Después de tantas jornadas desesperadas, Mauricio Macri recuperó su zona de confort, al menos por unas horas. Aunque la minicorrida cambiaria y política que padeció la semana pasada quizá no le dejó tiempo para agendar una sesión de cuencos tibetanos armonizadores, el Presidente sí se hizo un rato para relajarse con la magia de Lionel Messi justo en el Día del Trabajo, eso que tanto le reclaman hoy muchos argentinos. Y sintió la necesidad de compartirlo en su cuenta de Twitter, con la llaneza y la economía ortográfica que lo caracteriza: “Qué orgullo que el mejor jugador de fútbol del mundo sea argentino!! Felicitaciones! Gracias Leo!”, se emocionó digitalmente. ¿Por qué lo hizo, se preguntan algunos, en un momento de emergencia nacional?
Un par de respuestas aparecen a primera vista. La más visceral es la costumbre de lanzarle epítetos lesivos para la investidura presidencial, nuevo deporte nacional en redes sociales. La otra, obvia pero más razonada, consiste en señalar la estrategia de marketing político permanente que anima esta clase de tuits que, en línea con la prédica duranbarbiana, muestran o dibujan el rostro humano de un jefe de Estado por definición alejado de la vida cotidiana de la mayoría y, en el caso particular de Macri, con déficit crónico de carisma.
El tweet de Mauricio Macri:
Qué orgullo que el mejor jugador de fútbol del mundo sea argentino!! Felicitaciones! Gracias Leo!
— Mauricio Macri (@mauriciomacri) May 1, 2019
Aquí corresponde descargar las tintas respecto de los mandatos de Jaime Durán Barba, ya que todos los políticos juegan hoy el juego de la picardía instagramera y tuitera, y en lo que refiere al deporte, el truco es más viejo que las pirámides egipcias. Y hablando de arquitectura faraónica, el propio “Sinceramente” de Cristina Kirchner abunda sin pudor en el anecdotario pasatista de las celebridades de Estado posmodernas. Son las reglas del juego.
Sin embargo, el inocente tuit presidencial con cholulismo explícito por el capitán del Barcelona revela un estado de ánimo personal que permite vislumbrar cómo se vive la crisis en la trastienda del Gobierno. El “ensimismessimiento” de Macri parece una liberación momentánea de la tensión que reina últimamente en Olivos y la Casa Rosada. El primero de mayo se presentó en la cabeza presidencial como un descanso tan fugaz como necesario del estrés de una campaña electoral oficialista que no logra encarrilarse.
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A saber… 1) No hubo elecciones en ninguna provincia, ese trago amargo de cada domingo. 2) El empoderamiento del Banco Central otorgado por el FMI para intervenir más intensamente en el mercado cambiario parece haber calmado la tan temida volatilidad del dólar frente al peso argentino. 3) El paro de los Moyano no hizo más que seguir convenciendo a los convencidos de todos los bandos, sin provocar un efecto de desestabilización extra al Gobierno; más bien todo lo contrario. 4) Y la euforia cristinista desatada por su vanidoso lanzamiento editorial liberó los peores agentes tóxicos para el crecimiento de la intención de voto a favor de la expresidenta: ya reaparecen los artistas nac&pop en la tele metiendo la pata, como el ingenuo brote de xenofobia progre de Gerardo Romano contra exiliados venezolanos, en una pegajosa defensa del régimen de Maduro que ni siquiera kirchneristas más sofisticados como Agustín Rossi y Alberto Fernández pudieron evitar al calor de los micrófonos. Como no pasaba hace mucho, algunas cosas vuelven a jugar para Macri.
El gol de Lionel Messi desde la tribuna:
Por eso la catarsis tuitera del Presidente, que tiene más ansiedad por gritar goles que Messi en la Copa del Mundo con camiseta albiceleste. Ayer Macri volvió a soñar con su cancha ideal: dólar tranquilo y peronistas nerviosos. Solo queda el temor a los pelotazos en contra de Lilita Carrió, pero a esta altura del partido, ya no quedan cambios disponibles. Corazón y pases cortos.
*Editor ejecutivo de NOTICIAS.
por Silvio Santamarina*
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