Mientras en Europa y Asia Oriental el primer golpe de la pandemia provocada por el coronavirus SARS-CoV-2 parece haber quedado atrás, dejando lugar a rebrotes focalizados que son aislados de inmediato gracias a una vigilancia epidemiológica constante, América Latina atraviesa su peor momento. En la Argentina, la ciudad de Buenos Aires (CABA) y el conurbano bonaerense llegaron al final de una suerte de cuarentena fase 1,5 que poco tuvo que ver con la primera, aquella declarada el 23 de marzo y que, coinciden todas las voces, fue un acierto que permitió no solo limitar el número de personas fallecidas a causa de la Covid-19, sino ganar tiempo para resucitar un sistema sanitario que de ninguna manera estaba preparado para enfrentar una pandemia.
Sin embargo, cualquiera que haya caminado parte de los barrios del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) lo notó: ya había una flexibilización de hecho. Ahora llega el gran interrogante de cómo lograr un relajamiento de la cuarentena sin que estallen los contagios y, por ende, las internaciones hospitalarias. Siempre resulta tentador mirar a otros países, aunque al mismo tiempo se diga a coro que cada nación es única.
Y es que son geografías, culturas, economías y demografías muy diferentes. El AMBA tiene 14,8 millones de habitantes, nada menos que el 37% de los ciudadanos de la Argentina, y es un corredor con movimiento constante que incluye, además de a la capital del país, a 40 localidades de la provincia de Buenos Aires. Todo está tan imbricado y conectado, que lo que sucede en CABA influye directamente en el resto del conurbano bonaerense, y viceversa. De hecho, muchos de los nuevos casos que se están registrando en provincias con aislamientos muy relajados provienen del AMBA. ¿Cómo desenredar esa madeja de relaciones?
Zonas verdes
Para Yaneer Bar-Yam, investigador del mítico Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), experto en el análisis cuantitativo de pandemias y asesor durante la epidemia de Ébola en el África occidental, las políticas exitosas en común en países como Nueva Zelanda, Alemania y Corea del Sur, son claras más allá de las diferencias. “Las restricciones en los viajes, tanto hacia otros países como dentro del propio territorio: los tres aplicaron la estrategia de tener una “zona verde” para proteger áreas de los casos importados provenientes de otras zonas”, detalla Bar-Yam. Y enfatiza: “Pero además, en esas naciones también se empleó una estrategia muy amplia de testeo, además del aislamiento de personas contagiadas o probablemente contagiadas. Algo fundamental, aplicaron fuertes bloqueos para ganar control sobre el brote y en los tres países ha habido una población muy comprometida con la protección de su salud”.
Hasta aquí, algunas acciones fueron las que la Argentina llevó a cabo ya en el mes de marzo, y que lugares como Córdoba y Santa Fe continuaron, mientras que en otros no terminan de concretarse, casos del AMBA y la provincia del Chaco: el testeo, el rastreo de casos y el aislamiento de personas enfermas y de sus contactos. Hubo fallas en esta cadena, y son las que deberían poder corregirse a lo largo de las próximas semanas.
"En las áreas de alta densidad poblacional es necesario actuar de una manera muy focalizada. Es indispensable hacer un monitoreo puerta a puerta diario, con el apoyo y la participación de miembros del vecindario. Esto debería permitir identificar a los individuos que tengan síntomas y chequear otros problemas, como por ejemplo los de tipo económico y hasta psicológico. Pero además hay que adoptar restricciones al movimiento, para limitarlos a los esenciales entre los diferentes suburbios, y entre los vecindarios de CABA. En los edificios de departamentos o lugares de trabajo esenciales donde haya pocos casos hay que testear tanto a las personas con síntomas como a las asintomáticas. De hecho, a todo el edificio”, detalla a NOTICIAS Bar-Yam, en permanente contacto con científicos argentinos, a partir de la red mundial que fundó en febrero, EndCoronavirus.org, para analizar e informar sobre lo que sucede con la pandemia.
A tope
Sin embargo, uno de los mayores problemas que tiene el AMBA en estos momentos es que parecería haber alcanzado su capacidad máxima de testeos por PCR (Reacción en Cadena de la Polimerasa, la prueba que se utiliza para confirmar o descartar casos de Covid-19), algo que queda evidenciado no solo en el número de tests que se informan por día, sino por el índice de positividad de dichas pruebas. En el caso de CABA, ese número no baja del 30% desde hace más de un mes y medio, con el 45% como tasa promedio. “Es imprescindible hacer rastreo y aislamiento de los contactos que tuvieron cercanía con la persona enferma ya en los dos días anteriores a la aparición de síntomas, aún sin confirmación de PCR. Hoy se rastrea poco, y es por eso que tenemos una positividad del 40% o más; y también se rastrea tarde, los casos se están confirmando 3 o 4 días después de la aparición de síntomas”, describe Jorge Aliaga, físico e investigador del Conicet.
Lo que proponen los expertos es entonces profundizar las acciones de rastreo y aislamiento, tanto de contactos estrechos como de posibles personas que alguien enfermo de Covid-19 pudo haber contagiado. De acuerdo con el Ministerio de Salud de la Nación, contacto puede ser un conviviente, pero también alguien que estuvo en el ascensor con una persona enferma con síntomas (o 48 horas antes de que los tenga), a menos de dos metros de distancia y durante al menos 15 minutos. El distanciamiento físico o social es fundamental en las nuevas etapas que llegan, al igual que el respeto a las normas de higiene: lavado de manos, sanitización de superficies, uso de tapabocas.
