Thursday 17 de October, 2024

CIENCIA | Ayer 23:23

Microplásticos, un peligro emergente para la salud

Se han detectado microplásticos en el agua, en el aire y en los alimentos, incluidos los mariscos, la sal de mesa, la miel, el azúcar y bebidas como la cerveza y el té.

La presencia de microplásticos en bulbos olfatorios de personas fallecidas fue dada a conocer por investigadores de la Universidad de Berlin (Alemania) y de San Pablo (Brasil). “Las formas predominantes fueron partículas y fibras, siendo el polipropileno el polímero más común -informan, en la publicación científica JAMA Network Open-. La presencia de microplásticos en el bulbo olfatorio humano sugiere que la vía olfativa es una posible vía de entrada de los microplásticos al cerebro, lo que pone de relieve la necesidad de realizar más investigaciones sobre sus efectos neurotóxicos y sus implicaciones para la salud humana”.
Hace veinte se utilizaba por primera vez el término “microplásticos” (es decir, fragmentos microscópicos de deshechos plásticos) en una publicación, y desde entonces las investigaciones se han multiplicado. Los microplásticos surgen de múltiples fuentes, incluidos los neumáticos, los textiles, los cosméticos, la pintura y la fragmentación de artículos más grandes. Están ampliamente distribuidos en todo el entorno natural y hay evidencia de que causan daños extendidos que abarcan océanos, tierra, bosques, animales, seres humanos. Se convirtieron en omnipresentes en alimentos y bebidas e investigadores de los más diversos puntos del planeta los detectaron en todo el cuerpo humano, con evidencia emergente de efectos negativos. La contaminación ambiental que causan podría más que duplicarse para 2040 y se han pronosticado daños a gran escala
Los informes de grandes elementos de desechos plásticos en el medio ambiente se remontan a la década de 1960. Aquél artículo científicos del 2004, ahora aceptado como el que marca el comienzo del campo de la investigación de microplásticos, demostró que pequeños fragmentos de varios plásticos comunes, tales como acrílico, poliamina (nylon), polipropileno, poliéster, polietileno y poliestireno, estaban presentes en entornos costeros alrededor del Reino Unido y que su abundancia había aumentado significativamente desde la década de 1960.
Los microplásticos se definen ahora como partículas plásticas sólidas de hasta 5 milímetros de tamaño, compuestas de polímeros junto con aditivos funcionales, así como otros productos químicos añadidos intencionalmente y no intencionalmente. Este límite de tamaño superior fue propuesto debido a la evidencia científica de que las partículas de hasta 5 mm podrían ser ingeridas fácilmente por organismos.  

Acumulación de plásticos.

