Los últimos meses han sido particularmente ricos en cuanto a publicaciones científicas relacionadas con el concepto de microbioma y su influencia en la salud general de las personas. Tomemos solo dos casos de estudios relacionados con los microorganismos que habitan dentro del cuerpo humano como un todo, y con la microbiota, que son también las bacterias, virus, hongos, que pululan en un ambiente en particular del cuerpo, como pueden ser el intestino, la piel, la vagina.
Un meta análisis aparecido en la revista especializada Nature Metabolism hace apenas dos semanas es claro: “La composición y la función de la microbiota intestinal están fuertemente influenciadas por factores dietéticos para alterar la señalización intestino-cerebro -explican los autores de esta revisión de investigaciones-. Para reflejar esta interconexión entre la dieta, la microbiota intestinal y el funcionamiento cerebral, proponemos que existe un eje dieta-microbiota-intestino-cerebro que sustenta la salud y el bienestar”. Y enfatizan: “Se describen los efectos importantes inducidos por la dieta sobre la microbiota intestinal para el desarrollo, la prevención y el mantenimiento de los trastornos neuropsiquiátricos”.
Por otro lado, el pasado 6 de septiembre investigadores de diferentes instituciones del Reino Unido publicaron en Nature Microbiology sus hallazgos: el ensamblaje de la microbiota humana comienza en el nacimiento, sembrado tanto por microorganismos maternos como ambientales. Analizando el genoma fecal de 1.288 neonatos los científicos pudieron comprobar que “la microbiota intestinal neonatal pionera puede estratificarse en uno de tres estados comunitarios distintos, cada uno dominado por una sola especie microbiana e influenciado por factores clínicos y del huésped, como la edad materna, la etnia y la paridad”. Estas diferencias influirán en los bebés en cuanto a su inmunidad y resistencia ante ciertos patógenos.
Apenas dos ejemplos: cada vez más el concepto de que los seres humanos somos nosotros y las células y genes de los otros seres que nos habitan. “Cuando en el año 2005 termina el proyecto Genoma, los estudios muestran que al querer secuenciar a un ser humano los científicos hallaban una cantidad enorme de ADN de origen microbiano que no era contaminación, no eran patógenos y era en cantidad muy superior a la de los seres humanos. Ahí surge el concepto de holobionte, es decir la comunidad que formamos con células de origen humano y células de microorganismos comensales que nos aportan una maquinaria enzimática capaz de ayudarnos, entre otras cosas, a controlar la presión arterial, a digerir enzimas, a sintetizar vitaminas”, explica Gabriela Gutiérrez, doctora en Ciencias Médicas por la Universidad de Buenos Aires (UBA) con más de 20 años de experiencia en inmunología reproductiva.
Biotecnología argentina
Como investigadora del CONICET, Gutiérrez (junto con otras colegas que estaban realizando su doctorado) fundaron en el año 2020 en la Argentina una startup de biotecnología que creó un tratamiento basado en el análisis de ciertos marcadores de la microbiota para tratar dificultades para lograr el embarazo. Las científicas identificaron cómo la presencia o ausencia de esos marcadores puede estar relacionada con la infertilidad y publicaron su trabajo en la revista especializada American of Reproductive Immunology. En su estudio detectaron que las pacientes con infertilidad mostraban una menor riqueza bacteriana que las que formaban parte del grupo de control y no tenían problemas para concebir.
“A diferencia de otros casos, nosotros formamos la empresa a partir de un estudio clínico que después se fue replicando con otras mujeres en otras partes del mundo. En lugar de ver el impacto de microorganismos que desaparecen u otros que sobrecrecen en respuesta a los que desaparecen, observamos la salud en general como un mapeo genómico. Es decir, comparar mi mapa genómico de la microbiota con un mapa genómico de un grupo control para ver si yo tengo un patrón de microorganismos que desaparecen o que están en defecto, u otros que están en exceso respecto de ese grupo control. Nosotros utilizamos esos cambios para entender el impacto del estilo de vida y del ambiente sobre nuestra salud”, explica Gutiérrez, actualmente CEO de Microgénesis, que tiene presencia en la Argentina, en España y en los Estados Unidos.
“Es muy difícil encontrar una microbiota estándar como grupo control porque no hay dos microbiotas iguales. La microbiota es una huella dactilar -detalla a NOTICIAS-. De hecho hay meta análisis que dicen que en contra de la creencia aceptada por la mayoría de los ginecólogos y especialistas de salud femenina la microbiota vaginal (que es la segunda más estudiada del mundo) no tiene en todas las etnias ni en todas las ciudades el mismo microorganismo dominante, es decir, en lactobacilos. En mujeres caucásicas sí ocurre eso, pero en mujeres de otra edad (y porque depende de los niveles de estrógenos) y de otras etnias como la afroamericana o la hispánica no son las bacterias acidolácticas las que dominan y eso también es completamente normal o al menos no se asocia a ninguna patología”.
