La sensación de fin de ciclo que alienta al elenco político de la administración anterior nos regala por estos días algunas escenas rebosantes de impunidad. O mejor, de inmunidad, ese estado de resistencia gracias al que determinados organismos no son afectados por el mal. Que apenas los roza y les resbala. Es la virtud que, al menos, presumen gozar dos ex ministros de economía de la era K que casi al unísono salieron a prevenirnos de la hostilidad que nos entorna.
“La mayor seguridad hoy es tener los dólares con uno”, declaró Felisa Miceli, como si fuera Macri quien detonó su apego al “encanutamiento”. En todo caso, si eludir la bancarización fuera producto del miedo al Estado depredador - y no para evadir impuestos u ocultar el origen del dinero- la ex funcionaria desconfiaba entonces de sí misma. Porque le encontraron una bolsa con cien mil pesos y más de treinta mil dólares en el botiquín del baño de su despacho de ministra (¿hay algo menos creativo después del colchón, el bollo de medias y la lata en la alacena?). Y tras una defensa inconsistente fue sentenciada a una prisión condicional, que le permitió eludir la cárcel, además de ser inhabilitada por ocho años para ejercer cargos públicos.
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No en una entrevista como su colega, sino ante el tribunal que acaba de sumarle una condena, Amado Boudou, también desplegó un alegato insólito a la luz de su prontuario. “Nos pusieron en el banquillo de los acusados –dijo- para saquear a la Argentina y al pueblo”. No más preguntas señor juez.
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¿Será como ellos creen, que la ira por el presente nos sumió en el río del olvido? Pronto, la candidata a senadora que Espert tuvo que bajar por robar en un Coto en medio de la campaña, podrá aconsejarnos sobre las maneras de ahorrar en las compras de supermercado. ¿Por qué ella no?
*Editora Ejecutiva de NOTICIAS.
por Alejandra Daiha*
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