A 10 años de la sentencia de la Corte Suprema que obliga a sanear la cuenca del río, la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (ACUMAR) lleva registrados unos 16.922 establecimientos sobre sus costas y las márgenes de los arroyos que lo alimentan. De ese total, 858 aún son considerados agentes contaminantes y se encuentran en vías de reconversión, un largo proceso que ya ajustó a normativa a unas 476 firmas, según indican datos recientes de la entidad que desde 2006 es la encargada de fiscalizar e inspeccionar a las empresas para evaluar los niveles de vuelcos industriales, una de las principales fuentes de contaminación de las aguas.
El hipermayorista Makro, cadena de autoservicio de origen holandés, posee tres tiendas en las inmediaciones y todas ellas debieron adaptarse. “Makro no realiza procesos industriales, sino que comercializa mercadería por mayor y a consumidores finales, por lo que la complejidad ambiental de la operación es baja. Los efluentes generados provienen del restaurante, de la limpieza de la tienda, de los baños y vestuarios de empleados”, explica María Begue, Líder de Sustentabilidad de la compañía. Atendiendo que la descarga de materia orgánica de los vecinos que no cuentan con cloacas es la otra gran causa de contaminación, Makro realizó una inversión de aproximadamente 300 mil dólares para mejorar sus efluentes. “Entre 2012 y 2014 se instalaron 3 plantas de tratamiento necesarias para adecuarse a la nueva normativa. Desde entonces se ha cumplido satisfactoriamente con los controles e inspecciones realizados por ACUMAR”, señala la vocera.
La firma tiene como objetivo de 2018 reducir su huella ambiental un 20% con respecto a 2015, según Begue. Para ello, se realizaron también inversiones cuya finalidad es disminuir el consumo eléctrico, el de agua y la generación de residuos: “Todas las tiendas nuevas se construyen bajo normativa LEED (Leadership in Energy and Environmental Design), que garantiza un uso eficiente de los recursos naturales. Hoy en día contamos con dos establecimientos certificados y uno en proceso de obtener la certificación”.
Aguas de plomo. Acindar, el gigante siderúrgico del grupo ArcelorMittal, es otra de las compañías que abandonó la lista de contaminantes con una inversión de alrededor de 7 millones de dólares en piletones de cemento forjado para tratamiento de líquidos. Aunque Facundo Velasco, Gerente de Legales y Relaciones Institucionales de la acería, antepone un descargo: “En septiembre de 2010 se extraen muestras del líquido de la planta de La Tablada y los resultados de la muestra arrojan un valor que era de 0,11 miligramos de plomo por litro, y ese valor estaba por arriba del tolerado legalmente, que era de 0,10. A partir de ahí nos consideran Agentes Contaminantes. A nosotros nos llamó la atención porque hacemos nuestras propias mediciones y no nos daban mal, entonces mandamos a analizar la contraprueba, conforme el procedimiento legal, y el resultado arrojó un valor de 0,09. Hicimos las defensas del caso, porque entre la muestra y la contra muestra ya nos habían declarado Agente Contaminante”.
Hoy, con las obras finalizadas y en funcionamiento, Acindar se encuentra muy por debajo del límite. “Se construyeron plantas modelo tanto en Villa Constitución, que es la planta principal, como en La Tablada, que era donde habíamos tenido la muestra de ACUMAR. Actualmente pasamos de 0,09 a 0,01 miligramos de plomo por litro”, detalla Velasco, quien además revela que estudian la posibilidad de apostar por las energías renovables. “En los últimos 12 años se invirtieron unos 500 millones de dólares, de los cuales 50 millones fueron para medio ambiente. Hacia adelante, la principal inversión está vinculada a energías renovables. Hemos tenido históricamente cortes de gas y cortes de luz. Un día de producción en Villa Constitución representa la misma cantidad de energía que consume en un día la ciudad de Rosario, y lo mismo pasa con el gas. De manera que la compañía tiene en estudio invertir en su campo eólico o en su campo solar para utilizar en nuestra planta y compensar la demanda energética”.
Responsabilidad empresaria. También la alimenticia Molinos Cañuelas tiene su casa matriz sobre la cuenca del río Matanza y realizó sus propias remodelaciones. “La inversión correspondiente al plan de actividades para la reconversión del predio industrial Cañuelas ascendió a unos 300.000 dólares iniciales”, explica Ximena Iervolino, Gerente de Relaciones Institucionales y RSE de esta compañía que en 2017 recibió el premio a la sustentabilidad otorgado por la revista CFI.co, como la empresa de agro industria de Argentina con el mejor sistema de gestión ambiental, social y de gobierno. “Si bien la molinería es baja contaminante, de cara al futuro Molinos Cañuelas trabaja en proyectos de uso eficiente de la energía y de los recursos. Además se están implementando en todas las plantas planes de reducción de emisión de gases de efecto invernadero a largo plazo”, agrega la ejecutiva.
Considerado en 2013 como uno de los 10 ríos más contaminados del mundo (según estudios de Blacksmith Institute y Cruz Verde Suiza), su cauce nace en la localidad de Cañuelas, donde lleva el nombre de Matanza, y se convierte en Riachuelo desde Puente La Noria, para desembocar en el Río de La Plata a la altura del barrio de La Boca. Su curso de 64 kilómetros atraviesa transversalmente la Ciudad de Buenos Aires y 14 municipios de la Provincia; sus aguas bajan turbias y viscosas debido a un compuesto de líquidos industriales. Se calcula que viven en la cuenca cerca de 4 millones de personas, algunas de ellas en potencial riesgo sanitario. De ahí la orden del máximo tribunal de articular un plan de sustentabilidad cuyo primer antecedente político se remonta a 1811, cuando Juan José Paso inauguró los anuncios de saneamiento; incluso La Asamblea del año XIII solicitó la expulsión de curtiembres y saladeros de las zonas costeras, proyectos históricamente postergados.
por Damián Richarte
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