Una etapa se abre en Brasil a partir de la elección de Bolsonaro, con efectos sobre la Argentina. El principal desafío que tienen nuestras economías es volver a crecer sobre bases y reformas sustentables. Nuestros intereses coinciden, de forma que nuestra preocupación debe ser generar un programa económico de estabilización y crecimiento. Brasil necesita cambios profundos que le permitan alcanzar su potencial de crecimiento.
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La proyección de la producción argentina hacia el mundo es una de las claves para dejar de depender de la llegada de dólares financieros y sustentarnos en divisas de exportación. La integración económica internacional puede hacerse a través de negociaciones en bloque o en forma individual. Una falencia central del Mercosur es la falta de dinamismo en acuerdos comerciales que permitan ampliar las fronteras. Con la nueva administración Bolsonaro deberá plantearse si es adecuado modificar la resolución 32/00 del Consejo de Mercado Común, que especifica que nuestros países deben negociar juntos. Si se decidiera avanzar cada uno por su cuenta, la Argentina tendrá el reto de desarrollar una estrategia país por país, producto por producto.
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Es necesario desdramatizar el impacto del nuevo gobierno brasileño. Todavía falta la designación de todo el gabinete, en particular del canciller. A comienzos del siglo pasado, una figura emerge para comprender la visión estratégica de Brasil: José Maria da Silva Paranhos, barón de Rio Branco, ministro de Relaciones Exteriores (1902-12) que marcó las líneas del accionar de nuestro vecino en el plano internacional. De su legado queda claro que para Brasil América del Sur es prioridad.
Cuatro ejes en nuestra relación económica deben trabajarse. Primero, fortalecer en ambos países cadenas de valor productivas de relevancia. Los flujos de comercio de material de transporte terrestre representan casi la mitad del comercio con nuestro vecino. Segundo, el comercio entre los miembros del bloque es de bajo dinamismo. El comercio intrazona representa 13,8% del total de flujos de las cuatro economías. Es necesario generar estándares comunes en los organismos de regulación para asegurar la libre circulación de mercaderías y servicios. Tercero, no ser una prioridad económica para nuestro vecino no debe considerarse un demérito. La Argentina representa sólo 6,3% de las compras de Brasil. Por último, por cada punto de crecimiento del producto de Brasil, la Argentina se expande en torno a 0,3%.
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El desafío es que ambos podamos crecer en forma sostenible, con especialización productiva. En buena hora empezaremos a negociar con países o regiones complementarios. Es tiempo de desperezarse.
por Martín Redrado
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