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COSTUMBRES | 26-05-2018 13:15

Por qué tantas cantantes tienen problemas de salud graves

Shakira, Adele, Ariana Grande y Lady Gaga son solo algunas de las mega estrellas que tuvieron que bajarse del escenario, al menos por un tiempo. Exigencias, omnipotencia y depresión.

Estoy rota. Perdón. Se los recompensaré. No deseo más que volver a estar al cien por ciento para ustedes. Lamento mucho decepcionarlos. Esas frases se reiteran en grandes consagradas de la canción: Shakira, Adele, Ariana Grande, Lady Gaga. Y son solo algunas de las mega estrellas que quedaron atrapadas en la encrucijada de tener que bajarse del escenario, al menos por un tiempo, y reconocer públicamente que todo brillo tiene una sombra y que la carrera que construyeron durante años pende de un hilo. Cuando el cuerpo pone límites.

Maratonistas. Según Guillermo Dalia Cirujeda, psicólogo español especializado en músicos, quien hace de su hobby un medio de vida queda más vulnerable al estrés. “Además, en el caso de las cantantes, suele ser un estrés gradual, acumulado, que no llega a agotarlas”, le explica a NOTICIAS. El psicólogo Fabio Lacolla, conocido por tratar a bandas y músicos de rock, afirma que el estrés mal trabajado se deposita en el cuerpo. Para Ana Wajsman, jefa de la cátedra de Canto Profesional del EMBA (Escuela de Música de Buenos Aires), es todo un desafío graduar el entrenamiento de alto rendimiento que supone cantar profesionalmente y por eso considera a Madonna como a la más inteligente de la industria. “Bajó su ritmo para llegar mejor a la edad que tiene. El problema es saber regular la carrera (y que te dejen hacerlo). Porque cuando sos una gran figura, le hacés ganar mucho dinero a mucha gente y no es fácil correrse al menos por un rato”, asegura. “Algunos cantantes se obnubilan con la fama, el dinero y la popularidad y no se acuerdan de entrenar el instrumento que les da de comer”, dice Laura Neira, doctora en Fonoaudiología, maestra de canto y coach vocal.

A fines de junio del año pasado, Adele tuvo que suspender su gira. El comunicado que subió a sus redes conmueve: “Decir que estoy con el corazón roto sería quedarme completamente corta. Ya estoy al límite con esteroides y medicamentos para mi voz. No puedo desmoronarme frente a todos y salir de esa manera. Estoy tan desesperada por hacer la presentación que incluso he considerado hacer playback, solo para pararme frente a ustedes y estar en el escenario. Pero nunca lo hice y no puedo hacérselos. He realizado 121 shows y me quedan 2. ¡¡¡Quedan 2!!! ¡Y son 2 shows gigantescos! ¿Quién carajo cancela un espectáculo en el Estadio de Wembley?”. La sensación de estar en la cornisa no es nueva para ella. A fines de 2011, había confesado que estaba preocupada por su voz. Se tomó un mes de descanso pero no fue suficiente y debió someterse a una microcirugía con láser de las cuerdas vocales. “Cuando las cuerdas vocales aprendieron a parar lastimándose, lo vuelven a hacer si no se reeducan. El cuerpo mata al artista”, define Wajsman.

Pulseada. Hay una lucha en el barro: la artista y la mujer se agarran de las mechas, resbalan, caen, se golpean. “Hay que saber sobre los riesgos escénicos y el abuso del rol de artista por sobre la persona. Muchas veces, la estrella termina comprando lo que vende y cree que su omnipotencia la mantendrá a salvo de los riesgos a los que se expone”, afirma Lacolla.

Shakira empezó suspendiendo fechas hasta que, en noviembre de 2017, anunció que pospondría su gira “El Dorado”. No fueron unos días, sino meses de incertidumbre y trascendidos de que debía ser operada. Finalmente se confirmó que su gira mundial comenzará el 3 de junio en Alemania. “El canto moderno pide y permite ciertas ‘licencias’ sonoras que hay que saber realizar de manera técnica pero que la mayoría hace de manera intuitiva. En un principio pueden sonar bien, pero con el tiempo tiene sus consecuencias negativas”, dice Laura Neira. Karina “la princesita” es una local que contó públicamente cómo se lastimó por falta de técnica.

