Vivimos tiempos acelerados donde todo pasa rápido. Aun así no deja de sorprender que pasaron 5 años de aquel 13 de marzo donde nos enteramos de que Bergoglio pasaba a ser el Papa Francisco. En el día a día uno pierde dimensión de lo que implica para el mundo que por primera vez haya un papa que no es europeo y que es argentino.
Francisco está a la altura del desafío. Marca una época y un antes y después en cómo se conciben los papados. Su estilo informal, cercano, transgresor generó una fuerte empatía en muchos lugares del planeta en un tiempo de gran cambio, en donde se pide ejemplaridad a los líderes.
Estamos en el momento de mayor revolución comunicacional de la historia de la humanidad, más cerca uno del otro que nunca. Sin embargo, aun hay una enorme cantidad de desafíos, de soledades, de exclusiones, de injusticias que debemos remediar.
El Papa ha tomado la difícil tarea de recordarnos lo que muchas veces podemos llegar a olvidar enfrascados en el día a día de nuestras vidas: que somos personas, que somos parte una comunidad más amplia, que debemos cuidarnos, especialmente al que más lo necesita.
En el mundo de las expectativas es natural que muchos le carguen más cosas a la mochila del Papa, pidiendo que haga más, que haga más rápido. No debemos olvidarnos de que su tarea es inmensa y los desafíos globales. Al cumplirse 5 años de su papado lo mejor que podemos hacer es no perder dimensión de su tarea, y acompañarlo con un corazón solidario, sabiendo que nuestro vecino de Buenos Aires, nuestro Padre Jorge, está trabajando todos los días para que nuestro mundo sea mejor.
*Jefe de Gabinete de Ministros de la Nación.
por Marcos Peña*
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