(CUATRO ESTRELLAS)
Dos cosas hacen de Matthew Vaughn, el más osado y estilizado realizador de acción de estos años, alguien original. Como se vio en "X-Men: primera generación" y "Kingsman", entiende que la acción disparatada con superhéroes o superespías es un juego casi infantil, es decir una comedia.
Aquí lleva eso al extremo: hay unas novelas de acción disparatadas que, por rara casualidad (no tan rara, no casualidad, vea la película) copian la vida real y hacen que su autora, una modosita señorita, se vea envuelta en disparates cada vez más gigantes.
La otra “cosa” es que comprende que tal disparate puede estilizarse, transformarse en momentos de color y movimiento totalmente abstractos para el placer de la vista. El elenco de Argylle es perfecto y el ritmo, también.
Por momentos, estas películas recuerdan aquella enorme locura pop de Casino Royale (la del 68, con Peter Sellers y David Niven y Woody Allen) donde se hacía carne el disparate. Divertirse está bien, sobre todo cuando el humor y la creatividad obligan a mover las neuronas, cuando la acción está
para mirarse y no para aturdir. Tal es el talento de Mr. Vaughn, Matthew Vaughn.
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