Lado B. La industria de la canción tiene altos estándares: una vez que se frota la lámpara y aparece el genio, ya no vale arrepentirse ni es fácil querer poner condiciones. Hay que seguir alimentando al monstruo. De hecho, Lady Gaga bautizó a sus fanáticos como “Little Monsters” (“pequeños monstruos”). Resguardando los nombres, Ana Wajsman asegura que a un cantante argentino muy conocido su productor le dijo que su tipo de color de voz estaba pasado de moda y lo instó a que aceptara que le aplicara un filtro de voz que lo “aggiornara”. El cantante enfermó, se recuperó y tuvo varias recaídas. Todavía sigue cantando con filtros. Marketing y tecnología inventan figuras o potencian talentos y ser una estrella puede tornarse casi una cárcel.

El psicólogo Sergio Herchcovichz, autor del libro “La psicología de la voz”, caracteriza a la mayoría de los cantantes con un grado alto de autoexigencia, baja tolerancia a la frustración, necesidad de reconocimiento y gran sensación de fracaso cada vez que algo no sucede como esperan. “Eso produce desregulaciones emocionales y un impacto importante en el cuerpo”, explica. “Charly García rompía guitarras en el escenario o pintaba el piano. De la misma manera, el cantante se rompe a sí mismo”, sentencia Wajsman.

Ariana Grande es otro de los ejemplos de una voz en crisis frecuente. Tuvo que bajar fechas en septiembre de 2013; suspender la gira en septiembre de 2015; y cancelar su concierto en el Rock in Rio Lisboa en mayo de 2016. Después le tocó ser protagonista del infierno del atentado terrorista en Manchester, en marzo de 2017, donde murieron veintidós de sus seguidores y otros cincuenta quedaron heridos. Ella siguió su gira pero canceló presentaciones en México y en Vietnam y, en febrero de este año, no pudo estar en los BRIT Awards donde tenía previsto rendir homenaje a las víctimas de Mánchester. En cada una de esas ocasiones, su garganta la dejó fuera de juego.

Autoboicot. Es sabido que un nivel alto de estrés produce ansiedad, baja las defensas y deja al sistema inmunológico vulnerable. Si ese cuadro se monta en una predisposición genética, habrá mayor posibilidad de que detone una enfermedad autoinmune. En septiembre de 2017, Lady Gaga tuvo que suspender su show en Rock in Rio y fue internada. Días después contó que padece fibromialgia, una enfermedad autoinmune y crónica que se manifiesta con fuertes dolores que pueden llegar a ser inhabilitantes. “El trauma y el dolor crónico han cambiado mi vida, me están impidiendo vivir una vida normal. También me mantienen alejada de lo que más amo en el mundo: actuar para mis fanáticos”, dijo ella. Decidida a mostrarse ya sin las máscaras de otros tiempos, incluyó su padecimiento en “Gaga Fivefoottwo”, el documental sobre su vida que se estrenó en Netflix. El comienzo de 2018 no fue fácil, tuvo que suspender las últimas diez fechas de su tour por Europa a causa de dolores severos. Herchcovichz dice que, desde el punto de vista psicológico, las enfermedades autoinmunes tienen dos características, una es la autoexigencia y la otra la emoción del enojo.

Selena Gómez tiene lupus, otra enfermedad crónica y autoinmune. En agosto de 2016 llegó a anunciar un retiro temporario: "Quiero ser proactiva y centrarme en mi salud y felicidad. He decidido que la mejor manera de hacerlo es mirar hacia delante y tomarme un tiempo libre. Necesito enfrentarme a esto", dijo. Meses después, cuando recibió el premio a la artista femenina favorita de pop/rock en los American Music Awards, resumió su dilema: "Tuve que parar, porque lo tenía todo, pero estaba rota por dentro. Aguantaba para no defraudarlos, pero aguanté demasiado y me fallé a mí misma". Las cosas no mejoraron y, en septiembre del año pasado, el lupus la llevó a un trasplante de riñón.

“El olvido es el miedo que acecha a todo artista”, sentencia Lacolla. Y uno de los peligros es el intento de estar vigente sin medir consecuencias.

por Valeria García Testa

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