“Los hogares no son solo espacios para vivir, sino refugios que reflejan un estilo único y fomentan el bienestar. En los interiores de hoy, la belleza de la naturaleza armoniza con la tecnología de vanguardia, creando una sinfonía a través de detalles de expresión personal”, presagia la reconocida dupla creativa compuesta por el arquitecto e interiorista cordobés Julio Oropel (61) y su pareja, el diseñador pampeano Jose Luis Zacarías Otiñano (60).
Activos participantes en innumerables exhibiciones y ferias de diseño alrededor del mundo y viajeros incansables a la caza de novedades, son una ficha ganadora en cada Casa FOA. A través de la mirada de su experiencia; en las principales usinas creativas del diseño mundial, Milán, Japón o Dinamarca, descubren nuevas propuestas que se traducen en actualizados estilos de vida. En diálogo con NOTICIAS, adelantaron lo último en diseño e interiorismo, alrededor del mundo.
“La tendencia principal es salirse de la perfección, de lo extremadamente elegante o terminado, de esa casa 'de revista' que no es para la vida real. El diseñador cambiará su funcionalidad y se convertirá en una especie de gurú que organizará la información a la que tiene acceso el habitante. La casa será ecléctica, sin estilo determinado, se volverá más personal”, resumen ambos en relación a lo que se viene. Una decoración pensada para perdurar.
Naturaleza y futuro
Tres temas clave darán forma a nuestros espacios en los tiempos que vienen: la “biofilia”, una conexión profunda con el mundo natural; la integración perfecta con la “tecnología” y los espacios que se adaptan a nuestros estilos de vida en constante evolución, buscando nuestro “bienestar”.
Como sucede en todas las areas de la vida, se avecina un futuro dominado por los robots y la Inteligencia Artificial. La tecnología va a copar la casa. Se integrará en los espacios a través de dispositivos inteligentes. Por ejemplo, sistemas activados por voz que controlen la iluminación, la temperatura y la seguridad sin necesidad de múltiples interruptores o controles remotos. Electrodomésticos inteligentes agilizarán las rutinas diarias, desde cocinar hasta limpiar, mientras que las estaciones de carga inalámbrica eliminarán discretamente el desorden de los cables.
“Frente a este pronóstico muchos hablan de un llamado a las artes” asegura Oropel, que vaticina una especie de feudalismo privado, en el que los robots nos liberarán de las tareas mecánicas y repetitivas. La gente tendrá más tiempo libre y podrá volcarlo a las artes, a la artesania, a hacer lo que desea. “En Tokio es furor el Lovot, un aparato que une las palabras 'love' y 'robot'. Es un dispositivo con forma de muñeco que cuesta 5.000 dólares y tiene sensores para captar tus movimientos y emociones. Según se publicita, empatiza con su dueño y le da apoyo emocional y amor”, cuenta Oropel. “La tecnología mejorará la comodidad, conveniencia y eficiencia de nuestra cotidianeidad y añadirán un toque de elegancia futurista al hogar”, agrega Otiñano.
Otro patrón de las tendencias, posicionado en el otro extremo, es la incorporación de la naturaleza, creando entornos saludables que reduzcan el estrés y espacios que promuevan el bienestar. Este es el concepto de “diseño biofílico”. No se trata sólo de agregar plantas en macetas; sino de impactar positivamente en la experiencia de las personas en el espacio, a traves del uso de materiales naturales como la madera y la piedra, los jardines interiores o los elementos acuáticos. “El auto cultivo en la casa, con el auge de la huerta con luz artificial, se está viendo cada vez más”, añade Oropel Los diseñadores incluyen principios biofílicos imitando la naturaleza y brindando acceso a espacios que combinan el interior y el exterior, a través de una mayor iluminación natural y flujo de aire. “El modelo tipo nórdico de la casa de madera negra, que ahora está muy en boga, es de origen japonés. Ellos usan madera quemada para conservarla naturalmente, sin barnices. Así queda protegida de forma natural “, cuenta Otiñano.
