La obra de Graciela Hasper (Argentina, 1966) inauguró la muestra “Intemperie”, curada por Roberto Amigo en la Fundación Santander Argentina. Reconocida por anteriores intervenciones artísticas en espacios públicos –bajo autopista de Constitución y bajo autopista junto a la Usina del Arte, estación Catalinas del subte E, grandes murales en Miami y Puerto Madero–, Hasper es la primera vez que lleva su pintura al espacio en forma de objetos. Al deambular por la instalación, el espectador experimenta físicamente la esencia de su pintura, generadora de destellos de luz y sutil humor.
Ancladas en lo geométrico, las piezas tienen una presencia de festiva austeridad que libera el color y juega con simetrías que la artista inventa, inspiradas en la naturaleza, la calle, los bazares. Desde que comenzó a exhibir en 1989, organiza el espacio, asigna los colores de manera tal que sus seductoras combinaciones, parecen sencillos reflejos antes que arbitrarias manipulaciones.
La tensión entre los colores constituye la verdadera teatralidad de su pintura, que se halla transferida a la manera de transparentes murales sobre los inmensos ventanales de la Fundación. Aquí también conversan con 90 formas translúcidas que, a la manera de gotas, penden del techo. Pero la colorida lluvia presenta una anomalía: otros 90 marcos colgantes vacíos recortan otras gotas, retratando su ausencia.
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