Había comenzado la revolución industrial y en Estados Unidos, un grupo de trabajadores de Chicago exigió la reducción de su jornada laboral a 8 horas diarias. Bajo la presión de los paros, el entonces presidente, Andrew Johnson, promulgó una ley que reducía la jornada, pero no fue acatada por los empresarios. Los trabajadores llamaron a una huelga general el 1º de mayo de 1886 en la que, se dice, participaron más de 200 mil personas en varios lugares del país. Bajo la acusación de anarquistas, la policía comenzó con operativos de represión llamados “rompehuelgas”.
Se recuerda especialmente un evento que se llamó “La revuelta de Haymarket”, en la que 20 mil personas concentradas en la plaza de ese nombre se enfrentaron con la policía y explotó una bomba entre los uniformados que provocó un muerto y varios heridos. Un mes después comenzó el juicio contra los responsables. El proceso judicial estuvo lleno de irregularidades y llegó a ser conocido como una farsa de juicio. Las ocho personas condenadas, tres de ellos a prisión y cinco a morir en la horca, se convirtieron en los mártires de Chicago, que son conmemorados el 1º de mayo de cada año por su sacrificio a favor de los derechos de los demás trabajadores.
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La defensa de los derechos de los trabajadores fue siempre el sentido de este día. Sin embargo, hoy invitamos a reflexionar sobre otro aspecto del trabajo que tiene que ver con las oportunidades de conseguir un empleo que esté alineado con las aspiraciones y anhelos de cada uno y la importancia de la educación en ese cometido.
De acuerdo con nuestras investigaciones, poco más de la mitad de los encuestados indican que trabajan, mientras alrededor del 20% dicen que estudian y trabajan. Otros afirman que no hacen ninguna de las dos cosas. En la Provincia de Buenos Aires y en la Ciudad Autónoma, quienes no trabajan ni estudian crecen hasta representar casi a un tercio de los bonaerenses y porteños, respectivamente. En los tres casos, aquellos que han alcanzado mayores niveles educativos son quienes más destinan su tiempo al estudio y al trabajo paralelamente. Gran parte de los universitarios eligen trabajar para afrontar los costos de sus estudios.
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Ahora bien, nos pareció interesante profundizar en el tema e indagar acerca de la satisacción de la gente con aquello que hace. En este caso, los resultados obtenidos debemos analizarlos junto con otro componente que es si efectivmaente estudiar lleva a tener mejores trabajos en el futuro. Los resultados revelan que 7 de cada 10 argentinos se sienten a gusto con lo que hacen. Esta satisfacción se acentúa entre los más instruidos y disminuye a medida que aumenta la edad. Esto es, cuanto mayor es el nivel educativo, son más las posibilidades de conseguir posiciones laborales que les satisfacen a los encuestados, y las personas con menor instrucción acceden a trabajos en las que sus tareas son más incómodas o tienen peores condiciones y por lo tanto no les entusiasman.
Esta conclusión también se ve reflejada en la opinión de la gente cuando registramos que el 85% en el país y el 95% en la Ciudad considera que estudiar realmente sirve para acceder a un mejor trabajo. En definitiva, estudiar y profesionalizarse da más oportunidades para acceder a un mejor trabajo, que genera a su vez una mayor satisfacción personal en la vida.
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En Argentina, el día del trabajador es un feriado en el que abundan los actos sindicales con reclamos hacia el gobierno de turno. Nos preguntamos si pudiésemos aprovechar este día para transmitirles a las nuevas generaciones el valor del trabajo, la importancia de la educación para realizarse y despertar la ambición por ser mejores cada día.
por R. N.
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