La leyenda cuenta que Valentín era un sacerdote cristiano que casaba a parejas de manera subterránea en una época en la que el Imperio Romano había prohibido esta religión y las bodas bajo esta liturgia. Con el tiempo y el reconocimiento y oficialización del cristianismo como la religión del Imperio, la celebración de San Valentín habría sido estimulada, al igual que la Navidad, para sustituir celebraciones paganas que existían en Roma.
Para la ciencia, el amor es un conjunto de transmisiones y estímulos que se generan en el cerebro y que producen sustancias que provocan una fuerte sensación de recompensa, de satisfacción. Algunos investigadores de neurología manifiestan que las zonas que se activan son muy similares a las que se ponen de manifiesto con las adicciones a las drogas. Es probablemente por ello que Platón en sus escritos del Fedro y del Banquete lo consideraba tan peligroso y lo asociaba a la locura cuando habla de Afrodita y de Eros.
El día del amor hoy está convertido en una enorme oferta de eventos y productos que se relacionan con regalos, flores, bombones, corazones y el color rojo que decora muchos establecimientos y comercios de todo tipo en varios países de Occidente. La realidad es que en la Argentina son muy pocos los que nos dicen que celebran el día del amor. Cuando se transita por las calles en las fechas aledañas al 14 de febrero, daría la impresión que “todo el mundo” vive esta fiesta. Esto es un mito: en el país el 15%, en la Capital Federal el 23% y en la Provincia de Buenos Aires el 27% dicen que participan de esta fecha de manera activa.
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Entre los más jóvenes es más popular la celebración que entre los adultos, aunque tampoco llega a ser mayoritaria en ninguna de las circunscripciones que hemos estudiado en aquellas edades. Como contrapartida, hay quienes disfrutan de fiestas anti San Valentín y por ello medimos también el rechazo a la fiesta a partir del estereotipo de la cursilidad.
En la ciudad de Buenos Aires, se han vuelto muy nombrados los eventos anti día del amor. Algunos consideran que esta celebración es cursi, pero tampoco llega a ser mayoritaria esta opinión en nuestros estudios. Simplemente, no la festejan porque no les llama la atención hacerlo. En la Capital, el tema es contundente: el 62% dice que no se trata de un agasajo cargado de elementos excesivamente delicados.
A nivel nacional, y en la Provincia de Buenos Aires, el tema está más dividido pero siempre hay un porcentaje mayor que dice que no se trata de una celebración cursi. Resulta de todas maneras interesante observar que las mujeres son las que más se inclinan a decir que se trata de una fiesta con matices ridículamente sentimentales en comparación a los hombres que respondieron de esa manera en la encuesta.
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Cursi o no, cuando se trata del amor nos viene a la memoria el cuento de Mariano Osorio en el que las emociones y sentimientos del mundo juegan a las escondidas y cuando la locura intenta encontrar al último de los jugadores, el amor, sacude con tanta fuerza un rosedal detrás del que se había escondido que las espinas lastiman sus ojos. La locura se sintió tan mal que se ofreció a ser su lazarillo por siempre y desde entonces se dice que el amor es ciego y anda siempre con locura.
por R. N.
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