La oferta era irresistible. El Dicasterio para la Comunicación del Vaticano le proponía a Javier Cercas acompañar al Papa Francisco en una visita a Mongolia y luego escribir un libro sobre lo que quisiera: el viaje, el pontífice, la Santa Sede, los fieles. Lo que se le diera la gana. No mediaba contrato ni compromiso. Solo una invitación por la cual se le abrían todas las puertas del centro del poder religioso más antiguo del mundo, para contar con total libertad una historia.
Cercas, uno de los escritores más importantes de España, autor de libros de no ficción ya clásicos como “Anatomía de un instante”, “Soldados de Salamina” y “El impostor”, entre otros, y novelas exitosas, como la saga policial de Terra Alta y “Las leyes de la frontera”; pensó que se habían vuelto locos. Él, ateo, anticlerical, “laicista militante” e “impío riguroso” ¿era la pluma adecuada para honrar la tarea del hombre que había logrado sacudir el “statu quo” del Vaticano?
Una de sus condiciones para aceptar fue poder hablar a solas con el Papa aunque solo fuera unos minutos, los suficientes para formularle una pregunta central en la doctrina cristiana: ¿era real la posibilidad de resucitar en carne y alma y gozar de una vida eterna? Traducida a un plano más personal, la respuesta serviría para confirmarle a su madre el reencuentro con su padre en el más allá, aunque ella (católica ferviente) no tuviera dudas sobre el asunto.
El libro se terminó de escribir a fines de 2024 con el título “El loco de Dios en el fin del mundo” y un cierre conmovedor que es vital desconocer hasta llegar a la última página. Y el broche de oro de un periplo por las líneas centrales de la labor de Francisco: un regreso al cristianismo más puro, con los pobres y necesitados en el centro y con sacerdotes más comprometidos con los fieles que con la pompa y el poder de la iglesia tradicional.
De visita en Buenos Aires para presentar su libro en la Feria del Libro, el escritor charló con NOTICIAS sobre su viaje personal al lado del Papa y lo que descubrió del hombre que dejó abierto el camino para una transformación profunda de la iglesia.
NOTICIAS: ¿Por qué piensa que le propusieron escribir este libro? Aunque usted es un escritor muy leído en España, es probable que no sea tan conocido en Italia.
Javier Cercas: Es la única pregunta que no he hecho. Es muy probable que buscaran a un escritor ateo. O a un escritor que no fuera de los suyos, que tuviese una mirada externa. No hay duda de que fue un acto de coraje de su parte. La iglesia nunca había abierto las puertas a un escritor. Y me dieron todas las facilidades, me dijeron que podía hablar con quien quisiese. Pero el libro era mío. Ni siquiera lo leyeron antes de que saliera. Han sido de un respeto total y absoluto.
NOTICIAS: ¿Cómo fue sumergirse en un conocimiento tan vasto y complejo como la actualidad del Vaticano y la religión católica?
Cercas: Todos somos católicos de educación. Todos venimos de la gran revolución del cristianismo, de Jerusalén y de Atenas, de Sócrates y de Jesucristo. Yo he tenido una educación católica. Y aunque soy ateo o porque soy ateo, me han interesado siempre las cosas del Vaticano. Y obviamente, antes de llegar allí hice una inmersión profunda en temas relacionados con el Papa. Creo que lo he leído todo sobre Francisco. Me preparé, me documenté. Pero mi trabajo fundamental fue limpiarme la mirada de prejuicios, porque sobre el Vaticano, la Iglesia, el cristianismo, estamos todos saturados de prejuicios.
NOTICIAS: Hay cuestiones en el libro que se revelan al final. Una de ellas es la respuesta de Francisco a la pregunta esencial que se plantea el narrador como motor de la hisrtoria: si es posible la resurrección de la carne.
Cercas: Es como una novela policial. Pero en este caso es el enigma de los enigmas. Cuando a mí me me hacen esta propuesta inédita, lo primero que pienso es en mi madre. Mi madre era una persona profundamente católica. Cuando mi padre se murió, lo primero que mi madre pensaba y decía es que iba a verlo después de la muerte. Y eso es el corazón del cristianismo. Entonces yo pensé que este libro tenía que tratar de lo que finalmente trata: de cómo un loco sin Dios que perdió la fe, va a buscar al loco de Dios, que es Francisco. Y la pregunta que le hace es esa, si mi madre va a ver a mi padre después de la muerte, para escuchar la respuesta del Papa, que es el más autorizado a responderla. Así que esta es una novela policial en el centro de la cual está el enigma de los enigmas, el enigma fundamental del cristianismo y uno de los fundamentales de nuestra civilización: la resurrección de la carne y la vida eterna.
