Convertirse en referente y vocero de un tema sensible trae sus consecuencias. Y si la discusión en cuestión es la legalización del aborto en el país, eso puede multiplicarse. Es que el proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo sigue siendo uno de los temas más calientes de la política nacional y el debate está lejos de extinguirse. Con posiciones tan distantes entre la ola celeste y el movimiento verde, los costos de la militancia y pertenencia a uno de los dos espacios no son gratuitos.
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El primero que parece estar sufriendo estas consecuencias es el periodista del diario La Nación, Mariano Obarrio, uno de los “monjes negros” del bando celeste que con su accionar fue protagonista del rechazo al proyecto de ley en el Senado. Tras más de 17 años como periodista acreditado por el diario en la Casa Rosada, a Obarrio le reasignarán a otras labores. Su alta exposición pública en defensa de su postura se volvió difícil de compatibilizar con su cobertura del oficialismo y los directivos del diario optaron por una salida elegante. Más aún, le valió también el rechazo de algunos de sus colegas: Ana Correa se negó a participar del jurado de los premios Eikon luego de enterarse que el periodista estaba nominado. Esto generó una movida en las redes con críticas a Obarrio.
Roles. “No es un castigo, sino un cambio más dentro de una renovación que se tiene planteada. La cobertura en Casa Rosada es sólo una de las cosas que van a modificarse”, confían fuentes de La Nación para justificar el desplazamiento de Obarrio de su histórico lugar. Sin embargo, la fuerte presencia mediática y algunas acciones polémicas del periodista aparecen como el verdadero motivo del desplazamiento. “Nadie le va a decir que deje de militar en lo que él cree, pero sí es cierto que puede ser contraproducente”, afirman.
En ese sentido, citan el episodio del que él formó parte para evitar un aborto contemplado por ley en el Hospital Rivadavia que se convirtió en un papelón público. El improvisado piquete no fue bien visto e incluso fue criticado por aquellos que se opusieron al proyecto de ley, por lo que el periodista quedó en offside. “Ahora se dedicará a hacer más 'notas de mirada' o investigaciones”, afirman fuentes cercanas al diario.
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Rechazo. Pero mientras Obarrio lidia con su nueva situación dentro del matutino, también debe hacer frente a la batalla que le presentan sus propios colegas. La bomba la disparó la periodista Ana Correa, quien en Twitter aseguró, no sólo que rechazaba formar parte del jurado de los premios Eikon, sino que también lo acusó de “usar su poder de comunicador para sembrar fake news y promover la misoginia y la homofobia”.
Rápidamente, otros periodistas del lado verde de la grieta salieron a respaldar a Correa y a atacar a Obarrio, quien respondió que simplemente no lo votaran. Los partidarios del “Salvemos las dos vidas” salieron a apoyar a su vocero y la tensión entre ambos sectores volvió a recrudecer. Para sus detractores, el problema con Obarrio no es su postura en contra del aborto, sino cómo actuó durante el debate, y entre otras acusaciones, le imputan "mala praxis periodística" por generar desinformación de manera deliberada, según denunció la propia Correa.
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Obarrio siempre entendió los riesgos que podía acarrear su alta exposición. Ahora comienza a ver cómo su postura y creencias personales interfieren en su vida laboral.
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