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CIENCIA | 09-10-2019 11:39

El Nobel de Química 2019 se centró en las baterías que alimentan celulares, notebooks y autos

Un alemán, un británico y un japonés recibieron la distinción de este año por haber descubierto y diseñado las baterías de ion litio. ¿Cómo contribuyen a impulsar las energías limpias?

Al objeto fruto de las investigaciones de tres científicos a los que hoy se les otorgó el Premio Nobel de Química lo llevamos en bolsillos, carteras, y hasta en autos. El alemán John B. Goodenough, el británico Stanley Whittingham y el japonés Akira Yoshino son los ganadores de la distinción por haber desarrollado las baterías de iones de litio.

“Las baterías de litio han revolucionado nuestras vidas y se usan desde los teléfonos móviles a las computadoras portátiles y los vehículos eléctricos”, destacó la Academia al dar a conocer su decisión. El trabajo de los tres científicos “sentó las bases para una sociedad inalámbrica y libre de combustibles fósiles”, agrega.

Paradójicamente, las investigaciones que dieron como resultado el desarrollo de estas baterías empezaron como una iniciativa de una petrolera. En la década del ´70, en plena crisis del petróleo, la Exxon optó por diversificar sus actividades. Así fue como decidió invertir en investigación básica y armó un equipo con algunos de los científicos más importantes de la época en el campo de la energía. Stanley Whittingham fue uno de los contratados y entonces empezó a trabajar con superconductores. Descubrió un material muy rico en energía, que utilizó para crear un cátodo en una batería de litio. Estaba hecho de disulfuro de titanio que, a nivel molecular, tiene espacios que pueden intercalar iones de litio.

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El ánodo de la batería contenía parcialmente litio metálico y era potente, más de dos voltios. Sin embargo, el litio metálico es reactivo y la batería era explosiva, al punto de haber provocado varios incendios. Algo faltaba para que la batería pudiera ser realmente viable.

Ese algo fue aportado por John Goodenough, que en 1980 demostró que era posible duplicar el potencial de la batería. La tercera pata, Akira Yoshino, entró pronto en acción. Con el cátodo de Goodenough como base, el científico de la Universidad Meijo en Nagoya (en Japón), creó en el año 1985 la primera batería de iones de litio comercialmente viable. Logró eliminar el litio puro y utilizar iones de litio, que son más seguros. El resultado fue una batería ligera y resistente que podía cargarse cientos de veces antes de que su rendimiento se deteriorara.

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En 1991, una importante empresa japonesa de electrónica comenzó a vender las primeras baterías de iones de litio, lo que llevó a una revolución en la vida cotidiana. Dispositivos electrónicos se empequeñecieron, al tiempo que ganaron en potencia e independencia: los teléfonos celulares se achicaron, las computadoras se volvieron portátiles, llegaron los reproductores de música en formato MP3 y las tablets. Todo, en apenas una década y media.

La producción de estas baterías tiene impacto en el entorno pero también, de acuerdo con la Academia Sueca, “enormes ventajas medioambientales”. Y es que permitió el desarrollo de tecnologías de energía más limpia y vehículos eléctricos, contribuyendo a reducir las emisiones de partículas nocivas y de gases de efecto invernadero. Es por eso que los miembros de la Academia Sueca de Ciencias dice aquello de que el desarrollo de las baterías de ion litio “ha sentado las bases de una sociedad inalámbrica, libre de combustibles fósiles, y es de gran beneficio para la humanidad”.

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