Los médicos tienen el tema bien estudiado. Según la ciencia, para llorar el humano primero tiene que absorber una gran cantidad de aire en los pulmones y, en esa pulsión, el sistema nervioso ordena a la laringe que permanezca abierta más allá de lo normal. Esa acción es la que provoca lo que se conoce como “el nudo” en la garganta, efecto típico que viene junto a los momentos sensibles. En la noche del sábado Mauricio Macri experimentó esa emoción y la consiguiente bocanada de oxígeno pero por dos carriles distintos: por un lado tuvo que respirar profundamente para que se le escapen unas lágrimas luego del show en el Teatro Colón, ante la atenta mirada de los mandatarios más importantes del mundo, y junto al llanto del Presidente ocurrió también una exhalación simbólica, que compartió el oficialismo entero además del líder del PRO, luego de una victoria política tras tantos meses de malaria.
Ese fue el capital más importante que dejó la visita de los jefes de los Estados más fuertes del globo, reunidos por el G20: un gigantesco soplo de aire fresco con el que el Gobierno aspira a cerrar el año en paz.
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Imagen. El día de las lágrimas, fue tan llamativa la situación que los priopios miembros del Gobierno sospecharon de alguna intencionalidad detrás de las lágrimas. Bien lo sabe Jaime Durán Barba, el gurú de Cambiemos. El ecuatoriano había logrado mantener el perfil bajo en el que se suele mover durante el show “Argentum”, agazapado entre los que llenaban la platea del Colón -tanto el analista como otros invitados aprovecharon que las butacas no eran numeradas para acomodarse-, pero luego de la emoción del Presidente las miradas se posaron sobre él. ¿Había sido una maniobra duranbarbiana? Incluso se lo llegó a preguntar un desconfiado miembro de la mesa más chica del Gobierno que también estaba en el Teatro. “No tuve nada que ver, fueron días intensos para Mauricio y lo debe estar expresando así”, contestó el consultor, aunque se divirtió con la pregunta.
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De lo que si se convenció el equipo que trabaja la imagen del Presidente es que la foto del llanto de Macri en el balcón del Colón será recordada como una de las escenas más fuertes de su gestión. Entre esas personas se animan, incluso, a comparar las lágrimas a fines del G20 con el beso entre el líder del PRO y su esposa Juliana Awada tras el debate con Scioli en el 2015.
Luis Etchevehere, secretario de Agroindustria, le aseguró a esta revista que la emoción de Macri fue real. “Es que Mauricio estaba muy metido en toda la organización y también en el show, hasta había pedido ver algunos ensayos de la obra y había sugerido algunas ideas, como que sea un evento ágil y dinámico”, dice el funcionario, que tuvo mucha actividad en las reuniones bilaterales entre Argentina y China que culminaron con una promesa del gigante asiático de aumentar las compras de las materias primas locales.
El ex presidente de la Sociedad Rural tuvo una suerte que no todos en el oficialismo compartieron: varios ministros de la provincia de Buenos Aires y de Capital Federal mostraron su descontento por no haber estado incluido entre los invitados al Colón. Su enojo, encima, fue en aumento cuando las cámaras que transimitían el evento en vivo mostraron que había varios asientos disponibles.
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Futuro. Luego de que Putin, Trump, Xi Jinping y el resto de presidentes abandonaran el país, la sensación generalizada que corrió puertas para adentro en el Gobierno fue de satisfacción y de esperanza. “Necesitábamos relajar, fue un año duro y largo pero con los frutos del G20 y con trabajo del Presidente y de todo el equipo esperamos que el que viene sea mucho mejor”, asegura el diputado Eduardo Amadeo. Sin embargo, las mentes más importantes del oficialismo prefieren ser más prudentes. “El G20 que organizamos fue un éxito y eso no lo puede discutir nadie. Pero que esto se traduzca en un voto de acá a ocho meses no es sencillo: a lo sumo va a ser un elemento bueno más que se va a tener que sumar a otros elementos positivos para convencer al votante”, asegura uno de los encargados de la estrategia oficial.
Sin embargo, Macri, al menos en público, se mostró exultante: en una reunión con su tropa en el museo de la Casa Rosada, el martes 4, el Presidente felicitó a todos por el trabajo y, con temas de Diego Torres sonando de fondo, aseguró: “Fue muy importante (el evento), porque ocurrió en un momento donde necesitábamos encontrarnos con el porqué de lo que estamos haciendo, fue una inyección para que confirmemos que vamos en el camino correcto”, aseguró ante la atenta mirada de varios funcionarios y de Patricia Bullrich, la ministra de Seguridad que salió fortalecido del evento internacional.
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Ese día, un alto funcionario porteño, resentido aún tras el papelón de la final de la Copa Libertadores, se divertía criticando a Bullrich: “Ella quiere creer que porque le salió bien la organización del G20 se van a borrar todos los problemas que tuvo al frente de su cartera”. Fuego amigo.
Sin embargo, son varios los que prefieren mantener la calma dentro del Gobierno, y que recuerdan el caso de Felipe Calderón. El ex mandatario mexicano había auspiciado la Cumbre de Presidentes en el 2012, pero al mes del evento internacional su partido, el PAN, perdió las elecciones en su país. Hay otro elemento de la economía real que le juega en contra al optimismo amarillo: de los 19 países que integran el G20 -el otro miembro es la Unión Europea-, Argentina es el único que cierra el 2018 con una economía en contracción, y también consiguió el triste récord de ser la nación con la inflación más alta del grupo.
No todas son buenas noticias, pero en la política muchas veces es más importante parecer que ser. Y lo que revelan la encuestas locales es que el trabajo de Macri y de los suyos en el G20 dio sus frutos. Según la consultora Management & Fit, el Gobierno detuvo la caída en su imagen que venía sufriendo durante todo el anteúltimo mes del año. De acuerdo a M&F, la percepción social de la situación económica mejoró un 1,2% en la última semana de noviembre, comparada a la tercera, y, de la misma manera, levantó un 1,4% la sensación respecto a la confianza política en el oficialismo.
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En la encuesta que realizó la consultora D'Alessio IROL y Berensztein, un 35% opinó que la cumbre de líderes en Buenos Aires terminaría beneficiando al país, mientras que el 18% aseguró todo lo contrario. Ante la consulta de como habían evaluado la participación de Macri en el G20, los votantes de Cambiemos respondieron, en un 84%, que fue importante, mientras que los seguidores de CFK aseguraron, en un 76%, que resultó “intrascendente”. La grieta llegó hasta los eventos de magnitud internacional.
El Gobierno, por estos días, festeja. Con la economía en crisis, a días del siempre traumático fin de diciembre, luego del papelón del frustrado Boca-River, y, en especial, tras un año que fue muy largo, con FMI y varias renuncias de funcionarios de por medio, el oficialismo finalmente pudo anotar un gol y, sobre todo, respirar aliviado.
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