Los microplásticos están por todos lados

En una revisión sobre el tema que realizaron investigadores del Reino Unido, Suiza, Austria, Australia y Países Bajos y que publicaron en la revista Science, se han detectado acumulaciones de microplásticos en las costas, en las profundidades marinas, en el hielo marino, en ríos, lagos y arroyos, en suelos, cerca de la cumbre del monte Everest y en la atmósfera y ahora está claro que los microplásticos contaminan múltiples entornos a escala global. También se los halló dentro de organismos vivos, desde los invertebrados que forman la base del ecosistema alimentario hasta los máximos depredadores. 
“Los estudios iniciales identificaron varias fuentes clave, incluidas las fibras textiles, los productos de limpieza y cosméticos, el derrame de pellets de preproducción y la fragmentación de artículos más grandes, pinturas, abrasión de neumáticos, escamas y polvos de construcción y preproducción -explica Richard Thompson, uno de los investigadores en Science-. La fragmentación de artículos más grandes en el medio ambiente parece ser la fuente más importante, pero en todos los casos los impulsores subyacentes son las actividades humanas. Las fuentes emergentes incluyen fertilizantes recubiertos de plástico y películas de mantillo utilizadas en la agricultura, degradación de cuerdas y redes en el sector marítimo, reciclaje mecánico y relleno en campos deportivos”.
Los autores del análisis advierten, además que: “No se conoce la velocidad a la que los macroplásticos se fragmentan en microplásticos, ni el grado en que los microplásticos potencialmente se fragmentan en nanoplásticos, ni los plazos necesarios para que los plásticos se mineralicen. Sin embargo, la tasa de mineralización parecería ser minúscula en comparación con la velocidad a la que los plásticos se acumulan en el medio ambiente. Por lo tanto, se ha sugerido que, con la excepción del material que ha sido incinerado, todo el plástico convencional que se ha fabricado alguna vez sigue presente en el planeta en una forma demasiado grande para ser biodegradado”. 
Varios estudios recientes han estimado las contribuciones relativas de varias fuentes de microplásticos al medio marino y la evaluación global de 2020 de la UICN estima un total combinado de entre 0,8 y 3 millones de toneladas por año. Además, un informe reciente sugiere que la fuga a entornos terrestres podría ser de 3 a 10 veces mayor que la del medio marino. Los puntos de entrada al medio ambiente incluyen la liberación directa al aire, por ejemplo, como fibras de textiles o polvo de la abrasión de neumáticos, la descarga a hábitats acuáticos de las corrientes de agua que se deslizan por la superficie de caminos y rutas y los sistemas de alcantarillado, la introducción directa en suelos agrícolas, como a través de la propagación de lodos contaminados. También hay fuentes indirectas, como la fragmentación de los plásticos más grandes en el ambiente. 
Ya liberados en el ambiente, los microplásticos pueden viajar lejos de su punto de entrada y no están limitados por fronteras nacionales, lo que resalta la importancia de las acciones a nivel mundial. Los ríos son reconocidos como vías principales que conectan fuentes interiores con el medio ambiente marino, y es probable que la redistribución de microplásticos más finos transportados por el aire por el viento sea una vía importante que conduzca, por ejemplo, a la acumulación en regiones remotas. En entornos acuáticos, las partículas microplásticas son transportadas, depositadas y resuspendidas por el movimiento del agua mediante los mismos procesos que las partículas naturales. Por lo tanto, a diferencia de los contaminantes disueltos, que se diluyen a medida que se dispersan, existe el potencial de que las partículas microplásticas se acumulen en lugares de baja energía, incluidas áreas relativamente remotas como las profundidades marinas o el Ártico. 
“Los modelos de pronóstico indican que, en escenarios en los que todo siga igual, la fuga de microplásticos al medio ambiente podría aumentar entre 1,5 y 2,5 veces para 2040 -advierten Thompson y colegas-. Incluso si fuera posible detener todas las nuevas fugas de plástico al medio ambiente, la cantidad de microplásticos seguiría aumentando en el futuro previsible debido a la fragmentación de los elementos de plástico de mayor tamaño que ya están presentes. El mensaje general es claro: las concentraciones ambientales y la exposición de la biota y los seres humanos aumentarán.”
A medida que los plásticos se fragmentan en trozos cada vez más pequeños, su gran cantidad conduce a una mayor disponibilidad para una amplia gama de organismos, desde los invertebrados en la base de la cadena alimentaria hasta los depredadores del ápice, algunos de los cuales confunden estas partículas con alimento. La diversidad en tamaño, forma, color y composición química de los microplásticos, junto con la colonización de la superficie por microorganismos, influyen en la biodisponibilidad para los organismos, así como en el potencial de efectos adversos.
Se han detectado microplásticos en más de 1.300 especies acuáticas y terrestres, incluidos peces, mamíferos, aves e insectos. La ingestión puede provocar daños físicos, como dilución de alimentos, bloqueo gastrointestinal o abrasión interna, y daños químicos. La absorción de las partículas más pequeñas por el cuerpo puede provocar toxicidad desencadenada. Los efectos varían ampliamente según el organismo y el tipo y la cantidad de microplásticos ingeridos, pero se han demostrado en experimentos de laboratorio puntos finales con relevancia ecológica directa, como la reducción del crecimiento, la supervivencia y la reproducción

Botella plástica en el océano.


Seres humanos

Los expertos han detectado presencia de microplásticos en el agua que bebemos, en el aire que respiramos y en los alimentos que comemos, incluidos los mariscos, la sal de mesa, la miel, el azúcar y las bebidas como la cerveza y el té. En algunos casos, la contaminación de nuestros alimentos se produce en el entorno natural; sin embargo, el procesamiento, el envasado y la manipulación pueden contribuir aún más a la contaminación. 
En los últimos años se ha informado de la presencia de microplásticos en diversos tejidos, órganos y fluidos corporales humanos. Se han detectado en la sangre humana, la placenta, el hígado y los riñones, lo que indica su capacidad para atravesar el cuerpo. También hay cantidades de microplásticos en el pelo, la saliva, el esputo, la sangre, la leche materna, el semen, la placenta, el sistema cardiovascular, los pulmones, los fluidos de los bronquios, el colon, los testítulos. 
Se eliminan del cuerpo a través de las heces, la orina y la exhalación. La eficiencia de eliminación varía según las características de la partícula y la condición y el comportamiento de los individuos; por ejemplo, se han informado concentraciones más altas de microplásticos en los pulmones de los fumadores en comparación con los no fumadores. 
Aunque la capacidad científica para hacer evaluaciones de riesgos es todavía limitada, el llamado a la prevención y a la toma de conciencia a nivel global está lanzado. 

 

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Andrea Gentil

Andrea Gentil

Editora de Ciencia, Medicina y Tecnología. Coordinadora carrera de Comunicación Digital, UNaB.

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