Gaspar Libedinsky (Buenos Aires, 1976) sale indemne del desafío autoimpuesto con “Casa Tomada”, su vigorosa retrospectiva en el Museo Nacional de Arte Decorativo (Palacio Errázuriz Alvear). “Estoy Feliz. Logramos hacer una muestra absolutamente impecable. Sean todos bienvenidos”, invita el artista. Su trabajo es el producto de, como dice, el “moldeado de argumentos que se manifiesta como arte, arquitectura y diseño, materia prima de mis obras que se desarrollan en torno a la temática de la ciudad, la naturaleza y la domesticidad”.
Acerca de jerarquías
El artista y arquitecto tomó todos los europeizantes espacios del Museo y los pobló con talento y desbordante imaginación. Hechas con materiales plebeyos -por caso, productos destinados a la limpieza doméstica-, asombrosas criaturas, espartana mesa, inusuales prendas, esculturas blandas, extraña calesita, exótica nube, y otras piezas, conversan muy bien con objetos que presumen un noble origen.
La exhibición es la puesta en práctica de ideas-fuerza que cultiva en su taller. Libedinsky señala que una de ellas trabaja la transformación de lo ordinario en extraordinario, la conversión de lo marginal en objeto de deseo, la creación de lo nuevo a partir de la reorganización de lo existente, la aspiración intrínseca de los elementos por una vida más elevada, el obstáculo entendido como potencial.
Por este camino, el artista y un formidable equipo multidiciplinario atrapan al visitante, que es puesto a cavilar ya desde el patio de entrada. “Monumento al Hombre Común” es una instalación generada con los “cuerpos textiles” de seres anónimos. Son más de 30 trajes comprados en el Ejército de Salvación; la pirámide de apariencia humana que forman se iza como una bandera con soga y sistema de poleas y, cuando baja, la formación colapsa como alguien cansado al fin de una jornada.
Pasen y vean como se pavonean en el vestíbulo dos magníficas avestruces -“La Economía Circular del avestruz”-, magistralmente hechas a partir de plumeros. A pasos, en el gran hall y como una gran pintura, se despliega otra maravilla. “Arrecife” es una gran masa de “corales” distribuida en racimos que también puede ser vista desde las galerías de pisos superiores. ¿Magia? El “arrecife de corales” está hecho a partir de apretados conjuntos de cerdas de escobillones (que luego volverán a servir para lo que fueron fabricadas).
Construida con un marco metálico y varias puertas, la ingeniosa pero modesta mesa “Banquet(te)” reemplaza a la original y contrasta con el suntuoso entorno del salón comedor. Los comensales pueden sentarse a su alrededor o también en su interior (abriendo una de las puertas). Aquí se muestran bellas obras de la serie “Kunstformen der Natur” (Formas artísticas de la naturaleza), piezas que utilizan cerdas de colores de escobillones como pinceladas. Luego, en el jardín de invierno se vislumbra una colorida “Nube” formada con 400 “pomposos” escobillones; lejos de ser ominosa, constituye un refugio que permite a dos personas “meter” su cabeza adentro de ella y conversar en privado.
El salón de baile alberga diseños de vestimenta masculina confeccionados con paños reservados a la limpieza. Rejillas, trapos de piso, repasadores, franelas, lucen espléndidas y cobran nueva vida tras cambiar su destino. Reviven bajo la forma de conjuntos de vestir, ropa deportiva, uniformes, y más. La serie “Mr. Trapo” primero fue exhibida en el programa para artistas de Universidad Di Tella / Beca Kuitca y en galería Praxis Nueva York, a pasos del parque elevado High Line, del que Libedinsky fue diseñador principal cuando trabajó en el estudio Diller Scofidio + Renfro.
En el segundo subsuelo, pueden verse otras obras textiles como “Arquitectura para el Cuerpo”, en la que el artista transmuta alfombras de piso en calzado, y la serie de estampados “Arrecife para vestir”. Cerca, la pieza interactiva “Carrousel” se compone de 10 bicicletas inter-conectadas que precisan del pedaleo común para funcionar de manera circular. Y hay más, como las videoinstalaciones vinculadas al desmantelamiento de la cárcel de Caseros. No es nuevo su interés sobre el “uso más extremo de la arquitectura”: la tesis de grado en Architectural Association de Londres fue acerca de las prisiones.
En el jardín, llaman al visitante 15 “Casas de pájaros”, realizadas con cajones de verduras por sus estudiantes de la Licenciatura en Diseño de Universidad de San Andrés. “Las casas con boquetes de acceso están a la espera de ser ‘tomadas’ por pajaritos”, concluye Libedinsky. El texto de presentación es de Rodrigo Alonso.
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