de fans en honor a la pareja televisiva, poniendo en evidencia que estas historias son las que hoy interpelan a los más jóvenes. “Mi personaje transita sus sentimientos más allá del género, como debe ser”, declaró.
Consultada por su experiencia al respecto, la actriz fue clara: “Lucho, lucho, constantemente para derrocar mis preconceptos y abrir la cabeza. Si me llegara a pasar (enamorarme de alguien del mismo sexo) seguramente tendré un proceso de reflexión porque va a ser algo diferente a lo que me pasó toda la vida con los hombres. Pero estoy segura de que luego me atrevería a vivirlo”.
Por su parte, Melina Lezcano, la cantante de Agapornis y actual participante del Bailando, contó que aunque si bien ella tampoco tuvo experiencias en el pasado con personas que no fueran hombres, no descarta la posibilidad de que algún día pueda suceder: “Yo tengo este pensamiento, que es que ninguno está exento de enamorarse de ningún ser humano. Quizás el día de mañana me gusta una mujer ¿y qué problema hay? Siento que el amor es hacia el humano, no por su sexualidad o su género”.
Etiquetas, sí o no. Como cada vez que aparece un nuevo fenómeno, tanto en el ámbito mediático como en el académico aparecen debates que intentan explicar lo que sucede. Tal es así que, cuando una persona pública que siempre se mostró como heterosexual aparece en las revistas con alguien de su mismo sexo, la pregunta obligada es “¿Qué sos?”.
Eso es lo que le pasó a la actriz Andrea Rincón, quien luego de tener varios novios confirmó un día que estaba en pareja con una mujer llamada Lara Pedrosa, se sacó una selfie y la publicó en instagram con la leyenda “Te amo”. Invitada al piso de “Intrusos”, el periodista Jorge Rial le preguntó si era lesbiana y la morocha respondió con gracia: "No soy lesbiana, le doy a lo que venga".
Así, mientras que por un lado se defiende la aparición de nuevos términos que reflejen las diferentes orientaciones sexuales, por el otro hay quienes insisten en que conceptos como la pansexualidad son una especie de inventos modernos. Sandra Lustgarten, sexóloga y autora del libro “Sexo de a tres” dijo a NOTICIAS: “Los pansexuales se denominan así para preservarse de quedar etiquetados como bisexuales, por verguenza o pudor. Es una manera adolescente de enfrentar la sexualidad. Declaran que es algo romántico pero la verdadera atracción se da con el estímulo del deseo con el otro. Porque en la adultez hay un terreno en el intercambio físico”.
Para Eleonor Faur, doctora en Ciencias Sociales de FLACSO, autora del libro “Mujeres y varones en la Argentina de hoy. Géneros en movimiento”, la crítica a la pansexualidad tiene que ver con el riesgo de caer en etiquetas estancas: “En estos tiempos aceptamos una mayor libertad en la forma de vivir la sexualidad pero hay que intentar no cerrarlo. Hay gente que transita toda su vida de otra forma. Alguien puede vivir siempre con una orientación sexual pero hay otros que quizás primero tienen una sexualidad heterosexual y después se permiten sentirse atraídos por otro del mismo sexo”, aseguró a NOTICIAS.
Otros como Ares, en cambio, insisten con que eliminar las etiquetas que definen a las incontables identidades sexuales es una especie de utopía y que en la actualidad, aunque hubo avances, son formas fundamentales para visibilizar formas de vida diferentes a las tradicionales.
Pansexuales, pluriamorosos, con etiquetas o detractores de los títulos. Más allá del nombre que se les ponga, lo cierto es que cada vez son más las personas que confiesan que su deseo sexual o emocional no tiene una única dirección. Las famosas son las que lideran este nuevo destape atravesado, de principio a fin, por la idea de la libertad sin prejuicios.
por Daniela Bianco, Giselle Leclercq
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