NOTICIAS: Después de terminar su libro, de conocer y tratar al Papa, cómo respondería a la pregunta: ¿quién era Francisco?
Cercas: Si tengo que definirlo, como hombre, no como Papa, diría que fue un hombre en lucha consigo mismo. Muy consciente de sus propios defectos y que luchó a muerte por superarlos. Fue muchos, como todos somos multitud. Es muy curioso que cuando le nombran Papa, en la Capilla Sixtina, cuando todavía no ha salido al balcón dice: "Acepto, pero soy un pecador". Yo me permito corregirle, creo que debería haber dicho: "Sí, acepto porque soy un pecador". Porque la iglesia no es el lugar de los perfectos, de los que no cometen errores, sino lo contrario. Jesucristo eligió a Pedro como Papa, que lo traicionó tres veces. Francisco era un hombre más conciente que nadie de sus propias flaquezas, que luchaba por ser el mejor posible. De este hombre se puede decir lo mejor que se puede decir de un Papa, lo que dijo Hannah Arendt de Juan XXIII: era un cristiano sentado en la silla de San Pedro.
NOTICIAS: ¿No le pareció que algunas de sus actitudes eran demagógicas?
Cercas: ¿Quién no es demagógico? En estos días se ha dicho mucho: “¿Qué era este Papa? ¿Un reformista, un revolucionario, un Papa que no ha hecho nada?”. Depende de lo que entendamos por esas palabras. Si por revolucionario entendemos un hombre que cambió la doctrina de la iglesia, la respuesta es no, no cambió nada. Pero básicamente este papado se tiene que entender como un intento de volver a la iglesia primitiva, que es exactamente lo que propone el Concilio Vaticano II. Y Bergolio es el primer papa que es hijo del Vaticano II. Y cuando digo la iglesia primitiva quiero decir la iglesia de Cristo, la de los pobres. Esa es la Iglesia de Cristo, lo otro es un invento, una perversión. La demagogia es que el Papa vaya vestido como un príncipe renacentista. El mérito de Bergoglio es haber planteado al menos los problemas. Interpretar en términos exclusivamente políticos a este hombre es un error.
NOTICIAS: En la Argentina, la interpretación política ha sido preponderante.
Cercas: Lo más paradójico es que del Papa solo se hablaba en los medios sobre política. Pero los Papas no son políticos. El Papa no tiene capacidad ejecutiva. Los Papas no son ni Trump ni Macron. Y este Papa, que tenía una dimensión política que no la ocultaba, antes que nada era un líder religioso.
NOTICIAS: Pero ponía la pobreza en el centro y eso es un gesto esencialmente político.
Cercas: ¿Pero eso significa que el papa es de izquierdas? No. Este hombre era un radical del evangelio. Y en algunos aspectos era conservador. Estaba en contra del aborto, del divorcio. Abrió la cuestión de la homosexualidad, pero no acabó de hacer nada. Él no llegó más allá, en mi opinión, porque se dio cuenta de que no podía. Hay una palabra fundamental, quizá la palabra más importante de todo el papado y nadie la menciona porque nadie la entiende: “sinodalidad”. Significa, en lo esencial, pasar de una iglesia vertical a una horizontal. Volver al cristianismo primitivo. En el cristianismo primitivo las decisiones se tomaban colectivamente. Tengo además la impresión, de que en Argentina todos sus gestos se sobreinterpretan. (Yo me siento como si hubiera escrito un libro sobre Maradona y viniese aquí a hablar con la gente de algo que conocen muy bien). Y eso tal vez es una explicación de por qué no vino Argentina. Él respondía a todos los tópicos del argentino. San Lorenzo, el mate, el tango, todo. “Argentino pero modesto” decía el título de un diario colombiano y es uno de los leitmotiv del libro. No vino a Argentina pero tampoco fue a España ni a Francia, ni a Alemania. Él pensaba que la renovación de la iglesia estaba en la periferia.
NOTICIAS: Los misioneros de Mongolia son los personajes más puros del libro. ¿Qué impresión le dejaron?
Cercas: Extraordinarios. Representan el cristianismo de Cristo. Hay menos de 1500 católicos en Mongolia. ¿Y a qué va esta gente allí? A hacer exactamente lo que hicieron Cristo y sus apóstoles. Abandonan todo. Es la entrega total y la radicalidad total. Eso es el cristianismo de Cristo. El de la gente que lo abandona todo, su casa, sus ambiciones, su familia, su país y se va al fin del mundo, a 50 grados bajo cero, a echar una mano. Esos son los locos de dios.
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