Eco-personalista
La sostenibilidad toma protagonismo. Cada vez más aumenta la necesidad de prácticas sostenibles para reducir significativamente los desechos y las emisiones de carbono. Esto ya no es una opción: es un requisito. Arquitectos e interioristas están incorporando la sostenibilidad en todas las formas posibles, a través del uso de paneles solares, sistemas de recolección de agua de lluvia, iluminación LED.
Los materiales reciclados y naturales de alta calidad y duraderos son las opciones más populares. En particular, bambú, plástico reciclado y madera, acero y hormigón recuperados. “Una novedad es el 'hempcrete', un ladrillo de cañamo (una de las variedades de la planta de cannabis) y hormigón que tiene como ventajas ser aislante térmico y acústico, flexible, impermeable a las termitas, resistente al fuego y carbono negativo”, cuenta Oropel. También hay un regreso de metales como el acero inoxidable, que se incorporan especialmente en las cocinas, muy ligado a conceptos de limpieza y superficies antibacteriales, en sintonía con los nuevos tiempos post-covid.
También fue la pandemia la que reconvirtió de manera personal la forma en que vivimos y trabajamos, y eso se tradujo en un modelo de trabajo híbrido. Por eso, los espacios de la casa se vuelven flexibles y multifuncionales.
Todo se encamina a convertir la casa en un santuario propio. Esto se logra a partir de espacios dedicados al bienestar, áreas que permiten escapar de la rutina y priorizar el bienestar físico y mental. Son salas de curación que promueven la relajación y el rejuvenecimiento. Lugares donde la naturaleza y la priorización de la luz se alinean con el concepto de estética personalizada y el concepto de “vida lenta”.
Detalles únicos
El color siempre será una consideración clave en todo el diseño arquitectónico, ya que puede afectarnos inconscientemente e invocar sentimientos específicos. Este año, vienen los naturales, los terrosos, el azul y el verde gracias a las tendencias centradas en el bienestar y la naturaleza. Los colores vibrantes se reservan para detalles.
Los elementos textiles son parte de este mundo personal que prioriza la suavidad de las texturas como contrapunto de la frialdad tecno. Hay estampas de flores y diseños geométricos en telas de alta tecnologia, como cueros vegetales o elaborados a partir de hongos.
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El nuevo lujo no se manifiesta sólo en la tecnología, sino también en las artesanias y el arte. Hay una vuelta al Mid-Century, basado en las ideas de William Morris, que en la segunda mitad del siglo XIX pensaba que lo útil tenía que ser bello y lo bello tenia que ser útil, revalorizando el poder regenerativo de las artesanias frente a los procesos mecánicos de la industrialización.
“Hoy, Li Edelkoort, la investigadora holandesa especialista en tendencias y patrones futuros, dice que hay una mirada fuerte hacia la artesanía, una vuelta a lo 'folk' de raíces sudamericanas con mucha identidad, lejos de la línea estética europea que ya está saturada”, explican Oropel y Otiñano.
Lo masificado y lo industrial se acabó. Se busca la personalizacion, el sello propio, revalorizar lo que se tiene, lo que nos gusta y aquello con lo que uno se siente identificado. Se trata de buscar espacios empáticos, con ideas, objetos y materiales que dialoguen entre sí para crear un mundo interior estimulante.
El nuevo diseño
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Biofilia. Conexión profunda con el mundo natural. Materiales sustentables como piedra, madera y fibras orgánicas.
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Tecnología. Integrada a los espacios, con dispositivos inteligentes y sistemas de automatización en busca de la funcionalidad.
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Sostenible. Con uso de materiales reciclados y naturales: bambú, cáñamo, plástico reciclado y madera o acero recuperados.
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Identidad. Casas alejadas del perfeccionismo escénico y ultraterminado. No a lo masificado y lo industrial.
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Colores. Pasteles, terrosos, azules y verdes, todos naturales.
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Lujo. Concepto renovado con artesanías exquisitas de diferentes culturas y piezas de arte únicas.
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Salud. Áreas para el bienestar. Se le da mayor importancia del aire, la luz y el agua.
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