Nuevamente los desajustes estructurales no resueltos por el gobierno crean una zozobra en la sociedad por que la moneda de reserva, el dólar, domina el escenario económico, financiero e internacional. No es ni cómo se mueva esa cotización ni contrarrestarla con la suba de tasas, menos aún con ajustes. Si el proceso inflacionario y la crisis toma como nave insignia este derrotero, es porque el modelo, el gobierno de Mauricio Macri, aún con el respirador artificial del FMI no logran encaminar el último tramo de su gestión.
Si este desfajase sigue esta marcha pone en descubierto a la totalidad de elementos débiles y superados del programa económico. La situación es seria, uno diria este día es para que al paciente lo trate un especialista avezado. Pero el gobierno no lo tiene, ni tampoco el liderazgo decisivo que requiere un volantazo necesario para alinear las políticas macroeconómicas con las financieras y cambiarias.
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El gobierno exhibe una fragilidad temerosa. Los fondos de inversión se van del peso, los argentinos de a pie vuelven a la moneda dura y el modelo hace que esa moneda no tenga techo. Si algo debiera hacer Macri es hablar menos y más sustancioso. Convocar a un equipo de crisis y trazar un camino crítico para que no terminemos regalando lo que se endeuda la Argentina a los que fugan y se marchan con sus fortunas fuera del país. El presidente no lidera y los inversores ay tomaron ventaja de las banalidades y las decisiones superfluas.
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Con este escenario y la divisa sin techo tendremos más crisis y menos expectativas de superar la transición. Presidente gobierne y cabalgue la crisis porque los costos de sus gestión han sido excesivos.
* Director del Departamento de Economía y del Observatorio de la Deuda Externa
por Arnaldo Bocco*
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