Ya en el año 2016, cuando comenzó el ensayo clínico con microbiota, Gutiérrez y colegas habían identificado marcadores de inflamación de bajo grado en sangre y en saliva, es decir, inflamación sistémica que impactaba a nivel del resultado reproductivo de pacientes que se someten a tratamiento de fertilidad asistida y no logran embarazarse, o que tienen dificultades para lograrlo. Luego de estudiar a más de 4.000 pacientes comprobaron que podían identificar distintos fenotipos o perfiles inflamatorios.
“Teníamos la capacidad de identificar diferentes perfiles inflamatorios de acuerdo con diferentes hábitos de vida y debíamos buscar una explicación a nivel inmunológico. Y básicamente todo giraba alrededor de la nutrición, además de aspectos como de dónde venían, dónde estaban residiendo, qué edad tenían, qué índice de masa corporal. Todos estos factores sumados a los metabolitos que nosotros estudiamos, que gatillan ciertas vías inflamatorias y que se generan en la pared intestinal en respuesta a la microbiota intestinal en mujeres con dificultad para embarazarse, pudimos asociar cómo la nutrición, el estilo de vida, el ambiente, van acelerando el reloj biológico y el envejecimiento celular y separan lo que es la edad cronológica de la edad biológica de la mujer. Entonces dos mujeres pueden tener la misma edad, y sin embargo una puede presentar su potencial reproductivo con una mujer de edad más avanzada que la otra y esto tiene que ver con la inflamación o el tenor inflamatorio que muchas veces no cumple criterios de enfermedad pero cuyo primer síntoma es la infertilidad en sí misma”, resume Gabriela Gutiérrez.
El trabajo de Microgénesis fue reconocido inclusive en el Senado, recinto que tiene entre sus pendientes tratar un proyecto de la senadora Silvina García Larraburu para declarar de interés el proyecto científico desarrollado por Gutiérrez y Agustina Aspiroz. “Debe destacarse que la biotecnología es considerada una solución innovadora para los desafíos de la globalización y beneficia especialmente a países en vías de desarrollo -debido a su fuerte impacto en toda la cadena de producción global- creando oportunidades de crecimiento diferenciadas para estos países”, menciona el texto del proyecto que está en la Comisión de Ciencia.
Personalizado
El tratamiento de Microgenesis tiene cuatro pilares y se personaliza de acuerdo con el perfil inflamatorio al que los especialistas le colocan un número que identifica de alguna manera la edad biológica que detectan en cada paciente. “Esos cuatro pilares son un plan nutricional que le dé de comer a los microorganismos de la microbiota intestinal que están disminuidos o faltando y que nos ayuden a que aquellos que están en defecto puedan ser suplementados con probióticos, pero en el plan nutricional tienen que estar los prebióticos para que estos prebióticos puedan desarrollarse y a su vez tenemos que quitar componentes de la alimentación, sobre todo industrializados o ciertos alimentos que van a favorecer el desequilibrio de la microbiota que tiene cada una”, describe Gutiérrez.
En total, en toda la cohorte de pacientes estudiadas, que hasta la fecha son más de 600, fueron identificados tres tipos de desequilibrio intestinal asociados a dificultad para embarazarse que gatillan diferentes vías inflamatorias de acuerdo con la edad, el peso, la talla y el lugar donde viven. Es decir que dos mujeres pueden compartir el mismo desequilibrio de la microbiota, pero a mientras que a una la impactará de una manera, en la otra las consecuencias serán diferentes. Y es por tener en cuenta y estudiar esas diferencias que el plan de tratamiento es personalizado. Son ocho tipos de planes nutricionales que se combinan entre sí, antiinflamatorios, que al mismo tiempo ayudan a recuperar la microbiota, el escudo de defensa para evitar el impacto del ambiente en el sistema inmunológico.
El objetivo no es reparar totalmente la microbiota, algo que demandaría años, sino reforzarla con los probióticos y el alimento, para controlar la inflamación en un plazo de entre 60 y 90 días. “Eso lo lograríamos con la nutrición sola, pero en un plazo más largo, tal vez entre seis meses y un año, con los suplementos que nosotros damos, que son aminoácidos, vitaminas, que se dan a pacientes sanas pero que están con algún requerimiento especial, en este caso son suplementos que van a ser antiinflamatorios de acuerdo a la vía inflamatoria que tengan afectada -concluye Gutiérrez-. Ejemplo, si tiene colesterol alto, riesgo de desarrollar colesterol alto, omega 3, si tienen riesgo de desarrollar insulina alta, resveratrol, etc. Así se van combinando de acuerdo al perfil que nos dio. Y por último, un plan de actividad física personalizado a cada perfil, de alto o de bajo impacto, que ayuda a bajar la inflamación en dos a tres meses.”
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