¿Cómo aumentar ese nivel de rastreo? Los especialistas explican que con herramientas tecnológicas avanzadas, como en Corea del Sur, podría llegar a hacerse un buen rastreo quizás incluso con un par de miles de casos diarios sin problema. Pero con nuestra baja tecnología de búsqueda, reducida disciplina social y nivel de aceptación de las normas de convivencia, el sistema podría tolerar como mucho un par de cientos de nuevos enfermos diarios. Y hay que tener en cuenta la intensa relación que hay entre los barrios de CABA que limitan con el conurbano bonaerense. No es lo que está sucediendo, con casos diarios superiores a los tres mil.
“La situación en AMBA es muy delicada, estamos en crecimiento exponencial desde abril. La positividad del 40 al 50% en CABA y en el conurbano indica que se están atrapando solo los casos más evidentes de Covid-19. Cada uno de esos casos confirmados debería tener entre 5 y 20 contactos de los cuales solo una pequeña porción se han infectado. Si esos se testearan se encontraría quizás el doble de casos, con 10 veces más tests, y ahí la positividad bajaría a menos del 10%, que es lo recomendable, como ocurrió en CABA el primer mes y en provincia de Buenos Aires durante los primeros sesenta días de la cuarentena”, describe el químico y también investigador del Conicet, Roberto Etchenique. Y redondea su idea: “Pero como lo que se testea es lo que ya prácticamente se sabe que es positivo, ocurren dos cosas: se va siempre atrás del virus y la pandemia crece, y la positividad aumenta. Esto último indica siempre una mala estrategia de testeo. Se está testeando lo innecesario, lo que se puede estimar con una consulta clínica, en lugar de testear lo que no se puede detectar de otra forma”.
Para Etchenique, uno de los principales problemas es la definición de caso sospechoso, “que obliga a testear a las personas que tienen Covid-19 seguro, con lo cual se gasta más de la mitad del tiempo y de las capacidades de testeo existentes. Es urgente que el Ministerio de Salud determine que cualquier persona con síntomas compatibles y nexo epidemiológico deba ser considerada Covid positivo, sin necesidad de que se le haga un test de PCR. De esa forma se liberarán recursos valiosos para combatir la transmisión”.
Aliaga coincide con este concepto: “Se depende mucho de la confirmación de casos por PCR, y cuando el sistema se satura como en el AMBA eso demora y hace inútil la estrategia de rastreo y aislamiento. Es claro que CABA no creyó en abril que había que hacer rastreo de contactos, salvo para los convivientes. Por eso sólo detecta 2 o 3 contactos por confirmado cuando en el mundo ese número es 20 o 30”.
Pero también hay un segundo problema: la capacidad de rastreo implica tener miles de personas capaces de tener esa comunicación con los posibles enfermos de Covid-19. Con tres mil quinientos casos diarios promedio, sigue siendo una tarea compleja. Es indispensable bajar los contagios, dicen a coro los especialistas y para eso, el aislamiento cuando hay síntomas y cuando se estuvo cerca de otras personas en esos días, es fundamental.
En ese sentido es que una frase que la secretaria de Acceso a la Salud del Ministerio de Salud de la Nación, Carla Vizzotti, dijo el 8 de julio cobra sentido: “Cualquier resfrío que tengamos en este invierno, es covid-19 hasta que se demuestre lo contrario". De hecho, investigaciones muestran que el 97% de los virus respiratorios circulantes en la actualidad son el nuevo coronavirus.
La propuesta de los expertos es que cada persona con síntomas compatibles y contacto con alguien que se haya contagiado el coronavirus debe ser considerada como un caso positivo de Covid-19. Y aislada. Porque, además, son pocos los que acuden al médico cuando tienen síntomas, lo cual hace que puedan pasar hasta tres días hasta la consulta: mientras tanto, contagian, y en algunos casos, se agrava el cuadro.
A esto también apunta Yanner Bar-Yam, cuando la capacidad de testeo es limitada. “Lo más importante a hacer es aislar a cada persona que se cree podría tener la enfermedad, ya sea por sus síntomas, o porque está en contacto con otros individuos con síntomas, por ejemplo, hasta que haya una cantidad lo suficientemente baja de casos que permitan hacer un testeo efectivo”.
Tests grupales
Hay países como Australia, que testea a personas dentro de sus automóviles. Y otros como la Argentina, que no puede hacerlo. Roberto Echenique, investigador del Instituto de Química Física de los Materiales, Medio Ambiente y Energía (INQUIMAE) y de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, ideó el testeo por pooles (conjuntos de muestras) que permite hacer pruebas estratégicas en una escala más amplia que el testeo individual.
“Nuestro grupo, conformado por investigadores de las facultades de Ciencias Exactas de la UBA y de la Universidad Nacional de La Plata, tiene un subsidio de Agencia (Unidad Coronavirus, MINCyT) para desarrollar el método. Esto funciona cuando la positividad es baja: por ejemplo en las personas asintomáticas. Si se usan pooles de 10 individuos cada uno, testeando a todos en grupo, el costo en tiempo, trabajo y dinero es algo más que un décimo por persona”, explica.
El sistema se emplea en Buenos Aires desde junio. “Así se pudieron detener focos incipientes en geriátricos y otras instituciones semicerradas. En jurisdicciones como Salta y Jujuy se está empezando a usar. En particular con Salta están organizando un gran trabajo, que esperamos que sea exitoso, para hacer vigilancia en mercados. El mismo sistema puede utilizarse para testear a los contactos estrechos y contactos de contactos, o a los viajeros que vienen de zonas con mayor circulación de virus, para reducir el riesgo de focos. Este tipo de estrategias va a ser crucial para poder mantener de forma razonable los viajes por el país".
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