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COSTUMBRES | 30-06-2016 11:23

La revolución de la moda ética

Movimientos como Fashion Revolution (internacional) y Ropa Limpia (local) buscan erradicar la explotación humana y ambiental de la industria textil.

¿Quién hace mi ropa? La pregunta parece simple pero apunta al lado más oscuro de la moda. Aquel que se vale de la explotación y el daño al medio ambiente para alimentar una industria ligada al placer, el lujo y el bienestar. Una nueva organización con base en Gran Bretaña, llamada Fashion Revolution, ha hecho de este interrogante la base de una campaña mundial que alerta sobre los abusos más flagrantes en la fabricación de indumentaria. Su estrategia es muy novedosa porque involucra directamente a consumidores y marcas. Uno de sus aportes es la publicación de un “Índice de transparencia” que ranquea a famosas etiquetas y empresas a partir de la información que brindan al público. Aquí, sus propuestas, sus acciones en la Argentina y las organizaciones que la acompañan.

Pasado y presente. En el año 2003, “El libro negro de las marcas”, la investigación realizada por Klaus Werner y Haus Weiss conmovía al mundo informando sobre los abusos que algunas empresas globales se permitían en la manufactura de sus productos. Muchas de esas industrias denunciadas por Werner y Weiss confeccionaban ropa.

Desde esa fecha hasta hoy, el trabajo sostenido de innumerables organizaciones no gubernamentales han logrado que la fabricación de indumentaria se volviera una industria mucho más humana. En la Argentina, La Alameda ha sido la ONG pionera en el desmantelamiento de talleres textiles clandestinos que no cumplen con los mínimos requisitos laborales que exige la ley.

¿Por qué la moda aparece ante la opinión pública como una actividad más ligada que otras a la explotación y el abuso?

“La moda es mucho más que el taller donde se confecciona la ropa -explica Natalia Martínez Sagan, de Fashion Revolution Argentina- hay muchas pequeñas industrias involucradas en la confección de una prenda”. Son innumerables las manos que intervienen en la creación de un pantalón o un vestido, desde que la fibra se obtiene de la planta hasta que un usuario los compra en un negocio.

Otro factor que incide en esta acumulación de denuncias es el fenómeno, relativamente reciente, de la llamada “fast fashion”. “Los precios en cadenas como H&M son excesivamente baratos. Esto se traduce en condiciones muy precarias de trabajo”, explica Martínez Sagan.

Un trágico suceso fue el puntapie inical para la creación de Fashion Revolution. El 24 de abril de 2013, en Dhaka, Bangladesh; 1.134 personas murieron y 2.500 resultaron heridas por el derrumbe del complejo Rana Plaza, un edificio en el que se congregaban diversos talleres y negocios relacionados con la industria de la indumentaria. La construcción colapsó por fallas estructurales. Y aunque los dueños de los talleres y pequeñas fábricas alojados allí fueron advertidos de estas fallas, continuaron convocando a los trabajadores a cubrir sus puestos. Este fue el accidente más fatal en la historia de la industria textil. Esta tragedia inspiró a las diseñadores inglesas Carry Somers y Órsola de Castro para fundar Fashion Revolution (“porque 1.134 personas son demasiadas para no exigir un cambio”, expresaron). Y establecieron el 24 de abril como “Día de la revolución de la moda” (más tarde, crearon la “semana de la revolución de la moda”), un día de concientización mundial -alrededor de 80 países participan de la conmemoración- con acciones en la calle, charlas y jornadas de reflexión. Importantes instituciones del mundo acompañan a Fashion Revolution. Por ejemplo, Greenpeace, que fue la organización que realizó las primeras investigaciones en relación al impacto ambiental de la industria textil. O Ethical Fashion Forum, la agrupación con la que Fashion Revolution trabaja en un ranking de empresas que luchan por tener mejores condiciones de producción.

Tanto en el Reino Unido como en la Argentina la organización no tiene fines de lucro y se sostiene con el aporte de la comunidad.

Ecomoda. No sólo de explotación y trabajo infantil hay que cuidar a la indumentaria. También del impacto negativo que la fabricación de estos productos puede tener sobre el medio ambiente.

Veamos el ejemplo del algodón. Según un estudio realizado hace algunos años por el profesor holandés Arjen Hoekstra - “Globalización del agua”- una remera de algodón común y corriente requiere alrededor de 2.900 litros de agua para su fabricación y un jean, 11.800 litros. Son muchas las empresas que a través de diversas técnicas han reducido la cantidad de agua requerida. Y, basada en esos criterios, hoy existe una clasificación de los diversos tipos de algodón que se usan en el mercado.

Esta es la clase de información que tiene en cuenta Fashion Revolution para elaborar su Indice de Transparencia. ¿Por qué de transparencia? Porque este índice mide en realidad la información que tiene y comparte con la comunidad una empresa acerca del proceso completo de elaboración de sus productos. Porque los consumidores tienen el derecho de saber que sus prendas no son producto de la explotación, explican en la institución. Según cuentan en la ONG, solo 10 empresas respondieron al largo cuestionario que Fashion Revolution les propuso para calificarlas en su ranking. El resto de las marcas fue evaluado a partir de información pública, registrada en memorias y páginas web.

Los conceptos que se evaluan son, en primer lugar, el compromiso de cuidar a los trabajadores y al medio ambiente a lo largo de toda la cadena de producción y hacer públicas las políticas adoptadas para cumplir ese compromiso. Trazabilidad es el término con el que se designa este conocimiento de todos los talleres, personas y empresas involucradas en la creación de una prenda. Otro elemento a evaluar es la colaboración de las empresas con ONGs, organismos del estado y campañas que protejan el medio ambiente y medio laboral. El resultado de este ranking debería servir a consumidores, retailers, diseñadores y a cualquier persona involucrada con la indumentaria para decidir compras y contratos. Por una moda más justa e igualitaria.

por Adriana Lorusso

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