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CULTURA | 21-08-2019 11:21

Notre Dame: entre la restauración y la campaña

A 4 meses del incendio, la reconstrucción no avanza. Donaciones que no llegan, fallas en las medidas de seguridad y debates estéticos.

La Catedral de Notre Dame forma parte, desde hace siglos, del imaginario colectivo de Occidente. Ya sea a través de la novela de Victor Hugo (“Nuestra señora de París”), de sus adaptaciones en Hollywood y el universo de Disney, o por lo que representa como símbolo religioso y parada obligada para el turismo en Francia; muchos han tenido alguna forma de contacto con el monumento.

Cuando en la tarde del 15 de abril la Catedral se vio envuelta en llamas, su posible destrucción impactó al mundo entero. El futuro de Notre Dame quedó envuelto en el misterio. La icónica aguja que colapsó ocasionó daños considerables. “El bosque”, como se conoce a la estructura que sostiene el techo de la catedral -estaba conformado por aproximadamente 1.300 vigas que procedían cada una de un árbol distinto- quedó arrasado.

Tras el incendio, que recorrió noticieros, páginas web y diarios alrededor del mundo, la frase de la esperanza la pronunció el presidente Emmanuel Macron: “La reconstruiremos y será más bella todavía”. Con un ambicioso plan para que las restauraciones finalicen en cinco años -fue aprobado tres meses después del desastre-, el proyecto sigue envuelto en controversias e interrogantes.

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Polémica. A tan solo algunas horas de la transmisión mundial del incendio, el gobierno francés recibió un aluvión de propuestas: multimillonarios y empresarios salieron a anunciar las grandes sumas de dinero que estaban dispuestos a donar para colaborar con la restauración del monumento.

Con la humareda todavía invadiendo el cielo parisino, François-Henri Pinault, presidente del grupo empresarial Kering, anunció que su familia donaría $ 112 millones de euros para contribuir a la reconstrucción de la catedral. Como para no quedarse atrás; Bernard Arnault, CEO de LVMH (Louis Vuitton Moët Hennessy), una de las empresas que compiten directamente con la de Pinault, anunció una donación de aproximadamente $ 226 millones de euros.

Pero no fueron los únicos. En la lista de grandes empresas altruistas figura la familia Bettencourt Meyers -que controla L’Oreal-, el banco Crédit Agricole, el grupo publicitario JCDecaux, y la petrolera francesa Total, por nombrar algunos. Incluso el CEO de Apple, Tim Cook, ofreció ser parte del aluvión de donantes. En total, aproximadamente $ 850 millones de euros fueron ofrecidos mientras los vestigios del incendio todavía no se habían disipado.

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Las polémicas no se hicieron esperar. Una de las primeras controversias surgió de la mano del movimiento de los “chalecos amarillos” -una agrupación social que protesta, entre otras cosas, por la pérdida del poder adquisitivo-. La agrupación cuestionó la facilidad y rapidez con la que las empresas habían recaudado dinero para la reconstrucción, teniendo en cuenta cómo habían ignorado por meses las protestas sociales. Además, se cuestionó el beneficio de una deducción fiscal del 60% para los grandes donantes por su contribución a una causa benéfica -incentivo que ofrece normalmente el gobierno francés-. Aunque luego Arnault y Pinault aclararon que no gozarán del beneficio, ya sea por haber alcanzado el máximo deducible o, simplemente, por no considerarlo ético.

Pero uno de los puntos principales que generó un gran debate fue si lo recaudado debía ser aprovechado en otras cuestiones sociales más urgentes. Desde 2018, la cantidad de personas en situación de calle en París se incrementó en un 21% y, a pesar de las protestas, no se han tomado las medidas necesarias para revertir la situación. Los movimientos sociales cuestionaron las prioridades de la sociedad francesa y del propio Macron. Después de todo, una tragedia que no ocasionó muertes generó mayor adhesión que las campañas para ayudar a poblaciones en crisis.

Restauración. Luego de casi cuatro meses del trágico incendio, la reconstrucción de Notre Dame sigue rodeada de interrogantes. Si bien el presidente Macron manifestó su intención de una renovación completa en cinco años –en coincidencia con los juegos olímpicos de París en 2024-, una serie de obstáculos se interponen en el cumplimiento del plan.

Las tareas para asegurar la parte de la iglesia que se salvó del incendio todavía no han concluido y se estima que se extenderán por lo menos hasta diciembre. Aún es difícil decir qué se encuentra verdaderamente a salvo y no se descarta la posibilidad de otros derrumbes. De suceder una nueva catástrofe, se extenderían los plazos de la reconstrucción. El propio Phillippe Villeneuve, arquitecto jefe de Monumentos Históricos de Francia, al frente de las obras de estabilización y recuperación de la catedral, considera demasiado optimista el plazo prometido por el presidente.

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Por si fuera poco, altos niveles de plomo fueron liberados tras el incendio -el techo de la catedral estaba recubierto por 400 toneladas de este elemento-. Por este motivo, desde hace unos días las obras están detenidas. Los sindicatos involucrados piden garantías de que los obreros no sufrirán las consecuencias de la exposición a esta tóxica sustancia.

Como si de una serie de eventos desafortunados se tratara, los donantes que prometieron importantes sumas de dinero para colaborar con la reconstrucción todavía no depositaron las cantidades anunciadas y, según lo hicieron saber, la mayoría lo hará a cuenta gotas en función de los trabajos que se vayan realizando. Al ver la reticencia de multimillonarios como Pinault y Arnault, donantes de menor calibre decidieron retirar su oferta de contribución. Son los ciudadanos de todas partes del mundo que realizaron pequeñas donaciones los que, por ahora, están pagando los salarios de los casi 150 empleados en la reconstrucción.

Que todavía haya disparidad de opiniones acerca de cómo restaurar la nueva Notre Dame no contribuye al flujo de dinero. Desde los primeros días, autoridades francesas y especialistas del mundo se embarcaron en una exposición de opiniones sobre la apariencia que debería tener la catedral reconstruida. La oposición es entre la reproducción fiel o un diseño moderno.

Desde el gobierno galo lanzaron un concurso internacional para realizar el proyecto. Las propuestas recibidas conforman una plétora de posibilidades: desde una cubierta hecha de cristal, hasta espirales de luces y techos verdes. El senado terminó por convencer al ejecutivo de seguir por el camino de la tradición y rehacer la iglesia tal como era antes del incendio.

Pero, aunque el nuevo -o viejo- estilo de la Catedral ya esté decidido, a casi cuatro meses del desastre sigue habiendo más interrogantes que respuestas: cuánto tiempo realmente demorará la reconstrucción, cuánto costará y cómo emergerá el icónico monumento parisino de un proceso tan complejo.

por Melissa Kuris

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